POR JOSÉ A. RAMOS RUBIO, CRONISTA OFICIAL DE TRUJILLO (CÁCERES)
Son varios los soldados trujillanos que participaron en la derrota militar conocida como Desastre de Annual. Podemos destacar a don Manuel Alvarado, don Juan Moreno, don José Fernández, capellán castrense; don Esteban Pino, soldado perteneciente a la ambulancia mixta de Sanidad que tan buenos servicios prestó. Durante la Guerra de Marruecos o Guerra del Rif, el 22 de julio de 1921, el ejército español sufrió, cerca de la localidad marroquí de Annual, una grave derrota militar, que supuso una redefinición de la política colonial de España en el Rif. Esta crisis fue una más de las muchas que socavaron los cimientos de la monarquía de Alfonso XIII y que a la vuelta de una década habría de provocar su caída y la proclamación de la II República.
La denominación Desastre de Annual es española. En el Rif se le denomina «victoria de Annual». En febrero de 1920 el general don Manuel Fernández Silvestre tomó posesión del cargo de Comandante General de Melilla. Con la idea de llegar hasta Alhucemas, centro de operaciones de la tribus rifeñas más belicosas, el general ordenó una serie de avances produciéndose a todo lo largo del año la conquista de territorios al oeste de Melilla. Durante el invierno y primavera del año 1921 prosiguieron las operaciones en estos territorios que se ocupaban casi siempre sin violencia, llegando a acuerdos con los cabecillas a los que se ofrecía dinero a cambio de su amistad. En las zonas ocupadas se construían pequeños baluartes defensivos aprovechando los lugares altos, en los cuales, normalmente, no había agua, lo que obligaba a ir por ella con reatas de burros periódicamente, a veces a diario.
Las condiciones de los soldados no eran nada buenas. Los suministros escaseaban, durante el día hacía mucho calor y por la noche mucho frío. Así las cosas, en mayo de 1921, el grueso del ejército estaba en un campamento situado en unas colinas cerca de Annual. Desde Melilla hasta este campamento había tres plazas fuertes separadas unos 30 kms entre sí y otros pequeños fortines con una guarnición de 200 soldados. El día 29 de mayo el general Silvestre decidió establecer una posición avanzada en el monte Abarran, en contra de las órdenes de su jefe, el Alto Comisario de España en Marruecos, general Berenguer, aunque al parecer con el apoyo indirecto del rey Alfonso XIII. El mismo día de establecerse, la guarnición fue atacada por el enemigo, pereciendo todos los defensores. El día 7 de junio se estableció otra posición en el monte Igueriben, con la idea de defender el campamento de Annual por el lado sur. Esta posición fue atacada y cayó en poder del enemigo el día 21 de julio, después de un largo asedio en el que los defensores padecieron la falta de agua. Durante el asedio se hicieron varios intentos de enviar suministros y refuerzos desde el campamento de Annual, pero todos fueron rechazados por el enemigo (1).
Tras estos sucesos se concentraron alrededor del campamento gran cantidad de fuerzas enemigas, mientras que el ejército español tenía la moral muy baja. Los rifeños estaban dirigidos por Abdelkrim El Jatabi, antiguo funcionario de la Administración española en la Oficina de Asuntos Indígenas en Melilla. Durante la noche del 21 al 22 el general Silvestre discutió con sus oficiales la forma de salir del cerco, sin llegarse a ningún acuerdo y a primeras horas de la mañana, bajo fuego enemigo, se dio la orden de retirada y las tropas abandonaron el campamento. Algunos oficiales y unidades mantuvieron la calma y lograron ponerse a salvo con un relativo pequeño número de bajas; pero en su mayoría todos los soldados salieron a la carrera y en completo desorden, produciéndose la masacre en el camino hacia Melilla. Aunque se produjeron hechos de auténtico heroísmo, como el del Regimiento Alcántara que cargó en numerosas ocasiones hasta la extenuación, sufriendo el mayor número de bajas de un cuerpo de caballería contemporáneo, la retirada estuvo plagada de abundantes actos de cobardía y desesperación. El general Silvestre desapareció y sus restos no fueron nunca encontrados. Las pocas fuerzas que pudieron salir vivas retrocedieron hasta el campamento de Monte Arruit, bajo el mando del general Navarro, segundo jefe de la Comandancia de Melilla, pero esta posición también fue cercada y cortados sus suministros, por lo que, vistas las condiciones, el general Berenguer, Alto Comisario de España en el protectorado, autorizó la rendición el 9 de agosto. No obstante, los rifeños no respetaron las condiciones de rendición y entraron a sangre y fuego en el campamento matando a muchos soldados y haciendo prisioneros al general Navarro y a varios efectivos más. Nadie envió ayuda desde Melilla, situada a unos 40 km, y así las pocas unidades que aún conservaban la disciplina se vieron obligadas a retirarse bajo el fuego enemigo hasta Melilla, cuya seguridad, quedaba gravemente comprometida. Sobrevivieron 60 hombres que se refugiaron allí. Tiempo después fueron canjeados vivos. La razón de mantener con vida sólo una pequeña parte en lugar de acabar o capturar a la totalidad ha sido discutida; pero una de las razones apunta a la intención de los rifeños de evitar la que, finalmente, fue una de las causas de la victoria final española, el ser atacados con armas químicas («bombas envenenadas» en la terminología utilizada por algunos rifeños) (2).
En total se calcula que en los combates murieron entre 10.000 y 20.000 españoles y unos 1.000 rifeños. La crisis política motivada por este desastre hizo decir a Indalecio Prieto en las Cortes: «Estamos en el periodo más agudo de la decadencia española. La campaña de África es el fracaso total, absoluto, sin atenuantes, del ejército español». El ministro de la Guerra ordenó la creación de una comisión de investigación, dirigida por el general laureado don Juan Picasso, que elaboró el informe conocido como Expediente Picasso, en el que, si bien se señalaban múltiples errores militares, debido a la acción obstructiva de algunos ministros y jueces no se llegó al fondo de las responsabilidades políticas e incluso del propio rey, que según algunos testimonios había animado la penetración irresponsable de Silvestre hasta puntos alejados de Melilla sin contar con una defensa adecuada en la retaguardia. Según esos testimonios, nunca probados ya que el documento en cuestión no se encontró, el rey envió un telegrama, animando a Silvestre en sus acciones, con el texto: «Ole los hombres» (3).
Antes de que el informe Picasso se debatiera en las Cortes, el General Miguel Primo de Rivera dio un Golpe de Estado el 13 de septiembre de 1923. Con la victoria de Alhucemas, se obtuvo a una posición fuerte tras el desastre de Annual.
NOTAS:
(1) Leguineche Bollar, Manuel: Annual 1921: el desastre de España en el Rif, Madrid: Ed. Alfaguara. 1996.
(2) Palma Moreno, Juan T: Annual 1921: 80 años del desastre, Madrid: Almena Ediciones, 2001.
(3) Carrasco García, Antonio: Annual 1921: Las imágenes del desastre, Madrid: Almena Ediciones, 1999.