POR MANUEL LOPEZ FERNANDEZ, CRONISTA OFICIAL DE VILLANUEVA DEL ARZOBISPO (JAÉN)

Me encuentro en tierras alicantinas, cercanas a la ciudad de Orihuela, lugar donde el poeta Miguel Hernández nos dejó su imperecedera “Elegía a Ramón Sijé” y cuyo verso “Temprano levantó la muerte el vuelo” hoy cobra para nosotros verdadero significado. Eso fue lo que, en mi caso, realmente sentí al recibir la triste noticia de tu último viaje; comprendiendo que no hay nada mejor para cantar el dolor que supone la pérdida de un amigo.

Brotaron, de repente, como borbotones, las fecundas aguas que, desde la infancia y la juventud, te condujeron hasta tu última visita a Villanueva: La asistencia a las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia en la calle Morales; los estudios en la Academia de Segunda Enseñanza, de Magisterio… ; aquella inolvidable época en que subías a estudiar a mi casa y citabas el trabajo intenso de las asignaturas de Magisterio, y las meriendas que nos preparaba mi madre; la presentación de Santi, su mujer, en la verbena de la Plaza de Abastos, que siempre has recordado como el mejor regalo que te
llegó en la vida; esa promoción de opositores a maestros, destinados a tierras gaditanas y que a ti te condujeron hasta Puerto Real.

Aquí, en Villanueva, nos dejaste tu seña de identidad y tu trabajo, mediante una excepcional ayuda a la cultura local. Citaré, a modo de ejemplo, algunos de tus textos, informatizados, con un excelente tipo de letra para la lectura, los relativos a la Historia Taurina, La Cañada de la Madera, la Historia de Villanueva de Doña Nieves… textos antiguos que supiste leer y adaptar; junto a otros legajos como los del Catastro de Ensenada de Las Villas ¡Y cómo olvidar ese tan esperado periodo vacacional, intercambiando carpetas cuyos textos enviabas con gran precisión y mimo, y que supimos aderezar con las ya tradicionales cervezas en el “Bar de Paco Méndez”.

Son y serán imborrables las tertulias que en él mantuvimos, cambiando impresiones sobre tus compañeros del Instituto de Enseñanza Secundaria ”Virgen del Carmen”, donde fuiste inmensamente feliz, impartiendo clases de historia y siendo muy querido y respetado por alumnos y profesores. En ellas, recordaba con regocijo los trabajos y numerosos viajes de tus dos hijos, Julián y Emilio; los primeros pasos y cuidados de tu nieto o las publicaciones culturales llevadas a cabo en Puerto Real.

Hoy acude con fuerza a mi memoria el texto que escribiste en el año 2011, utilizando como título, una frase de Platón: “No dejes crecer la hierba en el camino de la amistad”. ¡Te aseguro que, durante estos días, lo he vuelto a leer con auténtica delectación mientras te recordaba contemplando una de tus fotografías en aquel acto!

Tus aportaciones a las revistas ”La Moraleja” y “Reina del Olivar”, junto a sendas colaboraciones en el Programa de Fiestas Local, así como el prólogo que
elaboraste para el libro de José Antonio Yeste: “Villanueva del Arzobispo: Ciudad Tabernaria. La universidad de la barra del bar”,acreditan tu enorme valía; y no sólo a nivel intelectual sino también en lo que a tu calidad humana se refiere. La ayuda que prestaste en el bar de tu padre, Julián, te otorgó un poso de sabiduría y de conocimientos que supiste trasladar más allá de la barra del bar; reflejándolos en la vida cotidiana de la tierra que te vio nacer, a través de numerosos textos que forman parte, con acierto y profundidad, de la propia antropología villanovense.

Fuiste igual de activo, amigo Vicente, en “Sevillanueva”, grupo nacido en la capital andaluza y actualmente extendido a otros villanovenses en distintas regiones de España. Su finalidad no ha sido otra que la difusión, estudio y convivencia sobre nuestra localidad. En este sentido he de anticipar que, en el inicio del presente curso y en una próxima reunión del mes de octubre, se leerá la aportación que, a tal fin, tenías prevista: “La fuente de las Monjas de Santa Ana”.Al hilo de esta semblanza religiosa cabe destacar tu participación en las XIII Jornadas Históricas de las Villas, en abril de 2018, donde ofreciste la magnífica ponencia:“ El Archivo del convento de Santa Ana, de Villanueva del Arzobispo”; tema que conocías y dominabas a la perfección, tras haber realizado la transcripción de todos los legajos del Convento.

En el pasado mes de julio, a todos los componentes del grupo “Sevillanueva” nos extrañó tu silencio. La injusta sombra del destino ya había posado sus tentáculos sobre ti cuando aún te quedaba mucho por vivir; sin otorgarte siquiera la posibilidad de expresarnos nada relacionado con tu enfermedad. Esa fatídica sombra llenó de tristeza y de dolor a cuantos te conocimos y valoramos, tal y como mereciste. Y también afectó, cómo no, a los compañeros y alumnos a quienes entregaste tu vida y magisterio en el Instituto de Educación Secundaria. de Puerto Real.

Tu sección de “Refranes y dichos populares” llegó hasta nosotros rebosante de alegría e inundándonos de la magna sabiduría popular que supiste recabar. Uno de esos refranes, “Agosto, frío en el rostro” se cumplió en todos y cada uno de los familiares y amigos que te estimamos; aunque no fue sólo frío sino intenso hielo de dolor el que nos traspasó este mes con tu partida hacia “el viaje definitivo”. Pero nos queda tu grato recuerdo, siendo conscientes de que supiste esparcir, como nadie, la semilla del amor por Villanueva. Tu nombre e imagen seguirán apareciendo en los numerosos documentos en los que trabajaste y que, sin duda, seguiremos leyendo y consultando.

Por ello, amigo Vicente, tu recuerdo será eterno. Ésta ha sido, al amparo del egregio poeta, mi más sincera y profunda Elegía dirigida hacia ti, “porque aún tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero”.

FUENTE: M.L.F.