POR PABLO IGLESIAS AUNIÓN, CRONISTA OFICIAL DE PUEBLA DE LA CALZADA (BADAJOZ)
Yo no necesito de grandes teologías para ponerme delante de ti. Ni recuerdos de antaño que hablen de más o menos amores. Tú y yo hemos comenzado una relación que ni en los vientos más hondos de mi ser pensé nunca que tendría contigo. Te conocía ¿cómo no? María, su Madre, la Madre. Pero no te había tenido nunca tan cerca y ahora, jamás pensado, nunca soñado y menos aún pedido, has golpeado dulcemente mi corazón con una llamada al servicio, la corresponsabilidad y, me exiges un sentir de eclesialidad.
Pasan los días y tu imagen baja de mi cabeza al corazón y éste, habla sólo de tí: grandeza, servicio y confianza. Lo voy aprendiendo, tengo tantas cosas que aprender aún de ti. Así me será más fácil seguirlo a Él.
Me he enamorado como un adolescente de Marí de Barbaño, en el sentido más divino que uno se pueda imaginar y comprendo ahora por qué desde siglos Montijo te ama, te quiere y deseamos que estés con nosotros. Me robas las 24 horas del día todo mi ser. Algunos me dicen: «despacio, no corras, ten paciencia, poco a poco, paso a paso, dale tiempo al tiempo…» Pero cuando el amor nace y encima es una amor empujado desde ARRIBA, no existen frenos, existe el deseo de saber que contigo, bajo tu protección y con tu intersección, a algún sitio me has de llevar. Sé que el sitio es tu Hijo y que como Madre de la Iglesia, mi camino es también con ella, desde ella y hacia ella.
Sólo quiero decirte, que te tomo prestadas tus palabras: «Hágase en mí según tu voluntad». Que en todo este enorme proyecto, sea lo que Dios con tu ayuda quiera. Aquí no hay selectos, ni predilectos, hay solo quehacer y sentir humilde de servirte.
(Fotografía propiedad de la Hermandad de la Virgen de Barbaño, cedida para esta publicación. Realizada como colección para la misma por Rubén García López a petición de la Hermandad.