En la vida de las personas y de las instituciones se produce, en contadas veces, la satisfacción de encontrar a hombres íntegros, honrados y comprometidos con los demás. Esto es lo que particularmente me ha sucedido con Vicente Oya Rodríguez, en cuyo mundo arribé no hace mucho tiempo. Mas, ello no fue óbice para aproximarme profundamente en su trayectoria humana y humanística, ya que en él se condensaba de manera completa y muy bien resuelta una serie de actividades, a las que te sabía acercar a través de su humildad y desprendimiento.
En estas líneas no sólo deseo mostrar de forma particular mi opinión, sino también la de todos aquellos que integramos la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales, que me honro en presidir, en la que Vicente ostentó la distinción de Miembro de Honor, y en la que gozaba y continuará gozando de un profundo respeto, que será siempre conservado en nuestro recuerdo.
A pesar del poco tiempo, fueron muchas las horas que hablé con él, pudiendo comprobar la gran admiración que las gentes de esta tierra giennense le tenía, observando en su paso por las calles que siempre tenía en su boca palabras amables para los que lo paraban y de cómo de forma reverencial se le dirigían a él como “don Vicente”.
Con Vicente y en su ambiente se gozaba de anécdotas por él vividas en todas aquellas tareas en las que se había visto involucrado, recordando muchas veces a personas y hechos que tuvieron protagonismo en la historia Jaén.
Su trabajo en la prensa escrita giennense merece serle reconocido, pues con ello cumplía día a día rayando en vocación.
Vicente Oya, era de las personas que pudo sentirse satisfecho de haber recibido muchas distinciones en su vida, entre ellas, ya no sólo los nombramientos como Cronista Oficial de la Ciudad y Provincia Jaén y de su villa natal, Cambil, sino también el tener rotulada una plaza con su nombre en el Parque del Seminario, desde la que se acercaba, ya está con Él, al “Abuelo”, y desde la que dirigía su mirada a su catedral y en ella al Santo Rostro.
Vicente era amor a Jaén, era compromiso con APROMSI, era Asociación Provincial de Cronistas Oficiales del Reino de Jaén, era Real Asociación Española de Cronistas Oficiales. Pero, Vicente, era mucho más y, sobre todo, humanidad, deber social y un hombre profundamente religioso. Era esposo, padre y abuelo hasta lo más profundo, destacando su obligada, aceptada y cariñosa dedicación a su niña, a su Isabel, en compañía de su otra Isabel, su esposa.
Creo que tuve, tuvimos, la fortuna de tenerlo entre nosotros. Y sólo me resta, terminar con la frase que él remataba cualquier gesto que recibía de los demás: Vicente, “que Dios te lo pague”.
Antonio Luis Galiano Pérez
Presidente de la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales