POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
Han pasado más de ocho siglos desde que se iniciaron las obras de esta abadía en la que la vida monástica ocupó todas sus horas durante algo más de seiscientos años.
En este insigne cenobio valisdeyense quedaron plasmadas las habituales técnicas constructivas que la reforma cisterciense impulsó bajo la ascesis y la pobreza constructiva que san Bernardo alentaba y promovía.
Detengámonos breves minutos en hacer memoria del pasado real de este sagrado lugar, valorando y tratando con especial respeto el recuerdo de las miles de personas que entendieron su vida como un tiempo de oración y de contemplación.
De entrada hay que reconocer que para nosotros -hombres y mujeres del siglo XXI- no deja de sorprendernos aquella forma de vida monacal en la que se dedicaban las veinticuatro horas del día al rezo, el trabajo y el silencio.
Desde que se levantaban -sobre las 4 horas de la madrugada- para comenzar el Oficio Divino, hasta el rezo de Completas y canto de la Salve sobre las 21,30 horas, toda su vida giraba en torno a la entrega a Dios, a modo del incienso que se eleva en su presencia.
La celebración diaria de la Eucaristía -junto con las horas canónicas- era el centro de las vidas de tantísimos monjes que habitaron este santo lugar de Valdediós.
Desde los medievales relojes de sol hasta hoy siguen sonando las campanas monásticas en los cada vez menos conventos y abadías, especialmente en Europa.
Es este Monasterio de Valdediós un lugar del que manan a raudales la historia, el arte, la cultura, el paisaje y -especialmente- una religiosidad que da sentido a todo el conjunto monástico, el cual parece detenido en el tiempo, como si el “Cistercium” de san Bernardo siguiese haciéndose eco desde el hondón de los siglos.
Este -acertadamente rebautizado como Valle de Dios- sigue siendo memoria de miles de vocaciones religiosas, tanto en tiempos monacales como en los años en los que estuvo dedicado a Seminario Diocesano durante casi treinta años, desde 1923 a 1951.
Años convulsos aquellos que sufrieron una guerra civil de por medio, en los cuales habitaban entre estos muros unos 250 niños y jóvenes en cada curso académico, todos aspirantes al sacerdocio.
Recorriendo diversos lugares de este monasterio durante mis breves estancias aquí tras la restauración de la vida monástica cisterciense -desde el año 1992 hasta 2009- pude contemplar con detenimiento el renovado conjunto arquitectónico que mira a sus dos claustros y a la iglesia principal, sin poder dejar de hacer de alguna manera presentes a tantos como lo habitaron durante más de seis siglos, y con ellos venimos a recordar una de sus habituales estrofas, aquella que comienza con un:
“Alabado sea el nombre del Señor, desde la salida del sol hasta su ocaso”.
Los hechos de todo tipo vividos entre los muros del Monasterio de Valdediós son muestras de vida y de entrega total a Dios.
La integridad personal, la profundidad, la paz interior, la autenticidad, la capacidad de disfrutar de la creación de Dios y de dar gracias son parte de los cimientos morales de este tipo de vida -antes y ahora-, porque descubren su identidad cuando aceptan su lugar y su camino en medio de las personas y de las cosas, en su situación histórica que tantos ahora no consiguen comprender completamente.
Agradezco a Asturias Actual la invitación para ser un humilde colaborador (como ya lo fui en otras publicaciones sobre Parres, Cangas de Onís, Ribadedeva y Onís, entre otros) en este emotivo empeño por volver la mirada en profundidad a este venerable recinto monástico bajo la advocación de Sta. María, memoria viva de tantos que pasaron buena parte de sus vidas entre sus venerables muros.
No pocos acabaron aquí mismo durmiendo el sueño eterno de la paz, en el mismo lugar donde creyeron, trabajaron y entregaron sus vidas con la esperanza última de ver cumplidas las palabras de san Pablo a los corintios:“En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al toque de la trompeta, los muertos despertarán”.
FUENTE: https://www.facebook.com/franciscojose.rozadamartinez