POR JOSÉ ANTONIO AGÚNDEZ GARCÍA, CRONISTA OFICIAL DE MALPARTIDA DE CÁCERES (CÁCERES).
Viaje el fin de semana por tierras de León, de donde -dicen- vienen nuestros ancestros. Como cada año, estas escapadas combinan a la perfección el enoturismo, la gastronomía, la naturaleza, el patrimonio cultural y el arte, y, sobre todo, sobre todo, la confraternización y las muchas risas que echamos con los amigos. Hogaño tocó conocer la bodegas Pardevalles en Valdevimbre, el pueblo de las mil cuevas donde se hacía y conservaba el vino. Luego, León, en cuya plaza Mayor degustamos el famoso cocido maragato, ahí es nada, con una larga y posterior visita -para rebajar- a su famosa catedral -maravilla de vidrieras- y sus muchas obras de arte, así como a la Casa Botines y sus barrios húmedo y romántico. Nos guió Raúl, un historiador del arte cordobés que conocía a la perfección el Museo Vostell Malpartida. ¡Como en casa, vamos!. Al día siguiente, camino de las Médulas. Impresionante el paisaje e impresionante el día de agua y viento que tuvimos. Y ya en Ponferrada, a comer el botillo -plato de buche con garbanzos y chorizo sin apenas colesterol- «¡Madre mía!
Atravesamos el Sil, que venía crecido y paseamos la ciudad en una tarde lluviosa, quedándonos por ver su castillo templario y el Museo de la Radio dedicado a Luis del Olmo, ponferradino y botillero de honor. Otra vez será. Y para rematar el periplo, el domingo visita a la aldea medieval del Castrillo de los Polvazares, pueblo de carreteros, y Astorga, con su catedral, su palacio episcopal gaudiano -espectacular- y su sabroso museo del chocolate. Sí señores, el vino «no» es la única obra de arte, pero si una de las mayores. Esperando ya la del año que viene.
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