POR LEOCADIO REDONDO ESPINA, CRONISTA OFICIAL DE NAVA (ASTURIAS)
Empiezo haciendo una rectificación, en relación con mi última nota, pues, al referirme a Evangelina de la Vega Loredo, escribí que había trabajado en la notaria de la villa, cuando debí decir que la que lo había hecho, en realidad, fue su hermana, Carolina de la Vega.
Y sigo con algo que casi siempre tiene incidencia en la quincena, como son las defunciones, pues ya la primera tenía lugar el martes, día 4, cuando finaba en Oviedo Emilia Montes Montes, a los 95 años. Emilia era viuda de Cencio (Inocencio) Cueto, de Robléu, El Remediu, con el que tuvo un hijo, José Víctor.
Y el jueves 6 hubimos de anotar un par de faltas. Fue la primera la de Benigno Naredo, que falleció en su domicilio de Verdera, a los 82 años. Natural de Pandenes (Cabranes), y jubilado de la Central Lechera Asturiana, Benigno estaba casado con Loli Teresa, de Verdera (Cuenya), matrimonio con el que, por cierto, solíamos encontrarnos con frecuencia por nuestras calles. Y la segunda fue la de Beatriz Campal Fernández, que finaba en Oviedo, a los 90 años. Vecina de Viobes (Nava), Beatriz era viuda de José Sánchez Cuenya, con el que había tenido la siguiente descendencia; Roberto (+), José Ramón, José Manuel y Miguel.
Llegados a este punto medio de la cuestina de febrero, parece oportuno hacer un descanso y mirar hacia atrás, asumiendo una realidad que afecta y preocupa a toda la comunidad autónoma, cual es la notable reducción de población, tanto la actual como la prevista, pues el caso es que, en el año pasado, tengo anotada la falta de ochenta y ocho personas, nacidas en, o en relación con, nuestro concejo. Son muchas, ciertamente, pero me paro a pensar, y recuerdo que, sin ir más lejos, unas cuantas vivían en esta misma zona y calle de La Colegiata, en la que resido.
Porque vecina era Otilia Corte Verdera, nacida en Viobes, que nos dejó en febrero, como también lo era Benjamín Fernández Queipo “Jamín”, el tantas veces concejal, que nos dejó en abril. Luego, en julio faltaron Luis Gonzaga Álvarez, “Lito el del garaje”, Juan Luis Rodríguez, hijo de Cuca, y Conchita Camblor Peláez, viuda de Severino. Y en septiembre despedíamos a Antonio Ordoñez Sánchez, Tono, el de la Mantequera de Nava en Villabona, y al joven Juan Carlos Argüelles, de Foto Argüelles, en la calle de La Vega, el cual, aunque fallecido en Gijón, fue también vecino durante muchos años de esta calle de La Colegiata. Por último, en octubre nos dejaba María Luz Morilla, “Mari Casuca”. Y, como se daba el caso de que la mayoría de las personas citadas circulaban a diario por la villa, formando parte de su paisaje habitual, es natural que notemos su falta y las echemos de menos.
Por otra parte, en esta primera mitad de febrero han quedado atrás fechas tan señaladas como la Candelaria y San Blas, con su carga de refranes, y también San Valentín, con su envoltorio comercial, y hemos podido disfrutar de muchos días de sol, cielo despejado y temperatura agradable. Días luminosos que han servido para poner de relieve la riqueza cromática de nuestro paisaje, en el que ya se aprecia la nota de color que proporciona la floración de les ablanares. Camín, pues, de la primavera, apurro, pa terminar, esti refrán; “A mediaos de febreru, l´ abeya al salgueru y la oveya al regueru”.