POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Les cuento. Hace unos 40 años Editorial Everest S.A., de León, nos encargó al catedrático D. José María Artero y a mí la redacción de un texto para el entonces curso 8º de EGB. Eran tiempos en los que la edición de un texto de enseñanza debiera ser autorizada por el Ministerio de Educación y ese Organismo dictaba las correcciones que debieran realizarse para conseguir tal aprobación.
En la Unidad 1, «La Tierra en el Cosmos», y hablando de cometas, el Prof. Artero había escrito que el COMETA HALLEY sería visible en nuestro planeta hacia el año 1986… «si Dios quiere».
Advertencia ministerial: «No parece oportuno involucrar a Dios en las predicciones de la Ciencia. Supriman esa expresión «.
Dicho y hecho. Pues como muy explicó Galileo con su ejemplo de vida anta la condena de la Inquisición: «En defensa de nuestros ideales hay que estar dispuesto hasta dar la vida… EXCLUSIVE».
Un servidor, saber lo que se dice saber, sobre cometas lo ignora todo. Pero como fiel seguidor de mis colegas los alquimistas, astrólogos y «brujos» medievales -y haciendo caso omiso de la advertencia del Catecismo que recomienda «no creer en agüeros, usar de hechicerías y cosas supersticiosas- si tengo «mis sospechas» acerca de la INFLUENCIA NEGATIVA que sobre las personas, sobre muchos otros seres vivos (animales y plantas) y sobre su comportamiento ejercen los cometas.
Fueron muchos los astrólogos de la antigüedad que predijeron catástrofes naturales (terremotos, tormentas, vulcanismo…) y muertes de personajes relevantes (políticos, reyes, emperadores…) una vez observada la aparición de un cometa («estrella que en el cielo marcaba un camino a seguir».
Se dice que la bíblica «estrella de Oriente.» que guió a los Magos hacia Belén era un cometa y que si bien es cierto que anunció una noticia feliz -el Nacimiento de Jesús de Nazaret- también predijo otra nefasta: el asesinato de los Santos Inocentes por orden de Herodes.
Bueno, bueno… ustedes opinen lo que quieran.
Yo me inclino por insinuar que la presencia cercana a la Tierra de un cometa «no deseado ni previsto» provoca una perturbación, una alteración, en los campos gravitatorio y magnético terrestre, lo que acarrea consecuencias en la conducta y en la salud de los seres que pueblan nuestro planeta.
Más aún, me atrevo a decirles que esto no es «una historia más del Fidalgo»; es una realidad que he comprobado cada vez que «aparece» uno de esos «turistas luminosos».
Otra vez «bueno, bueno…»
Pues resulta, amigos míos, que en estos días veraniegos -y el momento cumbre será el próximo día 23 de julio- tenemos la visita del COMETA C/2020F3, al que bautizaron con el nombre de NEOWISE. Es un «turista» que viene poco por aquí y solamente de tarde en tarde nos saluda «de pasada». La Ciencia predice -y acertará, si Dios quiere- que no volverá a vernos hasta el año 8.766; es decir, hasta dentro de 6 746 años.
No es que sea un tiempo muy largo, pero…
Otra vez «bueno, bueno, bueno…»
Pues «como no podía ser de otra manera» (frase muy en boga por los políticos y comentaristas actuales), los «chiflados» de turno («La llocura non tien cura») y los apasionados de «les afotos nocturnes», ya se fueron «perendi p´allá» a buscar al cometa por tierras castellanoleonesas, entre palomares y trigales de oro.
Otros, se quedaron en Gijón y también testimoniaron si visita a tierres «playes».
Ahí tienen tres «afotos» del cometín, de los trigos y del palomar. Me dicen que, amenazantes, les ladraban los perros. No me extraña: locos y cometas no se ven todos los días.
FOTOS DE ANA FIGAREDO ALVARGONZÁLEZ (Cometa Neowise en el cielo gijonés), FIDI FIDALGO (cometa y palomar) y JOSE MANUEL VALLE QUINTANA (Vía Láctea, palomar y trigos).