POR MANUEL MEDINA CASADO, CRONISTA OFICIAL DE LOPERA (JAÉN)
Hay personas que tras su fallecimiento siguen latentes en el recuerdo los que compartieron generación, sus amigos y conocidos, incluso en el recuerdo de la generación posterior a la propia, la de sus alumnos o seguidores. En una palabra, que “hicieron escuela”. No fueron unos solitarios de la escritura, la enseñanza, el periodismo o el pensamiento.
Vicente Oya Rodríguez hizo crónica de la buena.
Él y el cronista oficial de Campillo de Arenas, Enrique Fernández Hervás, fueron los fundadores de la Asociación Provincial de Cronistas, que hoy cuenta con unos 60 miembros y con una enorme obra publicada en las actas de los congresos provinciales bianuales, de los que ya nos ha publicado la Diputación Provincial trece volúmenes con más de un centenar de trabajos de nuestras entidades locales, villas y ciudades.
Sí, Vicente Oya ha creado “escuela” en varios órdenes. Sobre todo desde su bonhomía, su bien hacer y saber estar. ¿Tenía defectos? ¿Y quién no? Sin embargo yo nunca lo vi alterado, iracundo o nervioso. Alguna vez enfadado o contrariado, pero siempre con respeto.
Incluso a los que estaban ausentes. Yo le pedí consejo y opinión muchas veces. Casi siempre me dio ideas positivas y válidas.
Hace unos días un amigo, doctor en Historia, comparaba a Vicente con Alfredo Cazabán Laguna, nuestro antiguo cronista provincial, ubetense de comienzos del pasado siglo XX. Ambos tenían una gran valía para el periodismo, e incluso un aspecto físico semejante, ya que han quedado múltiples fotos de los dos donde se puede apreciar cierto aire bonachón. Don Alfredo era el director y propietario de la revista mensual Don Lope de Sosa. (1913-1929). Esa fue la gran obra de don Alfredo. Mantengo, sin embargo, que la gran obra de Vicente es de tipo social y fruto de su gestión y labor entregada —aunque con sus pequeños defectos o arrugas— la Asociación Provincial de Cronistas Santo Reino de Jaén, fundada en 1989.
También fue un amplio escrito-informe de su escritorio, el que se recibió en el Ayuntamiento de Lopera proponiéndome como cronista oficial, que fue aceptado por unanimidad del Consistorio Municipal. Otro tanto se puede decir de una docena de cronistas de aquellos años ochenta o noventa que también fueron propuestos por Vicente Oya. Nuestro presidente me honró incluyéndome en la primera junta directiva de los cronistas oficiales, como vicepresidente único. Aquello fue tras la aprobación de la asociación, en torno a 1990 o 1991.
Hoy en día, a algo más de los dos meses de su fallecimiento, aunque Vicente ya ha tenido, tiene y seguirá teniendo quién escriba de él, debemos seguir refiriéndonos a su persona y obra, contando anécdotas y curiosidades de tan dilatada y fructuosa vida. Era muy concienzudo en sus empresas. Muchas, muchas veces “daba en el clavo”, como se suele decir.
Quiero contar, antes de finalizar, lo que nos refirió a más de uno de sus colegas, con cierta sorna, pero con agrado interior. Como quiera que se le iban acumulando los homenajes y reconocimientos, llevan hoy su nombre un colegio de Cambil, su pueblo; una placeta ajardinada del Parque del Seminario, era presidente de honor de nuestra asociación, cronista oficial de la provincia, cronista oficial de la Ciudad de Jaén, etcétera. Vicente nos decía “me vais a matar de una hemorragia de satisfacción honorífica”.
Ciertamente, en los comienzos del pasado curso académico 2015/2016, en octubre, Vicente llegó al zénit de su carrera como cronista, tras el tercer Congreso de la Real Asociación Española que se celebraba en nuestra provincia, después del de 1979, en la Capital y el de 2009 en Cazorla. A las pocas semanas sería nombrado por la Diputación Provincial cronista oficial de la provincia. Tenía proyectos y ganas de ejecutarlos, como nos transmitió en una junta directiva, pero no ha podido ejecutarlos. Descanse en paz.
Fuente: http://www.diariojaen.es/