POR MANUEL LÓPEZ FERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE VILLANUEVA DEL ARZOBISPO (JAÉN)
El coronavirus ha supuesto para España, además del gran dolor por las numerosas muertes, un auténtico vendaval de tristeza para el sector turístico. Benidorm ha sido una de las ciudades más afectadas por el bajón de visitantes. El miedo al contagio, ha motivado que sean numerosos los amigos y enamorados de estas aguas, los que no han venido este verano; los ataques de diversos gobiernos europeos, impidiendo o amenazando con medidas severas a sus ciudadanos, más el paro que ha sufrido el resto de España y otros países, han tumbado a este gigante de la vida turística por excelencia, Benidorm. La mitad de sus hoteles no han podido abrir o han tenido que cerrar. En julio, silencio, desolación tristeza y soledad en sus vías principales; diversos negocios con el letrero de cerrado o se traspasa. Agosto ha supuesto un ligero aumento de población, del inicio de nuevas actividades, como los barcos, que realizan la travesía a la isla o actividades deportivas marítimas y negocios de hostelería; calles y playas con mayor número de personas, pero nunca nada parecido a los últimos años. El virus sigue recorriendo toda la geografía española y mundial.
El turismo de invierno del INSERSO, tal vez no se realice, lo que aumentará el paro, en una temporada para olvidar. Solamente me queda el deseo que se tomen las medidas adecuadas para que esta ciudad y todas las empresas españolas en general y sus trabajadores, puedan retornar a su trabajo de manera permanente.
Playas parceladas
A través del Diario “Información”, en su versión digital y de amigos en esta ciudad, he seguido, desde mayo, los distintos comentarios de la organización de las playas para recibir a los ansiados y esperados visitantes. Noticias que parecían dificultar la utilización de sus doradas arenas y transparentes aguas: los lugares para las entradas, salidas, tiempo de utilización, limpieza, cómo sería la parcelación, la puesta en marcha de una página Web para pedir cita diaria…comentarios que iban cambiando cuando se acercaba la fecha del 21 de junio. Daban el número de 5.600 parcelas para la playa de Poniente.
Opino que su parcelación, ha sido un acierto, unos espacios de 4×4 metros cuadrados para cuatro personas, separadas por unas cuerdas “marineras”, sujetadas a diferentes palos hincados en la arena. En la playa de Levante se puso en marcha la página Web para solicitar plaza para las parcelas, con diversos problemas en los primeros días. En Poniente no ha llegado a aplicarse esta página. Aquí se formaban colas de personas con sus sombrillas y sillas para entrar en la playa. En ambas playas se han destinado unas parcelas con cuerdas verdes, para los jubilados
Se ha podido pasear por la orilla del mar y bañarse desde las siete de la mañana hasta las ocho cuarenta y cinco que debía todo el mundo abandonar el lugar. La policía local en dos kuarts recorría todas las mañanas el lugar, para pedir a los “rezagados” su salida. Las playas se han cerrado al público a las nueve y media.
Cola para entrar a la playa
Si en años anteriores se madrugaba para colocar las sombrillas en la playa, ahora se hace cola, en las distintas entradas, cargados con los utensilios playeros. A veces en el tiempo de espera, surgen las conversaciones y comentarios de todo tipo, con el intercambio de opiniones, entre los madrugadores, debemos destacar en los días de agosto a Simona, Antonia, Mari, José (de Martos), Ana, varios Antonios, Jaime … que esperan la llegada de Sonia, que es la responsable de a las nueve en punto y tras repetir varios días la normativa, ir dando paso ordenadamente…
En los primeros días levantó curiosidad la cola formada por las personas y el momento de entrada por las rampas o escalera de los bañistas, siempre manteniendo un orden. Se obtenían fotos por los transeúntes antes este novedoso hecho. Unos “san Fermines” a la espera del “chupinazo”.
Limpieza
La limpieza de la arena, como siempre, se realizaba durante la noche. La máquina utilizada para limpiarla, iba precedida de dos personas que de manera hábil, recogían las cuerdas para facilitar la labor. Una vez finalizado el recorrido y limpieza, volvían a extender los palos con las cuerdas y colocarlas de una manera rápida, quedando preparadas para su utilización. En la madrugada, un nuevo equipo recorría los espacios, para comprobar que toda la extensión de playa estaba correctamente distribuida. Excelente el trabajo que se ha realizado.
Los “vigilantes de la playa”, una matrícula a su trabajo
Una serie de jóvenes han sido contratados estos meses hasta septiembre. Colocados en distintos lugares de entrada a las playas, eran los responsables de dar paso a los usuarios a las nueve en punto de la mañana. Controlando de una manera eficaz el número de parcelas que se ocupaban y las que iban quedando libres. En los momentos en que el aforo estaba completo, se comunicaban con sus compañeros próximos para conocer si había lugares libres, atentos a poder complacer a todos los bañistas. Gran labor la realizada y que ha resaltado el amor por lo que se hace, contribuyendo a valorar el nombre de Benidorm, en uno de los veranos más complicados. Han controlado, que todas las personas, que entraran o saliesen de la playa, tuvieran puesta su mascarilla.
Su labor ha sido valorada de manera positiva por los usuarios, que piensan que debía mantenerse para todos los veranos este sistema.
El equipo responsable de atender a los usuarios, además de los que atendían en las puertas de entrada han participado otros compañeros, que como “inspectores de playa” han controlado recorriéndolas y conociendo la problemática que surgía e intentando coordinadamente resolverla.
Personajes en busca de un autor… a pie de playa
A lo largo de los paseos matinales, se encuentran una serie de personas que son “diferentes” al resto. En las primeras horas de la mañana observo a todos los que transitan por el paseo de Poniente.
Corredores de todos los estilos, la señora que corre cada año, con estilo y ropa característica; el señor que lleva la bombona de oxígeno a la espalda, capaz de recorrer diariamente todo el trayecto de Poniente; José con sus 90 años operado de cadera, caminando con su muleta; el que con marcha “legionaria”, recorre varias veces el largo paseo; la joven vestida de negro que realiza varias veces este trayecto; el matrimonio, veterano que con su “marcha” da muestra de una larga experiencia en maratones; la joven que corre tras dos bicis conducidas por niños perfectamente equipados, y que empuja un carricoche con un niño, pequeño, dentro, a una velocidad de gacela.
Josefa; vamos a llamar así a una mujer “mayor”, con moño o coleta, toda, vestida de negro con una amplia mochila cargada a su espalda, que empuja un carro, perfectamente ordenado, y que se entretiene, con un palo terminado en punta en sacar de las hierbas y debajo de los bancos de asiento, latas, bolsas de plástico… una silla vieja detrás de una columna, que ella coloca a la vista de todos y las deja a la vista de los responsables de recoger la “basura”, o da de comer a las palomas que encuentra, echándole algunos granos de trigo. A veces Josefa, se para para hablar con ella misma, mientras sus manos nerviosas parecen vivir aventuras pasadas. Uno de estos días tras este diálogo interior, gritó “Mar, cómete la playa”. Otros días su caminar es un auténtico discurso en alta voz, sobre la limpieza de los lugares y de las playas, el peligro de arrojar bolsas de plástico al mar…
Francisco: – nombre ficticio- Es alto, delgado, pelo blanco fruto de los años y de su sabiduría. Pasea por la playa descalzo, con una bolsa en la mano, donde guarda las zapatillas. Diariamente revisa si los palos soporte de las parcelas, están bien sujetos, Si hay alguno caído lo coloca correctamente; revisa y ordena las cuerdas si están desordenadas o quita y pone en la papelera algunas piedras de mayor tamaño que pueden dañar a los paseantes.
Sebastián Velarde, una sonrisa permanente.
Sebastián nació en Perú. Llegó a Madrid en noviembre y se desplazó posteriormente a Benidorm a casa de una tía de su esposa. En Perú se ocupaba de la venta de productos de un laboratorio farmacéutico.
Es el responsable de los hidropedales en la playa de Poniente, Vio el anuncio de trabajo en internet y llamó telefónicamente. Días después paseando con sus hijos por la playa, observó como descargaban los seis aparatos y se acercó al propietario. Quedaron en llamarlo y lo hicieron al día siguiente. Observamos la sonrisa, permanente en su trabajo que no cesa, cuando debe arrastrar desde el agua los patinetes, de gran peso, Nos indica que de su época de comercial comprendió que una sonrisa abre numerosas puertas; “no pierdo la sonrisa ni cuando riño con mi mujer o regaño a mis hijos”. Una vez que finalice la campaña veraniega buscará trabajar en la construcción o en la hostelería.
Le ayuda en su tarea su hijo, Enzo Miguel, también dotado de una gran fuerza para el manejo de los hidropedales. En este trabajo les ayuda de manera eficaz, Julio Gabriel, que es un especialista en el manejo de la piragua y responsable de la lancha, para socorrer o ayudar a los que estuviesen necesitados.
Sebastián ha encontrado en nuestro país siempre manos tendidas para ayudarle.
Velarde, apellido de uno de los capitanes que se enfrentaron a las tropas de Napoleón en 1808. Hoy Sebastián deja en las playas su fuerza de Hércules, y la sonrisa de querer y sentir lo que hace. Una vez que finalice el verano le gustaría trabajar en la construcción o en la hostelería.
José María Yañiz
Este corredor veterano, es asiduo visitante de Benidorm desde hace unos cuarenta años. Su cuidada forma física, hace que no aparente sus setenta y cinco años. Natural de Vitoria, ha practicado siempre el deporte. En su juventud jugó al fútbol en Tercera división. Quedó arraigado su amor para practicar la marcha o gimnasia deportiva. Pertenece a una sociedad gastronómica, reuniéndose con varios amigos en una merienda, los viernes. En su localidad es habitual corredor por los parques y lugares habilitados. Al llegar a Benidorm lo primero que saca del equipaje son sus zapatillas de deporte. Cuando el sol duerme todavía, José María charla con algunos amigos y baja a la playa donde da comienzo a su carrera habitual, descalzo, recorre en varias ocasiones toda la playa de Poniente, intercalado con algunos ejercicios. Un modelo de tesón deportivo y personal.
Antonio Romero
De origen extremeño, Segura de León, (Badajoz) vive en Valladolid desde 1975 ciudad a la que ama como adoptiva. Conoció Benidorm hace ocho años, se enamoró de la playa de Poniente y aquí llega cada verano. Veterano de 72 años, todos los días a las cinco de la mañana se pone en marcha para recorrer los siete kilómetros de recorrido, ida y vuelta, caminando. Ha hecho amistades en los encuentros diarios, un saludo primero, y breves charlas después. Este verano ha estado los meses de julio y agosto, recibiendo la visita de sus hijos desde Valladolid o Alemania.
Desde que comenzó la pandemia no se ha afeitado la barba. La parcelación le ha parecido una gran idea y es partidario de que continúe el verano próximo.
Compañero en la cola para entrar a la playa, las charlas han ido del deseo que se atiendan las peticiones de mejora en carreteras, sanidad, educación de nuestras regiones, a la vida diaria en Benidorm o el desarrollo del coronavirus.
Verónica Cortés, socorrista
Pertenece al grupo de personas responsables de la seguridad de todos los bañistas, subida a su atalaya, como socorrista.
Excelente la labor que realizan, es a ellos a los que acudimos cuando sufrimos algún percance: caídas, picaduras de medusas o algún pez, golpes; y la pérdida de algún niño pequeño. He comprobado su trabajo, indicando el lugar de Cruz Roja, para ser atendidos, o llamando al servicio de ambulancia para que atiendan a las personas necesitadas. Conozco la actitud positiva para ayudar y dar solución a los problemas. Hoy, una persona mayor con una herida, que en pocos minutos ha sido atendida en la playa, tras desplazarse la ambulancia.
Están atentos siempre del cuidado de los niños pequeños, que solos se adentran en el agua; los días de olas ante el peligro de golpes o arrastre y también el cuidado con los mayores ayudándoles a subir los desniveles que se forman en la orilla. En otras ocasiones han tenido arrojarse al agua para sacar a algún bañista que ha tenido problemas a punto de ahogarse. Gracias a Verónica y a todos los que cuidan la salud de todos los bañistas.