Y LLEGÓ EL ‘KINEMATÓGRAFO’
Nov 11 2016

POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA

traperiaescala

Un silencio denso y polvoriento, casi de ermita perdida o bodega antigua, inundó el teatro Romea por unos instantes, apenas unos segundos interminables en que los trescientos cincuenta y un murcianos que llenaban el aforo no se atrevían ni a respirar. Acababan de ver llegar un tren a una estación, a unos campesinos quemando hierbas y hasta un paseo en el mar. Y todo sobre el escenario, sin decorado alguno, casi tan real como la zarzuela Campanone que acababan de aplaudir.

Sucedió en una remota tarde del 3 de noviembre de 1896. De esta forma llegó a Murcia el cine, aunque nadie sospechara entonces la trascendencia de aquel invento extraordinario que llamaban «kinematógrafo».

Las primeras máquinas de cine, pese a todo, se conocían en la ciudad desde unos meses antes. El Diario de Murcia anunciaría en febrero la presentación de un ingenio denominado «fotoanimógrafo», que consistía en «la reproducción sucesiva de fotografías instantáneas que hacen el efecto de la realidad». Además, la máquina también mostraba «los actos todos realizados por una o más personas, como sino transcurriera el tiempo por ellos».

La calle Príncipe Alfonso, hoy calle Trapería, acogió la proyección durante la feria de aquél año. La entrada costaba 25 céntimos. Más barato resultaba conocer el fonógrafo de Edison, que fue presentado en la calle Platería a cuantos quisieran «escuchar sus audiciones por 10 céntimos».

Las sesiones del sorprendente kinematógrafo atrajeron al Teatro Romea a cientos de parroquianos y la fama del invento se extendió por toda la Región. Basta atender a la descripción que hiciera El Diario de una de aquellas veladas para imaginar la repercusión del aparato.

«El aparato causó verdaderamente la admiración de la numerosa concurrencia». Sólo dos años después, un breve en este diario sobre el cinematógrafo Lumiere anunciaba la celebración de funciones, cada media hora, en un local de la calle Sociedad, «presentando cuadros varios que causarán asombro a los señores espectadores».

Fotografía con vida

Junto a estos cuadros, como se denominaban las rudimentarias películas, en el intermedio de cada función, se «darán audiciones de fonógrafo». De esta forma, el empresario se jactaba de presentar a los murcianos «los últimos adelantos del siglo XIX, las verdaderas maravillas de nuestra época». Durante un mes, la sociedad murciana repitió y repitió para admirar tan espléndido invento.

La «fotografía con vida» también se instaló en el Teatro Circo durante 1892, calificada como «sobrenatural adelanto». En aquellas funciones se incluían también el fonógrafo y otro misterioso aparato, el panfotoscopio, una especie de proyector de diapositivas sobre diversos lugares de la tierra. Y como colofón a la velada, hasta intervino un señor que imitaba con la boca toda clase de instrumentos.

El contenido de las películas era de lo más variado. El Diario informará de que los cuadros representan «variadas escenas cómicas, corridas de toros, batallas de diferentes clases, recepciones reales», junto a otras actividades humanas más vulgares, como salidas de misa, paseos en barco, disputas de cocheros y toda una retahíla de personajes, a los que la máquina presenta «como si fueran las mismas personas».

Fuente: http://blogs.laverdad.es/

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