POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
La atmósfera solar está compuesta por una mermelada de iones y electrones mal avenidos, y en ese conflicto, en ese repelús cósmico, crean océanos de campos magnéticos que provocan un viento infernal. Más de un millón de grados detectó la sonda Parker, enviada al Sol por la NASA, que acaba de derretirse en ese tórrido acercamiento del que Ícaro, tiempo ha, dejó constancia. Gabriela Mistral decía que para disfrutar el Sol debe compartirse; Kafka, en una carta a su padre, opinaba que no es necesario volar al centro del sol, pero sí arrastrarse hasta un lugar aseado donde lleguen sus rayos y pueda uno calentarse un poco sin que nadie se interponga, como imploraba Diógenes. Yo lo suplo con Hidroferol, vitamina “D” para los huesos y las sombras. En Navidad, al contrario, es la estrella de Oriente la que viene a calentar los riñones de los cristianos, y también llegó a Oviedo la vía láctea canteliniana, rica en vitamina led.
Fuente: https://www.lne.es/