POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
El hombre protagonizó la Historia, poca literatura (ni escrita por mujeres), fue sensible a la igualdad de derechos entre sexos, derechos que ni estaban reconocidos; obras maestras, de profundos análisis psicológicos, pierden hoy su intemporalidad, su moralidad incluso, y envejecen, e irritan en algunas circunstancias. Por ejemplo, en “Las bodas de Fígaro”, vísperas de la Revolución Francesa, un texto de Beaumarchais, contra la aristocracia, lo transforma Da Ponte en aria misógina, ¡válgame Rosa Luxemburgo! Me gustó el ensayo general: orquesta, Benjamin Bayl con el clavecín, cantantes, la incomodidad del Campoamor… Pero, ¿por qué no reescribir el acto 4º, escena 8ª? Tenemos lo fundamental: ¡Mozart! “¡Ah, fiarse de una mujer! Coquetas que seducen para desplumarnos, palomas malignas, maestras de engaños…, y no digo más”. “Il resto nol dico”.
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