POR JOSÉ MARÍA SUÁREZ GALLEGO, CRONISTA DE GUARROMAN Y LA MESA (CARBONEROS) (JÁEN).
He oído decir a muchas venerables abuelas, sobre todo de pueblo, que la liberación femenina comenzó el mismo día que se inventó la fregona, a finales de la década de los años cincuenta del pasado siglo XX.
Fue entonces cuando la mujer de su casa –de profesión sus labores, como se hacía constar en el carnet de identidad– dejó de fregar el suelo hincando las rodillas, para hacerlo de pie; manteniendo erguido no sólo el cuerpo, sino el talle de su dignidad, porque desde siempre eso de arrodillarse ha tenido connotaciones, más o menos piadosas, de humillación, vasallaje y sumisión.
La fregona, con su palo a modo de vara de mando, su mocho y su cubo con su cestillo escurridor –invento de un español, por cierto–, vino en aquellos años a poner en marcha una revolución doméstica en el mundo de la mujer, a la que la tradición y las buenas costumbres la habían tenido tirada por los suelos, trapo en mano y cubo en ristre, para tener la casa como los chorros del oro, y no ser objeto de críticas maliciosas por parte de sus propias vecindonas, mujeres también que tampoco se libraban de andar tiradas por los suelos, ni de ser reprendidas por maridos malcriados en el más denigrante machismo de la época. La mujer, tirada en el suelo, rodillas en tierra, en un principio, y agarrada al palo del mocho de la fregona después, no sólo le sacó brillo al suelo de su casa, sino que acabó viendo cómo se reflejaba en él la geometría irrenunciable de su dignidad.
Ciertamente hay inventos, como éste, que no han servido para que el hombre llegue a la Luna, pero sí para poner en órbita el respeto incuestionable hacia la condición de mujer, sea cual fuere la época. Aunque la fregona, como todos los acontecimientos históricos, sigue teniendo sus revoluciones pendientes. En este caso, la mujer, pese a fregar erguida, lo sigue haciendo con agua sucia.
La realidad es que, paradójicamente, muchas mujeres, durante el más de medio siglo de existencia de la fregona, han sido agredidas con el mismo palo que sustenta el paradigma de su dignificación.
Evidentemente, sólo con tecnología no se hace una revolución. Hay que seguir en la brecha luchando y no bajar la guardia.
¡FELIZ DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER!