POR APULEYO SOTO PAJARES, CRONISTA OFICIAL DE BRAOJOS DE LA SIERRA Y LA ACEBEDA (MADRID)
He vuelto a Silos. Sí. Solo y acompañado. Siempre hay que volver a esta ciudad monástica y turística, fuente de arte y espiritualidad, para cargar las pilas del alma.
Han sido unos días de placer sosegado e intelectual. Allí, en Santo Domingo, debatimos setenta profesores y escritores de todos los rincones de España los avatares oscuros que se ciernen sobre el libro de papel, tan amenazado por la competencia de las redes digitales. Pero solo se trata de eso, de una competencia, no de una sustitución. El libro en papel pervivirá. Lo mismo que cohabitan la fotografía, el cine, el teatro, los móviles, la radio y la televisión, como formas complementarias de expresión y divulgación del saber, cohabitarán en buena y fértil avenencia los ya viejos textos celulósicos con los nuevos avances técnicos de difusión y comunicación. La humanidad es palabra hablada y escrita y eso va a seguir así siempre, y cada vez con mayor extensión y profundidad.
Resulta fabuloso el bagaje de conocimientos del hombre. Hay sitio para todos, y la habitabilidad se extiende como un inmenso chicle por la faz de la tierra a base de inventos y descubrimientos. Nunca tantos como ahora.
Pero estábamos hablando de Silos, ese “huerto cerrado” siempre abierto a la contemplación del “homo viator”, hombre caminante, y al que el alu¬vión del turismo masificado también ha invadido, junto y en derredor del ciprés ge-rardiano “surtidor de som¬bra y sueño, que acongoja al cielo con su lanza”.
Nada más placen¬tero, y familiar incluso, que remontar y recorrer las ca¬lles suavemente inclinadas y onduladas de esta ciudad levítica y conventual, en cuyo campo crece el trigo y se extienden las vides. Todavía, por suerte, nadie se ha atrevido a silenciar las campanas de las torres que marcan las horas de las labores y devociones tradicionales. Y nadie ni nada distrae. Todo se ahonda.
¿Qué hacer? Pasear, leer, escuchar el concierto de los pájaros o los conciertos gregorianos; hojear la prensa, mirar las casas blasonadas, tomarse en las terrazas un dorado verdejo… Yo qué sé. Lo que a usted/ustedes les apetezca en las horas prima, tercia, sexta o nona.
Buen viaje.
Fuente: GLORIOSA GACETA DEL MESTER. Abril, 2017