VALOR: SE LE SUPONE
May 31 2014

POR ANTONIO LUIS GALIANO PÉREZ, CRONISTA OFICIAL DE ORIHUELA

Cinco aguerridos reclutas en el campo de tiro de Foncalent, en febrero de 1968. / Colección A. L. Galiano
Cinco aguerridos reclutas en el campo de tiro de Foncalent, en febrero de 1968. / Colección A. L. Galiano

Removiendo papeles viejos, hay veces que localizas algunos documentos que tenías olvidados. Esto me ocurrió hace poco cuando encontré una libreta de color verde con el escudo franquista, en cuya portada se especifica claramente: “Ejército español. Cartilla Militar de Tropa y libreta de Movilización”. En su interior viene reflejado toda mi trayectoria como aguerrido soldado, desde mi alistamiento en 1967, a mi licencia absoluta el 9 de diciembre de 1983, pasando por los destinos que tuve, servicio eventual, situación de reserva, revistas anuales y mi flamante ascenso a cabo de Infantería previa aprobación del correspondiente examen. Aquello supuso para mí una gran alegría, ya que una vez jurado bandera dejando de ser recluta para pasar a ser soldado y al ascender a cabo, de golpe pasaba de cobrar, creo recordar, 35 pesetas mensuales en concepto de “sobras” a 103, lo que equivalía en aquellos momentos, allá por 1968, a permitirme unos gastos extraordinarios que me hicieron sentirme más que cabo, capitán general. En la hoja correspondiente de ascensos aparece una serie de indicaciones sobre el concepto que había merecido a mis jefes al ser licenciado, y que en mi caso, no sé si en otros, se debía especificar la opinión de los superiores sobre conducta, aplicación, amor al servicio, carácter y valor. En este último, al no haber habido forma humana de comprobarlo, gracias a que bélicamente era un momento de bonanza, se debería haber reflejado “se le supone”. Y menos mal, porque de haber ocurrido lo contrario no sé cuál habría sido mi grado de valor, pues por naturaleza me considero pacífico y no demasiado militarista. Aunque ello no suponga el que no valore la necesidad de este tipo de institución como es el Ejército. Ésta ha cambiado mucho, tras los objetores, la desaparición de la milicia obligatoria y la profesionalización de la tropa, hasta el punto de que si observamos los desfiles militares los rasgos físicos de los soldados son preponderantemente de otras etnias. Sin embargo, he de lanzar una defensa sobre la gran labor social que el Ejército durante años estuvo realizando, en el sentido de que gracias a la incorporación obligatoria a filas, muchos pudieron conocer otros lugares que de lo contrario no hubieran podido salir del ambiente cerrado de pueblos apartados, siendo alfabetizados, logrando, en muchos casos, un profesión o el carnet de conducir, aprendiendo a someterse a una disciplina y, me atrevo a decir a comer, mejor o peor, de caliente por primera vez en su vida. Pero, entonces, algunos deseaban librarse de la mili y ello podía lograrse por varios motivos: muchas dioptrías, pies planos, huérfano e hijo de viuda, tartamudez y otros defectos o enfermedades. Lo cierto, es que eran los menos los que conseguían librarse, y los más los que podían acceder a la Milicia Universitaria o a la mili normal en su reemplazo o con prórroga. Hace algo más de un siglo y cuarto, cuando se producían situaciones especiales los mozos que habían sido reclutados, a veces, eran exentos del Servicio Militar. Así, encontramos en Orihuela algunos de los que se libraban por aquello de ser “corto de talla”, como el caso de Asensio Pallarés Torregrosa que se le declaraba dispensado el 4 de agosto de 1881, por medir 1,513 metros. Una vez llegado a este punto el Ayuntamiento lo comunicaba a la Comisión Provincial de la Diputación para que resolviera según correspondiera. Sin embargo, la mayor parte de las veces la exención del Ejército se producía por ser hijo de viuda pobre y depender la misma del trabajo de su vástago. Así, en la sesión del 16 de marzo de 1882, se daba cuenta del expediente promovido por María Berná, madre de Francisco Cremades Berná del reemplazo de 1881, que había sido destinado al Ejército de Ultramar. En dicho documento, solicitaba el que su hijo fuera liberado del servicio al haber contraído matrimonio su hermano. En esta ocasión, el citado Cremades Berná fue excusado del servicio activo y pasó a ser destinado al Batallón de Depósito de Orihuela. Un año después, Nicolás Pérez López, padre de Lucio Pérez Martínez soldado del reemplazo de 1881 pendiente de embarcar a Ultramar, y después de haberse casado su hermano José, era declarado como recluta disponible dejando de ser activo, al ser su padre “sumamente pobre” y sexagenario, a pesar de tener otros cuatro hijos, Mariano, Miguel, Teodoro y Tomás, todos casados y pobres. El 4 de mayo de 1882, se daba conocimiento a un oficio de 27 de abril de la Comisión Provincial, en referencia a la exención del dependiente de comercio Carmelo Manresa Más, de 21 años y 1,63 m. de altura, en el que se le declaraba libre del servicio activo por ser hijo único y su padre pobre e impedido, siendo éste diagnosticado en la revisión que se le efectuó con “opacidad del humor vítreo en ambos ojos”.

Otro tema que se daba era el de los prófugos. Así, Evaristo Cárceles y Juan comisionado nombrado por el Ayuntamiento para entregar a los quintos del reemplazo de 1882 en la Caja de reclutas de la Provincia, daba cuenta que no se habían presentado los siguientes: Victoriano Jacobo Expósito, José Grifol Aliaga, José López Noales, José Martínez Sans y José Sánchez Antón. La situación y las causas de exención debían declararse en años sucesivos al del reemplazo, en cuyo caso de no hacerlo eran declarados como prófugos. Esto le aconteció a Abdón Pujol Alfonsa, hijo de viuda pobre, del reemplazo de 1878, el cual había justificado los motivos en los años siguientes, pero no lo hizo en 1881, “por descuido e ignorancia”. Al ser declarado prófugo, su madre Francisca Alfonsa respondía a un oficio del gobernador civil, alegando lo anterior. Comprobada que la circunstancia que motivó la exención era la misma que en un principio, dejó de ser considerado prófugo y destinado a la reserva.

No sé, si a todos los anteriores el valor se le suponía. Lo único que sé, es que yo hice la mili desde el 22 de enero de 1968 hasta el 30 de abril del año siguiente, en Rabasa y en Lorca, y en mi cartilla, donde dice valor, aparece en blanco.

Fuente: Diario LA VERDAD – VEGA BAJA. Orihuela, 30 de mayo de 2014

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