POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
Noches de insomnio, tardes de siesta, mediodías de picadillo y gazpacho. Días amplios, largos, con mucha luz; tanta luz que duplican a los del oscuro diciembre. Estrellas fugaces en las noches de los cines de verano.
Vacaciones en el mar o la montaña.
Así es el verano, haciendo que chirríen los cangilones de la noria en el silencio de la tarde. Quedando fija y quieta a la higuera, que bajo su sombra zumban moscas y avispas, inquietando el ambiente de su fresca penumbra, donde una larga columna de hormigas trepa por su tronco.
Deseo en estas llamaradas anticipadas de calor de verano acercarme a Manuel Machado, hermano de Antonio para que nos retrate la época estival “Frutales cargados, dorados trigales. Cristales ahumados, quemados jarales. Umbría, sequía, solano.
Paleta completa, verano”.