LO QUE SE SABE DE ESTE SOLDADO MEDIEVAL LO DEFINE MARGARITA TORRES SEVILLA EN SU ENTRADA EN EL TOMO XVI DEL DICCIONARIO BIOGRÁFICO ESPAÑOL DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA
Zamora homenajea estos días al noble soldado que acabó con la vida de Sancho, el primogénito de Fernando I y Sancha de León, que había depuesto a todos sus hermanos para conquistar la monarquía legionense. Traidor para la propaganda castellanista, Vellit Adulfiz consiguió que recuperara el trono el rey que recuperó Toledo para la Cristiandad; convirtiéndose en uno de los más importantes de la Historia Medieval Hispánica. Contamos su increíble hazaña, digna de uno de los más agitados episodios del verdadero ‘Juego de Tronos’: el del Reino de León.
¿Traidor? ¿O en realidad héroe? La gesta de Vellit Adulfiz, el Vellido Adolfo del cantar, depende de por dónde se mire. Aunque en León no quepa traición por defender a sus señores Urraca y Alfonso.
Lo que está claro es que pocas personas han existido en la Historia en que hayan matado a un rey, y Vellido —que no Bellido, ya que su nombre original era Vellite Adaulfiz (‘velite’ es soldado en latín, que marcaría su condición de caballero) y esa es la versión castellana similar la de Bermudo, retorciendo la etimología de Vermudo que viene del gótico Weremund o el leonés Ueremundu— es uno de ellos.
Ocurrió en Zamora, en los primeros días de octubre de 1072, y debido al muerto, el usurpador Sancho, el rey Alfonso VI ‘el Bravo’ recuperó su trono y así pudo destacar su esplendor en la Historia Medieval Hispánica.
¿Pero cómo pudo suceder? No es fácil matar a todo un rey, y más si a éste lo protege el Cid, aquel joven de alta alcurnia asturleonesa que fue el escudero y amigo de juegos del primogénito de Fernando I ‘el Grande’ y luego terminó siendo leyenda de la Edad Media.
En primer lugar, hay que desbrozar la leyenda de la realidad. Lo que se sabe de este soldado medieval lo define Margarita Torres Sevilla en su entrada en el tomo XVI del Diccionario Biográfico Español de la Real Academia de la Historia. Lo primero es que se sabe que su ‘cognomen’ (su apodo) era Eudesindo, casado con una noble de nombre María. «con las estirpes Beni Gómez y Alfonso, siendo éste especialmente cercano con el conde Pedro Ansúrez, favorito de Alfonso VI de León. Sus primeras menciones documentales, le sitúan en el círculo aristocrático más próximo a los reyes Fernando I y doña Sancha en la segunda mitad del siglo XI».
Su hijo, Pelayo Vellítiz, además, fue mayordomo de Alfonso VI «entre los años 1079 y 1086, pasando después a ocupar, durante la década de los años noventa de la undécima centuria, el puesto de tenente de Zamora y Coria, con el que figura en los diplomas».
Es más, la profesora de la Universidad de León, una de las mayores expertas en heráldica de España, termina asegurando: «La realidad se impone a la ficción, ya que este caballero no fallece en 1072 como quieren los romances castellanos, sino que continúa de forma normalizada su vida en la Corte Real leonesa de Alfonso VI hasta su desaparición (de la diplomática) en 1075». Conversando con ella, asegura que «tachar de traidor a Dolfos es absurdo, no era más que un noble que servía a su señor, y éste era Alfonso, no Sancho; es todo pura invención de la propaganda castellana contra los leoneses».
Las crónicas coetáneas no mencionan su hazaña, que es contada desde el punto de vista castellanista como si fuera un traidor. Aunque Jiménez de Rada —el cronista de Alfonso VIII de Castilla, no dado a ser precisamente ‘leonesista’ no lo tilda así de ninguna manera—, como indica en esta entrada de su blog ‘Corazón de León’ el historiador Ricardo Chao, especializado en el Reino de León. Es más, aporta una traducción de la Crónica Silense realizada por el catedrático de Latín de la Universidad de León Maurilio Pérez que lo define de otra manera muy distinta.
«Entre tanto, los zamoranos permanecieron inmóviles en medio de aquella tempestad. Sin duda estos zamoranos, cuyas defensas habían sido fortificadas con el auxilio del rey Alfonso, al no soportar la derrota de su señor, mataron mediante la astucia al rey Sancho mientras les asediaba gracias al envío de un caballero de gran audacia. En efecto, el rey, inesperadamente atravesado por la espalda con una lanza por él, perdió la vida junto con su sangre. El mismo que lo abatió tan audazmente, según se había planeado, montado en un rapidísimo caballo fue recibido incólume por los ciudadanos, una vez abiertas las puertas de la ciudad. Y, muerto el rey, hubieras podido ver cuánta dispersión y cuánta tristeza hubo en vez de tanta audacia y tanta alegría en aquel ejército tan grande y tan excelente».
Quizás por ésto, desde hace unos años, los propios zamoranos han venido dándose cuenta de que les habían contado la Historia de una manera ‘poco afortunada’. Así, en 2010 la entonces alcaldesa de Zamora Rosa Valdeón rebautizó la puerta por la que legendariamente se había refugiado Vellido Dolfos, como ‘Portillo de la Lealtad’ abandonando su tradicional de la ‘traición’. Este mismo fin de semana se han ofrecido conferencias para rememorar el 947.º aniversario del cerco.
El ‘Juego de Tronos’ leonés más descarnado
Lo que ocurrió a las afueras de las murallas de Zamora hace casi diez siglos se puede explicar con el ‘Juego de Tronos’ más descarnado, el del Reino de León. En el que un infante segundón de la familia real navarra (Fernando Sánchez) llega a ser conde de Castilla tras’ facilitar’ su padre la muerte del quinceañero García Sánchez que debía haberlo sido —y que el rey de Pamplona Sancho Garcés teóricamente ‘protegía’—, y que más tarde alcanza el cetro tras matar a su cuñado en una batalla.
Llegó a ser llamado Fernando I el Grande, por sus victorias, pero por ironías del destino, a su muerte sus cinco hijos —los tres reyes en los que dividió el Regnum Legionense (Alfonso VI de León, García I de Galicia y Sancho I de Castilla) y dos señoras (Elvira de Toro y Urraca de Zamora)—, terminaran casi despedazando sus logros en una cruenta guerra fratricida que sólo una acción temeraria de un soldado pudo detener.
La legendaria muerte de Sancho, su primogénito con Sancha de León, frente a las murallas de Zamora no fue precisamente heróica, según se cuenta en un escatológico chascarrillo que corre entre los medievalistas españoles que no se suele hacer público. Las crónicas hablan de que Vellido Dolfos se hizo de su confianza y el recién autocoronado monarca leonés —el obispo legionense se negó a oficiar la coronación porque estaba con Alfonso como su rey legítimo— le confió su lanza mientras le entraba la necesidad de hacer ‘aguas mayores’. En algún texto antiguo se indica que recibió una lanzada ‘a las espaldas’, una forma elegante en aquel entonces de decir que lo mataron ‘en el trono’ (pero no en el oficial, digamos). En la ‘Chronica del Cid’ publicada en 1512 se cuenta así:
«E después que la Villa fué andada en derredor toda, ovo el Rey de descender en ribera de Duero: e andando asolazandose, el Rey traya en la mano un venablo pequeño dorado, como lo trayan los Reyes, onde él venia, e diógele a Vellido que gelo toviesse. E el Rey apartóse a solazarse, e a fazer lo que los omes non pueden escusar: e Vellido Dolfos, quando vido al Rey de aquella guisa, tiróle el venablo, e dióle por las espaldas, e salióle de la otra parte por los pechos: e desque lo ovo ferido; bolvió las riendas alcavallo, e fuese quanto pudo para aquel postigo que él mostrara al Rey».
Así, no es de extrañar que los castellanos odiaran tanto a Vellido como para llamarlo traidor y de todo. Matar así a su rey. Y más si era el primer monarca de Castilla, el nombre que a lo largo de los años se ha mitificado tanto que hasta se inventaron una nación robándole el nombre y dejándola arruinada. Más aún si Dolfos era leonés, que son los malos del ‘Cantar de Mío Cid’, una de las joyas literarias de la Edad Media española, pero a la vez un texto propagandístico que no refleja en casi lo más mínimo la realidad de lo ocurrido.
En primer lugar, porque Sancho Fernández, el primogénito de la familia real leonesa, no quiso ser nunca rey de Castilla. Lo que él deseaba, por su lugar preeminente de nacimiento era el trono molón, el fetén, el de prestigio. El de León, no un condado de frontera venido a más. Pero su padre, que tampoco fue nunca rey de Castilla, creyó que era Alfonso el más preparado para llevar el solio imperial legionense. Así que dividió el reino entre sus tres amados hijos… y la lió parda. El primer rey de Castilla no quería serlo. Y eso iba a traer problemas.
Así, cuando murió su madre Sancha —la reina de verdad por herencia al ser hija de Alfonso V, el de los Buenos Fueros, ya que Fernando I lo era como consorte—, Sancho y Alfonso le quitan el reino de Galicia a García en 1071 (todas las crónicas tratan al hermano pequeño como un rey nefasto) y se lo medio reparten mientras lo exilian a Sevilla.
Ajá. Pues todo arreglado. No, qué va. Sancho, ‘pasa’ de Castilla porque quiere el reino molón, el de prestigio, el guay, el que le corresponde por Derecho de nacimiento. También ataca a Alfonso VI de León para fracasar en el campo de batalla de Golpejera, donde al parecer le hacen prisionero. Pero resulta que por la noche, Roderico Díaz —el que sería leyenda como Cid Campeador—, se aprovecha de que los leoneses lo celebran y le da la vuelta a la situación asaltando de noche y a traición el campamento y termina haciendo prisionero a Alfonso, que es al que llenan de cadenas.
Sancho obliga a su hermano a meterse de monje en Sahagún para cumplir una vieja tradición visigoda que consistía en poner una tonsura coronilla a un rey, aunque fuera durmiendo, y así dejaba de ‘serlo’ al pasar a los ámbitos de Dios. Mientras, se corona en León con el disgusto de todos los leoneses que le impiden unos meses la entrada a la ciudad. Aunque en esto tuvo suerte, su padre, Fernando, tras matar a su cuñado, el rey Vermudo III de León aquella batalla de Tamarón (le metieron 42 lanzazos al ‘rey Mozo’) esperó casi un año para poder pasar por las puertas de sus fuertes murallas.
Pero quedan sus hermanas Elvira y Urraca (la del Cáliz, que hipótesis históricas apuntan a que pudiera ser la Copa de Cristo). Una tiene la ciudad de Toro en su poder y la otra, Zamora. A la primera la ‘convenció’ Sancho, ya rey del todo el flamante Reino de León, reunificado, que era lo que quería desde que leyeron la herencia de su padre.
¿Todo el reino? No, una población de frontera resistía al invasor…
¿Todo el reino? No. Una pequeña población de frontera, Zamora, resistía fuerte al invasor. Urraca de Zamora era la hermana favorita de Alfonso, y Alfonso la apreciaba como la mujer inteligentísima que era. Y una tía de armas tomar, además. Una mujer muy poderosa. Total, que Sancho conmina a su hermana a que desista toda resistencia. Ésta que no. Que ni pa Dios. Que le devuelva el reino a Alfonsito. Que no abre las puertas de la ciudad. Y el hermano mayor, cabreado, la sitia.
Pasaron siete meses. Una barbaridad de tiempo en estos asuntos militares de la Edad Media.
Ahí Urraca aguantando con un par. Como una jabata. Pero tanto tiempo de asedio es bastante molesto. Así que organiza un plan. Vellido Dolfos, que algunas fuentes dicen que bebía los vientos por ella, debía hacerse amigo de Sancho. Mucho. Para convencerle como fuera de que desistiera de toda intención contra los deseos de su difunto padre. Y Dolfos lo consiguió. Como que iba con él a todos los lados.
Vamos, que no salió a escondidas de Zamora. Estaba infiltrado en el puesto de mando de Sancho. Con el Cid al lado. Y consiguió que el nuevo rey le tuviera en buena estima. Tanta, pero tanta, tanta… que en un bosque cercano a Zamora desde el que en una cabalgada la observaba a distancia para controlar el asedio, se quedó a solas con él.
El abuelo de Sancho, Alfonso V el de los Buenos Fueros, murió en un sitio en Viseo (se quitó la armadura porque hacía calor y un arquero lo atravesó; curiosamente lo mismo le pasó a Ricardo Corazón de León 180 años después). A su tío, Vermudo III, lo mataron a lanza. Sancho murió mezclando las dos circunstancias, junto a otra menos elegante: observando las murallas desde un bosque cercano le dio un apretón, se bajó del caballo, y, confiado, le dio la lanza al caballero leonés. Y claro, Vellido dijo: «La ocasión la pintan calva».
Tras hacer lo que tenía que hacer, antes de que lo hiciera el Rey, Dolfos se lanzó a la carrera hacia el interior de Zamora. Urraca había advertido a sus huestes que le dejaran entrar si lo necesitaba, y aunque los cantares y leyendas dicen que el Cid se dio cuenta de lo que había pasado y le persiguió, le dio tiempo a meterse por una portilla de la ciudad de Zamora. A ésta (que posiblemente no fuera la misma) la llaman ahora ‘la de La Lealtad’. Porque Vellido es un héroe para los zamoranos leoneses.
Una vez muerto Sancho, las tropas levantaron el asedio y juraron fidelidad a Alfonso, que recupera el trono de León. Y García, según se entera también, vuelve al de Galicia, pero por poco tiempo porque el rey leonés le hace atrapar y le encierra de por vida en el castillo de Luna.
Luego viene la falsa historia de que el Cid estaba cabreado y le hizo jurar en Santa Gadea. ¿Cómo? ¿Que no se produjo tal evento? Pues no, por mucho que lo cuenten una y otra vez por ahí, el Campeador jamás hizo jurar a Alfonso VI que no mató a su hermano. Es una mentira propagandística castellana de un siglo posterior a su muerte. Rodrigo Díaz era un noble de alta alcurnia leonesa y pese a los enfrentamientos y desencuentros que tuvieron más tarde la mayoría del tiempo sirvió, y quiso servir, a Alfonso como vasallo suyo que era.
García murió en prisión 1090. El Cid en 1099 como señor de Valencia. Su mujer, Jimena, sobrina de Alfonso V (y por tanto prima de Alfonso VI) resistió dos años más con ayuda del rey leonés, pero abandonaron la ciudad. Uno de los nietos del Cid fue rey de Pamplona. El actual rey Felipe VI desciende de él.
Alfonso VI el Bravo, conquistador de Toledo
Resulta que durante el asedio de Zamora Alfonso se había escapado a la capital de su amigo el rey de Toledo. Y se estudió las murallas. Volvió y en 1085, cuando su amigo moro murió, regresó y conquistó la antigua capital visigoda. A Alfonso VI le terminaron llamando ‘el Bravo’. Le iba bien hasta que tuvo un par de derrotas críticas.
En una de ellas, Consuegra, murió el hijo del Cid, Diego, con 22 años. En Sagrajas todavía le fue peor. Aunque la conquista Toledo, hace de él un monarca importantísimo, ya que era el premio mayor que llevaban buscando todos sus antepasados monarcas asturleoneses. Lo curioso es que la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha no es del reino de Castilla, sino el de Toledo. Supeditado al reino de Burgos, como Castilla lo era a León.
Bueno, Castilla a León entonces, antes de independizarse (sí, los castellanos fueron los primeros independentistas separatistas cristianos de la península). Alfonso VI se intitulaba a sí mismo rey de León. Siempre. En prácticamente ningún diploma que se conserva de él se intitula rex castella. Y los poquísimos que hay están en duda de que no sean falsificaciones. En realidad Castilla no consigue separarse efectivamente de León hasta 1157 con la muerte del nieto de Alfonso VI el Emperador Alfonso VII.
Sí, es cierto que Castilla fue ‘independiente’ de 1065 a 1072. Pero como no cambiaron las leyes y Sancho quería reunificar León enterito para él, no se considera en Derecho una independencia real. Hasta la muerte del ‘Imperator Legionensis totus Hispaniae’ no lo es. Aquí en el minuto 30 de este vídeo lo comenta el catedrático de Historia del Derecho, aquí en el minuto 30 lo ratifica todo un catedrático de Historia del Derecho de la Universidad de Burgos, Emiliano González Díez. Nada de Fernán González. Todo invención. Alfonso VI murió en 1109 considerándose pricipalmente rey legionense. Quien lo llame Alfonso VI de Castilla está erróneamente equivocado. No se lo llamaba a sí mismo.
El Reino de León, injustamente olvidado
Es una verdadera pena que el Reino de León, del que nacieron Portugal y Castilla sea ahora ‘El Reino Olvidado’ (un Forgotten Realm, vamos). Porque la Historia de Hispania cambia mucho si se observa desde el punto de vista de sus documentos y diplomática y no basándose en las fantasías propagandísticas castellanas medievales de los cantares de gesta. Mucha falsificación hay, al estilo de la actual en Cataluña, en la imagen de la Castilla medieval.
Si muchos están acostumbrados a creerse los ‘cuentos’ castellanos que pretenden hacer incluso que Fernando I fuera el primer rey de Castilla —algo completamente desmentido por cualquier medievalista serio—, o que Castilla superó a León como reino principal con Sancho —y Alfonso VI era principalmente un rey castellano— es porque la historiografía autonómica y oficial lo ignora hasta tal punto de ocultarlo a toda costa en los libros de texto escolares.
Un reino que duró más de trescientos años (y aún más, hasta más de medio milenio si se tiene en cuenta que es el mismo que el Reino de los Astures) y que llegó a ser el cristiano más importante de Europa durante los siglos XI y XII, terminó completamente borrado de la memoria colectiva por las autoridades, pese a ser crucial en el poblamiento de España. Porque los leoneses son los ‘malos’ en el ‘Cantar de Mio Cid’.
Sin embargo, la visión anglosajona desmiente la supuesta ‘nula’ importancia del Regnum Legionensis. En la entrada de la ‘Enciclopaedia Britannica’ sobre él se indica: «…succesfully bore the brunt of the caliphate’s attacks». Es decir, León «tuvo éxito llevando todo el peso de los ataques del califato» en la Edad Media Española, a lo que añade: «Pese a que lo tachen los historiadores españoles de arcaizante, tipo bizantino, la evidencia de esto no es totalmente convincente». Una forma bastante flemática de los ingleses para decir que los castellanistas lo minusvaloran de forma más que injusta.
Así que cualquier polémica porque se renombre portillo de la Lealtad al de Vellido Dolfos en Zamora es poca cosa comparada con la verdadera historia de una familia real, la leonesa, que deja a la altura del betún al ‘Juego de Tronos’ de George R.R. Martin. En la que pasan cosas tan alucinantes que un noble, Vellido Dolfos, llegara a matar a un rey mientras a éste le daba un apretón. Está claro: un héroe en una circunstancia que es difícil de olvidar.
Y lo mejor de todo es que no es la historia más increíble del Reino de León. Contada de esta manera.
Fuente: https://www.ileon.com/ – Jesús María López de Uribe