POR FRANCISCO RIVERO, CRONISTA OFICIAL DE LAS BROZAS (CÁCERES)
He vuelto a Trillo, un pueblo encantador de la popular comarca de la Alcarria, aquel lugar a donde la gente no va porque no le da la gana de ir, en palabras de nuestro Premio Nobel de Literatura, Camilo José Cela, y refrán al que no hay que hacer ningún caso porque Trillo y su región tienen los suficientes atractivos como para quedar muy satisfecho con su visita.
Volver a Trillo es recrearse con las cascadas urbanas del río Cifuentes y tomar el sol, mientras se degustan unas chuletillas de cordero en el Restaurante Víctor, anexo a la singular plaza fluvial, con vistas a la renacentista iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, concluida en la primera mitad del siglo XVI. De su interior dijo el ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos que su retablo “tiene mucha pintura… y que los grotescos y bajorrelieves de que está todo adornado son de admirable gusto y delicadísima ejecución”. También merece la pena detenerse a ver el coro de madera y la pila bautismal.
UN POCO DE HISTORIA
Las primeras noticias históricas narran que esta ciudad estaba fronteriza entre dos grandes regiones de Hispania: Carpetania y Celtiberia. Fue conquistada a los árabes a finales del siglo XI por el rey Alfonso VI y conformó el Común de Villa y Tierra de Atienza. En la primera mitad del siglo XIV el infante don Juan Manuel construyó su castillo, hoy en ruinas en lo alto de un cerro cercano y posteriormente fue villa perteneciente a los condes de Cifuentes. Ya en 1630 alcanzó la jurisdicción propia.
Su urbanismo delata una riqueza propia, sus grandes casonas y su arquitectura popular le dan una singular impronta.
Hoy, el edificio más antiguo de la villa está reconvertido en un museo, habiendo sido antes un molino de agua. Ya fue mencionado en un texto documental del siglo XIII reinando Fernando IV de Castilla. El molino se usó hasta hace pocas décadas para abastecer de electricidad al pueblo. Hoy es un singular museo de la energía denominado Prometeion, en nombre de Prometeo, el dios que robó el fuego a los dioses y se lo entregó a los humanos, por lo que fue condenado por Zeus. También por ello, el rey de los dioses envió a la Tierra a Pandora y su caja, con toda clase de calamidades. El museo es un centro de interpretación de toda clase de energía, desde la del fuego, a la nuclear.
EL PUENTE
Conforma otra seña de identidad de Trillo. Es una bella estampa que cruza el río Tajo, en la misma desembocadura del Cifuentes, tras sus características cascadas.
Por tener importancia estratégica el puente ha sido volado en diversas ocasiones. Durante la Guerra de Sucesión Española, en 1710, por los partidarios del Archiduque Carlos de Austria, pese a que el cercano conde de Cifuentes era de esta facción, en contra del futuro rey Felipe V de Borbón. Y se voló durante la Guerra de la Independencia contra los franceses, testimonio que se puede leer en piedra en una inscripción en su petril. También estuvo a punto de ser estallado en plena guerra civil, de esto se ven unos huecos debajo de él, y a última hora se desistió.
Una recomendación: Coja la margen izquierda del río aguas abajo y pasee con sosiego y paz por el precioso jardín que se ha construido. Una verdadera delicia oyendo el silencioso discurrir de las aguas. Y hablando de aguas no nos hemos de olvidar de visitar, aguas arribas, en esa misma margen izquierda, el balneario de Carlos III, muy bueno para enfermedades reumáticas y que ha sido recientemente reconstruido por una empresa termal. Merece no sólo una visita, sino quedarse unos días para recomponer la salud corporal y espiritual.
Fuente: “Apetex” – Marzo 2008. Año V. Número 51