POR PEPE MONTESERÍN CORRALES, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
El jueves caminé a Pravia con la Hermandad del Cueto (César F. Vega, Miguel Riesgo, Jesús Arango, Coten, Viña, Gelo Cuesta y Sito Yebra).
Partimos de Muros, Palacio Valdecarzana, de abandonado plateresco, plaza del Marqués, Casa Zoilo, Caserío y arroyo Pontigo, frontera con Pravia; Las Benasas, El Barriaco, Caleínas, Vidrero, arroyo Remolinos, Barreiro, ermita del Carmen y palacio que fue colegio, no sé hoy; Los Cabos, en las faldas de Sta. Catalina, arroyo Peñaforada, Alto Mozabín, imposible seguir por La Viñona, todo maleza, rodeamos por Cabo, iglesia de Santianes, pasamos bajo los raíles de Feve (no hay que agacharse), ermita de la Magdalena (¿solar de Adosinda?), saltamos la vía de Renfe y, por la senda destrozada, a la vera del Nalón, vadeamos el Aranguín y llegamos a Pravia. Tengo el síndrome del general MacArthur: “I shall return!” (¡Volveré!); o de Vicente Fernández, o del turrón por Navidad