POR ANTONIO BARRANTES LOZANO, CRONISTA OFICIAL DE VILLANUEVA DE LA SERENA (BADAJOZ).
No sé desde cuando la avenencia de Villanueva de la Serena con San Bartolomé ni a qué época habría que remontarse para encontrar la raíz a la devoción que por estas tierras se tiene a este Santo Apóstol.
Un apóstol que según la tradición cristiana, después de la Ascensión de Jesús, emprendió su particular diáspora por oriente para llevar la luz del Evangelio a Armenia y Azerbaiyan donde es venerado como santo patrón; como muchos seguidores de Jesús sufrió martirio por aquellas tierras donde murió desollado por no abjurar de su fe.
A pesar de no haber predicado por occidente ni haber pisado nuestro suelo patrio, como lo hizo Santiago el Mayor, es un Santo muy venerado al que se le recuerda y agasaja cada 24 de agosto con todo tipo de celebraciones.
De lejos les viene a los villanovenses la admiración por este Apóstol; Natanael, según S. Juan o Bartolomé como lo citan S. Mateo, S. Marcos o S. Lucas, pues a la altura del siglo XVI, si nos atenemos al libro de las Visitaciones, citado por Dionisio Martín en su libro “Villanueva en el siglo XVI”, aparece el “pago de S. Bartolomé” entre las dehesas boyales que pertenecían al municipio, debido posiblemente a la existencia de una ermita con su advocación compartida con Santa Ana. Ya no se conocen estos sitios como de San Bartolomé; como topónimo perdura el de Santa Ana, un camino al Norte de la población que nos llevaría a esas Vegas.
Sabemos, y de ello tenemos extensa documentación, que en aquella ermita se establecieron los franciscanos reformados descalzos.
A partir del siglo XV la orden fundada por S. Francisco experimenta profundas transformaciones y revisiones a fin de volver a las esencias del de Asís, que al parecer se habían ido relajando. Las reformas iban encaminadas a potenciar la austeridad y el rigor conventual junto a la pobreza y la obediencia.
No podemos obviar en todo este proceso renovador al extremeño Pedro de Alcántara, hoy subido a los altares, comisario general de los conventos reformados y artífice de los franciscanos descalzos reformados alcantarinos que es como se llamaban. Hoy se puede visitar su iglesia en el Palancar que nos da una idea del concepto de austeridad de nuestro Santo.
Una real célula dictada por Felipe II, es la que autoriza su fundación en las proximidades de Villanueva de la Serena, e incluso, por carecer de bienes y rentas esa Villa (Villanueva) concede, el rey, la licencia para tomar a censo 250.000 maravedies para edificar casa consistorial y un convento en la ermita del señor San Bartolomé. La célula fechada en Madrid el 25 de agosto de 1575.
Estableciéronse, así, en estos parajes varios frailes limosneros y predicadores descalzos dependientes de la Provincia de S. José que más tarde, en 1579, pasaron a depender de la Provincia de S. Gabriel de Extremadura.
Para los que conocen la zona en donde se ubicaron saben de lo inapropiado que fue el paraje elegido por estos “Descalzos. Terrenos algo alejados, al Norte de la población, de arenas ardientes en verano y no exenta de escorpiones; no eran los más idóneos para estos franciscanos reformados.
Ante este cúmulo de dificultades se propusieron establecerse más próximos a la población y en terrenos más generosos. Nos dicen las crónicas “que el concexo de la villa de Villanueva de la Serena viendo las ventajas que reportaba al pueblo el naciente monasterio… obtuvo licencia para trasladar el convento al campo llamado de la villa bajo la misma advocación siendo un edificio amplia con una extensa huerta al saliente y el enterramiento mirando para la villa.” Era el año de 1595. Esta comunidad se mantuvo en la ciudad hasta su exclaustración en 1835 y nos legó la hermosa Iglesia de S. Francisco y algunos edificios anejos y como no, el culto a S. Bartolomé.
Sirva lo que antecede como exordio de nuestro propósito: génesis de la pleitesía que debemos al “señor San Bartolomé”.
Si nos atenemos a lo escrito por D. Miguel Torres y González de la Laguna, IV Marqués de Torres Cabrera, en sus Páginas de Extremadura dedicadas a Villanueva de la Serena, nos dice que “como patrono del convento, el día de S. Bartolomé los frailes celebraban gran fiesta a la que concurría todo el vecindario, y aunque no por derecho escrito pero sí consentido, las frutas que había en las viñas de las inmediaciones podían servir de alimento a los romeros”
Aunque queda dentro de toda lógica que la comunidad rompiera en día tan señalado su cotidiana monotonía para honrar a su Santo Patrón, no tenemos certeza de que esto se hiciera a lo largo del tiempo.
Durante el siglo XIX se fue conformando al noroeste de la ciudad una nueva calle, que los ediles de entonces, con buen criterio, llamaron de S. Bartolomé, al seguir la línea de un ramal del camino que llevaba a la desaparecida ermita; eso dio motivos, entre el nuevo vecindario, a elevar una solicitud al consistorio municipal, entonces presidido por D. José Álvarez Escribano, en la que se ruega poder celebrar la velada que honre al Santo en el sitio del Pardo; el Consistorio pasó la petición al Sr. Cura Párroco para que informase y diese su parecer antes de pasarla a estudio por la Comisión. El escrito fue elevado por D. Francisco Rivera con fecha de entrada de 19 de agosto de 1896.
De tan loable iniciativa no sabemos si llegó a buen término ni se perduró en el tiempo, las certidumbres de los festejos del 24 de agosto hay que situarlas en la segunda parte del siglo XX.
Tenemos certezas de que fue después de la contienda civil, pero ya tomando de referencia la Iglesia de San Francisco, cuando se retoman las fiestas en honor a nuestro Apóstol y con afán de popularizarlas se instauró el concurso de la sandía, era el año de 1946, con el doble objetivo de promocionar este producto tan nuestro, cultivado en las tierras frescas del secano, que por su calidad y sabores singulares era muy apreciado en otros mercados y a la vez se reconocía la labor de los agricultores de la ciudad. Esta iniciativa duró hasta finales de la década de los cincuenta del pasado siglo.
Villanueva tenía varios días feriados en torno a esta festividad. Para alegría de la chiquillería el antiguo Paseo era el lugar apropiado para la instalación de todo tipo de atracciones, sin faltar las verbenas, los tenderetes de comida, bebidas y chucherías.
Con la desaparición del “Paseo” a partir de los años 70 del siglo pasado los espacios donde instalar artilugios y tenderetes quedó muy reducido y la fiesta también se resintió.
A partir de 1976 , un grupo de hombres capitaneados por Rufino Pineda Mendoza y Pedro Tena Lázaro, entre otros, se propusieron revitalizarlas potenciando distintas actividades para atraer a chicos y grandes, como el concurso de dibujo, actuaciones musicales además del afamado de sandía y melón, que se desarrolla en la plazuela del Apóstol; por la espectacularidad de las piezas que se presentan, el certamen ha trascendido de los límites locales y es nota de atención en la prensa nacional.
El eje central de la fiesta es de carácter religioso, con triduo, misa y procesión con la imagen del Santo por las calles próximas, con mucho acompañamiento, boato y religiosidad.
La iconografía que ha llegado hasta nosotros por el mundo del arte, representa al Santo Apóstol siendo desollado en su momento del martirio, otras veces con un cuchillo aludiendo al arma de su muerte, otras veces con su propia piel cogida en el brazo como si fuera una prenda de vestir; notable es la interpretación que de él hace Miguel Ángel en los muros de la Capilla Sixtina, el Santo se presenta con su propia piel colgando de su mano izquierda.
La imagen que llegó a Villanueva en 1945 y por aquí veneramos, es más plácida, relativamente moderna, con matices barrocas, se representa como un hombre plácido, en una mano el cuchillo y en la otra el evangelio de S. Mateo y a sus pies el maligno Belial al que Jesús pidió que lo pisara.
La Comisión de festejos de la Hermandad de San Bartolomé con su perseverancia y desprendimiento permite, este año de 2023, celebrar la 60 edición del comentado concurso y mantener nuestras tradiciones vivas para que continúen con ellas las generaciones futuras.
¡Ah¡…y de la sandía de Villanueva ya hablaremos…
FUENTE : CRONISTA