En las zonas rurales, pese a que se suelen mantener más las tradiciones familiares, estas, poco a poco, van desapareciendo.

Las nuevas viviendas ya no conciben espacios para actividades como matanza, conservas… y las grandes superficies nos invitan a un consumo rápido y fácil, que nos priva del placer de disfrutar y deleitarnos con productos elaborados por nosotros mismos.

En muchos pueblos de la provincia, era frecuente la elaboración del vino casero o del terreno para el autoconsumo. En su momento óptimo de maduración se cortaban las uvas y se pisaban en recipientes variados. Tras finalizar el prensado, se procedía a envasarlo en grandes damajuanas de cristal y se esperaba a que, en varios días comenzara la fermentación.

Una vez finalizada esta, y tras varios meses de espera, se decantaba el vino en botellas de vidrio y se guardaba para ser consumido durante el año en eventos familiares y en reuniones con amigos. Los vinos obtenidos, procedentes de varios tipos de uva, solían ser blancos o claretes, los conocidos como vinos del terreno. Hace unas semanas, un grupo de amigos de varios municipios de la Sierra Sur de Jaén, vivimos una jornada de esas que se mantienen en el recuerdo; reunimos las uvas de nuestros huertos y comenzamos la aventura de hacer vino del terreno siguiendo los pasos de esa antigua tradición.

Y hablando de vino, no podemos olvidar al recordado cofrade de “El Dornillo”, Luis Aceituno, quien, como presidente de la asociación de viticultores, consiguió la Indicación Geográfica “Vino de la Tierra de la Sierra Sur de Jaén”.

Finalmente, destacar los excelentes caldos que están elaborando en la comarca bodegas como “Campoameno” de Frailes, “Marcelino Serrano” de Alcalá la Real, “Cefrián” de Jamilena, y “TNT” de Valdepeñas de Jaén.

FUENTE: https://www.diariojaen.es/opinion/articulistas/vino-del-terreno-JY8661083