POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE LA REGIÓN DE MURCIA
Ni siquiera las vedas de caza que se promulgaban este mes impedían la caza de los «animales dañinos»
Veinticinco pesetas por cada águila abatida. Y no precisamente águila decaída o sin ánimo. Abatida a escopetazos. Ese era el premio que obtendría su cazador en 1947, según la legislación entonces vigente.
Porque tan bellos ejemplares estaban considerados…