POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Hace unos días, concretamente el fin de semana pasado, se han celebrado las tradicionales Jornadas Taurinas de Arévalo en su edición veinticuatro, años que avalan la fuerza y buen hacer de la Peña Taurina y la afición arevalense, como ha informado este Diario de Ávila.
No, no ha sido una edición más, con haber sido muchas las noches taurinas extraordinarias y brillantes que hemos vivido a lo largo de estas ediciones.
Una de las cosas que han caracterizado, a mi modo de ver, el prestigio de estas jornadas, y por encima de todo, es la seriedad mostrada en todas las ediciones y en cada una de ellas, la versatilidad y actualidad de los temas que centraban el protagonismo de cada año; en los grandes personajes del mundo de los toros que nos han visitado a lo largo de ellos, los toreros de oro y de plata, las madres de toreros y los más notables novilleros; cortadores y corredores de los festejos populares, y los festejos mismos; los ganaderos más afamados; los doctores cirujanos de plazas importantes de primera, los veterinarios… y las plazas, cuando la voluntad popular estaba pensando en nuestra plaza fija, la hoy flamante, amplia, vistosa y segura plaza, y moderna que se construyó en unos meses. Muchos aspectos que han completado el panorama taurino en sus aspectos más notables, y también en los más desconocidos. Y todo con un buen hacer de la Peña, artífice que ha hecho realidad tantas noches especiales vividas, unidos como una piña, y además de otras muchas actividades.
Recuerdo aquella primera noche taurina, de charlas, en la sala «de la Caja», que la propia obra cultural organizó. Poco después comenzaron estas jornadas de la Peña Taurina Arevalense, que han continuado su cita anual puntualmente, salvo el paréntesis de la pandemia, y ha regresado casi en su formato total, con fuerza y gran respuesta popular. Como hemos dicho tantas veces, «había ganas…».
Luego, tras la recuperación y restauración de la iglesia de San Martín Obispo, un espacio para la cultura que fue el centro de la obra cultura de Caja de Ávila, y el lugar de tantas citas culturales y sociales de la ciudad. Pues aquí pasaron siendo éste un extraordinario marco para su celebración. ¡Cuántas alabanzas salían de los personajes invitados a asistir a estos eventos! Yo a veces he citado este Espacio Cultural de San Martín como «templo de la cultura»… Ahora tenemos una nueva época en la que sigue en esas funciones culturales y un compromiso con la fundación Adrastus-Lumbreras.
Es imposible plasmar en sólo unas líneas una historia tan amplia y densa de actividades y tantas noches de triunfo.
Yo hoy quería tener un recuerdo muy especial a un apellido que es un gran puntal en la tauromaquia moderna: los Victorino Martín, padre e hijo, que ambos están vinculados a estos eventos taurinos. El nombre mágico y emblemático, «los Victorinos», los toros y los creadores de su encaste.Al padre, el ganadero, se le ha querido y respetado mucho en esta plaza de Arévalo, la de toros y la propia ciudad, donde acudió cuando era demandado y sus múltiples ocupaciones le permitían. Visto en el callejón de nuestra humilde plaza en algunas ocasiones.
Hoy, Victorino hijo, el veterinario y continuador de la ganadería familiar, tras su brillante alocución en las últimas jornadas, ha regresado a esta ciudad, después de triunfar en la pasada Feria de San Victorino, y no es un error ni una redundancia, es sólo una casualidad, nuestro Patrón, su feria, y el ganadero, coinciden en el nombre…
Victorino nos dio una gran lección taurina, como gran conocedor de ese mundo tan especial, pero, no sólo en los aspectos taurinos, y de ganadero, sino en toda una forma de vida. Es un hombre con mucho fundamento, muy preparado, «bregado» y bragado en estos temas y en la forma de verlos y analizarlos. Sus opiniones son fundadas y rotundas, un hombre muy puesto y capeado en estos temas, que nos dio una lección, hablando de los antitaurinos, que solo con el respeto mutuo será posible la convivencia, con el respeto a las minorías, aunque los taurinos no lo son.
En fin, mi humilde homenaje a estas jornadas en todas sus dimensiones, a los artífices y, si me lo permiten mis compañeros de peña, especialmente a la figura de Victorino Martín, tan querido en la ciudad, tan admirado por el mundo del toro, como contertulio de calidad y como persona, siempre cercana y dispuesta. Gracias por estas noches taurinas.