POR FRANCISCO CILLAN CILLAN, CRONISTA OFICIAL DE PUERTO DE SANTA CRUZ Y SANTA CRUZ DE LA SIERRA (CÁCERES)
El pasado sábado, 28 de mayo del presente año, la Asociación ADAEGINA, Amigos del Museo de Cáceres, hizo una visita a la exposición titulada “San Joaquín, el templo del agua”, que doña Lourdes Murillo, artista pacense, afincada en Trujillo, había montado en la iglesia conventual del siglo XVII de Santa Cruz de la Sierra. Cuarenta y tres asociados nos desplazamos al lugar serrano para contemplar tan sorprendente acontecimiento, que en grupos reducidos la pintora-escultora con gran amabilidad nos hizo ver cómo su arte expuesto estaba en consonancia con el vetusto convento.
Posteriormente, como Cronista Oficial del lugar, tuve el honor de dirigir al resto de los asociados en un recorrido por el pueblo, mostrando la rica y variada historia del lugar, comenzando por el cenobio agustiniano y terminando en la iglesia parroquial, considerada desde el 1974 Monumento Artístico Provincial.
Sin olvidar otros locales y algunas inscripciones, que muestran los nobles que en siglos pasados vivieron en la localidad de forma permanente o compartieron vecindad temporalmente con los santacruceños de aquellos tiempos. Terminamos con una comida de hermandad entre los asociados en el bar restaurante Los Naranjos, sito en un fresco paraje, que nos hizo olvidar algunos ratos de calor de la tórrida maña primaveral.
En la revista Alcántara, número 47 de 1999, que edita la Diputación Provincial de Cáceres, publiqué un artículo de 35 páginas sobre el convento de Santa Cruz de la Sierra, dando a conocer su historia y los momentos de esplendor y de decadencia, que a lo largo de los años tuvo. Con la desamortización de Mendizábal y la exclaustración de los monjes cayó en un abandono total, hasta llegar a convertirse en establo para animales y utensilios agropecuarios. A partir de dicho escrito parece que alguien tomó conciencia y el templo conventual se desalojó de cuadrúpedos y parte de inmundicias. Pronto comenzaron a realizarse frecuentes visitas, llegados de diferentes lugares, algunos buscando el pozo milagroso del que hablaba en mi estudio.
En mayo de 2019, cuando la pandemia estaba dispuesta a encerrarnos a todos en casa, alguien consideró que el arte era patrimonio exclusivo suyo y nos privó del artístico brocal del citado pozo, testimonio de ese lugar venerado por muchas generaciones que nos precedieron. Sin que nadie con poder suficiente hasta la fecha haya ordenado que se devuelva a su punto de origen, para que sea contemplado de nuevo por cuantos quieran visitarlo, como tampoco se evita que a paso lento pero seguro se encamine el majestuoso edificio a su destrucción total, y sus piedras sean expoliadas como lo fueron la de otros edificios señeros de la localidad en tiempos no tan lejanos.
El día que eso acontezca se habrá perdido una página importante de la historia de este pueblo. Si no hay una mano generosa que devuelva al menos al templo la vida que merece de acuerdo con los tiempos que corren. Así lo hice saber hace 23 años al final del citado escrito.
Enhorabuena a doña Lourdes porque parte de nuestro sueño se ha hecho realidad con su exposición. ¡Ojalá! otros muchos artistas sigan su ejemplo, pues consideramos que será la única forma de que alguien tome conciencia y haga algo por resolver este asunto que tanto tiempo lleva pendiente.
FUENTE: Francisco Cillán