POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
La Semana Santa colunguesa fue y es, probablemente, la más sencilla y austera dentro de las celebraciones asturianas de estos días penitenciales. El Viernes Santo, día de silencios, destinaba dos actos al culto y a la meditación.
El primero, la asistencia a la Misa de Presantificados, con lectura de la Pasión y la Adoración a la Cruz; y el segundo, la procesión y rezo del Vía Crucis, ya a la anochecida, por las calles de la villa.
Un recorrido, hoy alterado, que, partiendo de la Iglesia, seguía por la calle Real (hoy Grande Covián), Plaza del General Juan Vigón (hoy Plaza Vigón), Carretera General (antes calle 18 de julio y hoy Avenida de la Reconquista), inicio del Barrio de Loreto y Plaza de la Iglesia. Diversos establecimientos comerciales y casas particulares se encargaban de la decoración de pequeños altares adornados con flores. velas encendidas y crucifijos para, en ellos, detenida la comitiva, proceder al rezo de una de las estaciones del Vía Crucis.
¿Qué es esto y qué consiste el rezo del Vía Crucis?
Fue en 1881 cuando un estudioso italiano, Giovanni Francesco Gamurrini, encontró en la Biblioteca de Arezzo un códice del siglo XI titulado Sanctae Silviae Aquitaniae Peregrinatio ad Loca Sancta; códice que es copia de otro del siglo IV cuyo título primero fue Itinerarium ad Loca Sancta, redactado por la monja española (probablemente leonesa de El Bierzo) llkamada Silvia, Eteria, Egeria, Geria, y Aiteria.
En este códice, Eteria propone un recorrido penitencial por aquellos lugares «santificados por los dolores y sangre del Salvador», recorrido presidido por un obispo y que englobe las calles de Jerusalén que van desde Getsemaní hasta el Calvario (His deducitur episcopus a Getsemani usque ad portam civitatis, et idem per totam civitatem usque ad Crucem).
A este recorrido se le conoció con el nombre latino de Vía Crucis, si bien, al cabo de los años, algunos devotos lo denominaron Vía Dolorosa y, también, Vía de la Amargura.
Eteria, en su Itinerarium, insiste en la conveniencia de DETENERSE, con fines de meditación y rezo, en aquellos puntos que tuvieran especial relevancia en la Pasión y Muerte de Cristo, a los que se llamó ESTACIONES.
En la villa colunguesa, dentro de una gran sencillez ornamental y cada año con menor asistencia de fieles, se celebra un Vía Crucis con «parada en estaciones», meditación, rezo y cántico del «Acompaña a tu Dios, alma mía…» que ya casi nadie conoce ni letra ni música.
Procesionan el Cristo del Perdón y de la Buena Muerte, junto con la Virgen Dolorosa, venerados en el templo parroquial.
¿Saben ustedes?
Hace muchos años don Pedro Fernández Herranz, «don Pedro el dentista», médico estomatólogo establecido en Colunga, publicó un Vía Crucis con el fin de utilizarlo en este acto procesional de la villa.
Es de los pocos que se han escrito y publicado en la diócesis de Oviedo.
Llevo años intentando su reedición (previa autorización de sus hijas), pues poseo un ejemplar, y la Comunidad Parroquial y otras entidades culturales y religiosas (ejemplo: Cofradía de Loreto) «guardan silencio».
En fin, hoy, si el tiempo lo permite, estaremos en el Vía Crucis -humilde Vía Crucis- de Colunga.