VENTA CLANDESTINA DE TOCINO EN ULEA
May 13 2015

POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)

matanza

Como producto del cerdo, una vez sacrificado, la clase trabajadora y los pobres de solemnidad de Ulea, solamente podían costear el consumo del “tocino”: tanto salado como curado.

En nuestro pueblo se expendía el tocino, tanto en el matadero municipal como en los colmados. Era el alimento que, junto a un pedazo de pan o una torta de maíz o de cebada, podían comer los trabajadores del campo y sus familiares, ya que les proporcionaba las calorías imprescindibles para aguantar la dura faena diaria.

El Alcalde Francisco Yepes Montoro y el rabo alcalde Joseph Piñero López, atendieron el ruego del rematante de los arbitrios de la venta ambulante, en el matadero y en los colmados, de la carne de cerdo y, en especial el tocino. La situación era enojosa ya que los vendedores ambulantes de tocino lo llevaban en sus anganillas, envuelto en unos sacos mugrientos de grasa, ya que el sol y el calor de los sacos o de las mantas, lo iban derritiendo.

Como la venta era clandestina no pagaban impuestos y su contrata como rematante no resultaba rentable. Por si fuera poco, los tenderos de los colmados se quejaban de que venían vendiendo un tocino de baja calidad y, por consiguiente, más barato; lo que ocasionaba una competencia desleal.

Fue tal el clamor de los vendedores del pueblo qué, el día 27 de abril del año 1743, el rematante de la venta de tocino, en el pueblo, Diego Pérez Tejedor, consiguió que el alcalde confeccionara un edicto que se pregonaría por todo el pueblo mediante un bando; prohibiendo la venta ambulante de tocino, so pena de ser sancionados los vendedores clandestinos que no sacaran su licencia pertinente, tras el examen sanitario de la mercancía.

Dicho rematante, Diego Pérez Tejedor; que además era el cortador del tocino y controlador de las carnicerías públicas del pueblo, haciendo uso del nombramiento que le confirió la corporación municipal, con su alcalde Francisco Yepes Montoro, como Presidente de la misma, quedó como único controlador autorizado para el uso de la tabla de cortar tocino.

Como ese día 27 de abril de 1743 apareció en el pueblo, un merchante forastero que, por su cuenta y riesgo, cortaba sin tabla y vendía al público, el tocino, de forma clandestina, fuera de los colmados autorizados y sin la tabla reglamentaria, en detrimento de los intereses del rematante Diego Pérez, que tenía que pagar el canon reglamentario, contraído con el Ayuntamiento.

Ante tal situación, la corporación municipal, en sesión extraordinaria, se reunió el día 7 de mayo del año 1743 y, por unanimidad acordaron tomar la providencia pertinente.

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