POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Entre cronistas, ante el menú del restaurante Lupa, en Cudillero, que incluía garbanzos, salieron a colación denominaciones de esta legumbre. Pepa Sanz, la cronista de Avilés, decía que también al garbanzo se conoce por gabriel, y por trompito. En Canarias dicen garbanzas; otros, por metátesis, pronuncian grabanzos; el nombre en latín es “cicer arietinum”, y Cecilio Testón, cronista de las Peñamelleras, dijo que al garbanzo se le puso cícero por Cicerón. En Roma era común entre agricultores el nombre de Léntulo (de lentejas), Fabio (de haba)…, pero en el caso de Cicerón salió de una verruga que su abuelo tenía pegada a la nariz. Cícero es de hecho una medida tipográfica que corresponde al tamaño de la letra con que se imprimió, en 1469, “Epístolas familiares”, de Cicerón, equivalente a la susodicha verruga. Yo pedí al camarero que me cambiara los garbanzos por crema de nécoras.
Fuente: http://www.lne.es/