POR MARÍA TERESA MURCIA CANO, CRONISTA OFICIAL DE FRAILES (JAÉN).
En la Edad Media, el paisaje vegetal del término alcalaíno queda distribuido de la siguiente manera: alrededor del núcleo de población se situaba un círculo de tierras cultivadas, entre las cuales, las más próximas a las viviendas se hallaban dedicadas a huertas y plantaciones arborescentes, mientras que, las más alejadas estaban ocupadas por el cereal. Mas allá de estas se encontraban los terrenos incultos en los que se desarrollaban las formaciones herbáceas, de matorral o de bosque.
La condición fronteriza fue uno de los rasgos de la personalidad de Alcalá la Real y los territorios que conformaron el término desde la Edad Media, condicionó su desarrollo a todos los niveles. Como no podía ser de otra manera la actividad económica eminente en unos territorios así de peligrosos fue la ganadería. Este medio de subsistencia llevó aparejado la creación de una serie de cañadas y veredas por los que mover el ganado de unos pastos a otros.
La tierra de Alcalá en la Edad Media estaba ocupada por importantes áreas de bosque en diferente situación unas más intactas y otras con una acusada desforestación. Las masas boscosas mas destacadas eran: La Camuña, Monreal, el monte de las Atalayas, los Barrancos de Charilla, Monte del río Huesna, Atalaya de Almahuel y el Encinar de Locubín.
A partir de los datos que nos aporta el Libro de la Montería, se observa que existía una zona boscosa, dispuesta de forma circular, en torno a Alcalá, que se situaba desde los relieves más altos hasta los 700 metros aproximadamente. No se trata de una franja continua, sino que quedaba interrumpida por los cursos de los ríos y también por zonas de cultivo. En estas zonas boscosas, lentamente se fue produciendo una serie de claros como consecuencia de la utilización de sus leñas y maderas que al mismo tiempo la hacían mas utilizable para el ganado.
Era frecuente que cada cierto tiempo se mandase a los jurados a la llamada Visita de Términos, que consistía en revisar los mojone Somos conscientes que muchos de los mureños, sobre todo los más ancianos saben más de éste tema que todos los Archivos, pero aún sabiéndolo nos arriesgamos, pues creemos es interesante saber que decían los antiguos sobre esos caminos que tan importantes fueron para personas animales, mercancías y como portadores de ideas y cultura. Aún así creemos muy interesante conocer lo que se dice en textos de otras épocas sobre como eran aquellas veredas y por los lugares que transcurrían.s que dividían el término de la ciudad de Alcalá la Real con los limítrofes como Granada, Moclín, Noalejo, etc. Y en la visita que se realiza en 1568 por el licenciado Francisco Téllez, a la sazón alcalde mayor, en 21 de octubre del dicho año, se visitan los mojones para que no hubiese ningún error en su colocación; y por la parte de Granada cita el tronco de un quejigo, mojón del Hornillo, Camino de Granada, El Villar, que se encuentra entre los términos de Granada y Moclín, Madriguera a ojo del Moralejo, el propio Moralejo, Peña Gorda, Cerro la Sabia, y nos llama la atención lo que dice el escribano: Yten, mas adelante fueron los dichos señores visitando hasta llegar al mojón que es un quejigo questa en el arroyo de Mures y se refrescó una cruz antigua que estaba fecha. Y es el sesenta y cuatro mojón. La información que aporta es importante. Por un lado la zona boscosa en la que se sitúa Mures en épocas lejanas, y por otro su condición fronteriza con el Reino granadino.
A continuación de esta franja mas o menos circular boscosa, se situaban las superficies ocupadas por el matorral o hierbas, que eran los espacios de utilización ganadera y que se intercalaban entre la zona boscosa y cultivada. Es es esta franja en donde las vías pecuarias y las veredas cobran importancia. Las vías pecuarias son caminos de trashumancia que unen los lugares tradicionales de pastoreo a fin de que los pastores y ganaderos puedan llevar el ganado a los mejores pastos, aprovechando la bonanza del clima, a los puertos o zonas de pastos de alta montaña en verano o a zonas más llanas y de clima más templado en inviernos extremos. Las vías pecuarias se clasifican según su anchura en los siguientes tipos:
Cañada: aquella vía cuya anchura no exceda de los 75 metros.
Cordel: cuando su anchura no sobrepase los 37,50 metros.
Vereda: las vías cuya anchura no sea superior a los 20 metros.
Colada: su anchura se determina en el acto de la clasificación.
Cuando se superan los 75 metros de anchura estamos en lo que se denomina abrevaderos y descansaderos.
El 31 de diciembre de 1577, el Ayuntamiento de Alcalá la Real compuesto por 9 regidores, 4 jurados y el personero, junto con el corregidor, ordenan y mandan se haga un libro en el que se pongan todas las veredas, descansaderos y abrevaderos que están en los tres libros anteriores sobre veredas y que son:
1.- el del corregidor Diego Arias de Anaya del año 1495.
2.- El del corregidor Hernán Pérez de Torres, que fue la visita que después se hizo donde se dio medidas a las veredas del bachiller Anaya. Año 1529.
3.- El Libro del repartimiento de las 10.000 fanegas de tierra que dio a los vecinos el Emperador Carlos, y que repartió el corregidor Francisco de Alarcón. Año 1527. Que tocó a cada peón seis fanegas y media y a cada caballero trece.
Y fue necesario ampliar el número de veredas a fin de poder acceder a las nuevas suertes de tierras, en ocasiones ya existía la vereda, solo hubo que visitarla para comprobar que se encontraba como se decía en los libros de veredas antiguos, pero otras hubieron de ser de nueva creación.
Antes de continuar debemos aclarar una serie de conceptos que son útiles a la hora de comprender temas referentes a veredas de antiguamente, como es el caso de las medidas; estas vienen dadas en estadales y un estadal corresponde a 3,3 metros. Otra cuestión a tener en cuenta es el enfrentamiento existente entre ganaderos y agricultores, las ganados podían pasar las zonas cultivadas través de las veredas para buscar pastos con los que alimentarse y en ocasiones se comían los sembrados lo que disgustaba a los agricultores, que para ganar más terreno araban y sembraban la parte correspondiente a la vereda de ahí la necesidad de la Administración de mandar a funcionarios para que comprobasen las medidas y que nada ni nadie impidiera el paso a ganados y personas.
Para este trabajo nos vamos a fijar en los Libros de Actas del Ayuntamiento alcalaíno, en concreto en el del año 1577, cuando se trazan algunas de las veredas y se decide hacer un libro en el que se contengan todas aquellas veredas del término, y que se incluyan las nuevas, además, como colofón que se haga un mapa, que desgraciadamente no se conserva. Pues nos hemos fijado en las veredas que se encuentran por las inmediaciones de Mures. Muchos de los topónimos que aparecen ya han desaparecido, otros en cambio se conservan y es lo que nos ha permitido localizar cuales eran las veredas en las inmediaciones de Mures en la Edad Moderna.
El Acta de los Libros de Cabildo con la que vamos a trabajar es de septiembre de 1577, y en ella se dice que la visita de veredas se ha de realizar por los caballeros del Ayuntamiento, a los que le toque en suerte. El salario que reciben es diferente según la categoría del visitador: el regidor cobrará 12 reales; el guarda 6 reales; y el escribano de cabildo 8 reales; y los guardas del campo que asistan 3 reales.
Lo primero que se fija es la anchura que han de tener las veredas y que oscila entre los 10 y 20 estadales, según se preste el terreno, o exista un descansadero o abrevadero. La longitud que debían tener era amplia y generosa, pero parece ser que se incumplían estas medidas.
Las veredas que se citan en el acta de 1577 son:
1.- Desde la Puente del Palancares hasta el agua que baja de Acequia, y sigue aguas abajo hasta la Sierra del Camello.
2.- La llamada Vereda de la Fuente el Piojo. Partiendo de la vereda del Palancares , llega a la Fuente “El Piojo”, antes pasa por las tierras realengas o sea que pertenecían al Rey, del Pinillo , y por la Sierra del Camello a la dicha Fuente.
3.- Desde la Fuente el Rey, una pasada que se hace junto al camino de Granada, por donde pasa el camino que va a las Juntas, continua la vereda siguiendo el curso del agua hasta llegar a los terrenos baldíos y realengos de la Cabeza de los Ginetes, desde aquí vuelve a las eras que pertenecen al cortijo de la Cabeza del Carnero, y continua hasta llegar a las Peñuelas, y su anchura es de 10 estadales por lo más estrecho.
Además vamos a analizar otro documento important Somos conscientes que muchos de los mureños, sobre todo los más ancianos saben más de éste tema que todos los Archivos, pero aún sabiéndolo nos arriesgamos, pues creemos es interesante saber que decían los antiguos sobre esos caminos que tan importantes fueron para personas animales, mercancías y como portadores de ideas y cultura. Aún así creemos muy interesante conocer lo que se dice en textos de otras épocas sobre como eran aquellas veredas y por los lugares que transcurrían.ísimo que se conserva en el Archivo Municipal de Alcalá la Real, en sus siglas AMAR. Se trata de un Libro de Veredas del año 1577 con el que vamos a indagar sobre las veredas de las inmediaciones de Mures. Consta el cuaderno de 63 folios por las dos caras, y aunque su lectura es reiterativa, la letra es fácil y aporta infinidad de datos sobre las veredas, los baldíos, los realengos y los caminos que en otras épocas fueron fundamentales para las gentes de vivían en estas tierras. En este Libro se señalan veredas de las que sabemos que existían ya en Época Medieval. Según los datos que aporta dicho Libro se citan 29 veredas principales y que tras el repartimiento de las 10.000 fanegas de la época de CarlosV aparecieron 14 veredas nuevas. Después de repartir las 10.000 fanegas de tierra entre las gentes de Alcalá la Real, fue necesario abrir nuevas veredas para que se pudiera entrar a las nuevas tierras roturadas; y no solo las personas, sino también los ganados.
En lo referente a Mures, según el Libro de Veredas de 1577, son las siguientes:
1.- Vereda del Chiquero hasta los molinos de Huéscar. Desde los Molinos de Huéscar va una servidera de 3 estadales de ancho a la Hontanilla de Huéscar de 1 cuerda de ancho, en la propia Fuente Huéscar hay un abrevadero. De esta vereda partían otras que conducían al resto de los molinos como el molino de Diego Cabrera, ejido y cortijo de Pedro Verdugo y entroncaba con el caminillo nuevo y viejo de Colomera, y al cortijo de la Alcaçariuela.
2.- Vereda al cortijo de la Alcaçariuela. Era un cortijo perteneciente a los bienes de propios, estos eran cortijos propiedad del Ayuntamiento que se daban en alquiler y proporcionaban una renta a la institución. Esta vereda media entre 20 y 30 estadales. Cortaba con el camino viejo de Colomera y através de terrenos valdíos, sin cultivar, llegaba a la Fuente del Fresno y a la Cerradura del Membrillo.
3.- Camino que va al Chiquero . Pasaba por la cañada de Villareal y por el Chupete se dirigía hacia Vado el Chiquero (Ribera Alta).
4.-Palancares camino real a Granada. Curiosa la manera en la que se diseña esta vereda. Se procura que la vereda siga la línea divisoria de la madre del Arroyo por quitar y escusar a los vecinos los pleitos y debates que desto se les seguía, por causa de las bueltas que el arroyo va dando, y por las robaduras que va haciendo el agua quitando a las unas partes y dando a las otras. Assí que estos diez estadales se han de medir hasta la mitad del anchura de la madre del Arroyo. Esta vereda venía ya de muy antiguo y tras el repartimiento de tierras de 1525, se refuerza y pasó ha ser de las más importantes ya que contenía en tramos el Camino Real Hacia Granada, que unía a Alcalá la Real con Granada. También era muy necesaria ya que en ella finalizaban otras veredas de menor importancia y por ella pasaban los ganados tanto de Alcalá como del resto de Andalucía que se dirigían al Reino Granadino.
De esta vereda de Palancares salía otra que conducía a la Fuente el Piojo, en donde se encontraba un abrevadero y se decía que el agua era muy buena y necesaria. Otra vereda que partía de la principal de Palancares era la que conducía a las hazas de los Frailes de la Cartuja de Granada, y la vereda de Acequia, lindera con el agua de descendía de la venta de Acequia.
Una información muy interesante nos aporta el Libro de Veredas. Al llegar la vereda al sitio en donde de juntan las aguas de Acequia, con las del Palancares y las aguas que vienen de los molinos de del río frailes, ese punto recibe el nombre de Las Juntas. Estas tierras en su mayoría eran realengas, pertenecientes a la corona y los baldíos ocupaban una parte importante, estos baldíos eran terrenos incultos.
Otra vereda entraba desde la falda del cerro de la Cabeza de los Ginetes, hasta el río de la Ribera o Velillos, el Arroyo del Chupete. Y desde el mismo pie del Cerro de los Ginetes salía una vereda hacia la Fuente del Rey pasando por el Cerrillo de las Mentiras, el camino hacia Moclín.
En Mures confluían un nudo de Caminos que comunicaban a Alcalá la Real con el Reino de Granada en concreto con Moclín, y Colomera, además de con la capital granadina. De ahí au importancia tras la conquista de Alcalá por las tropas cristianas.