POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Leo en la prensa y escucho en «el arradio» que ayer ya se subastaron en la rula (la lonja) de Gijón los primeros ejemplares de BONITO DEL NORTE (pero del Norte Cantábrico, no de «perendi p´allá») al precio -si no oí mal- de unos 14 euros/kg.
Por lo que vine a entender el barco que consiguió esa pesca era vasco.
Verán. Cuando escuché esa noticia, que en cierto modo me alegró aunque a fuer de sincero les confieso que yo soy poco «amante» de ese pescado, no sé por qué, me acordé de uno de los libros que más me impactó y del que algún modo me dio «pistas» para mi labor docente.
Ese libro se titula LA BRÚJULA LOCA y su autor fue don TORCUATO LUCA DE TENA.
Les cuento.
Era el año 1937 y un bombardeo, cuando la guerra civil, destruyó algunas casas de veraneo en un pueblecito cercano a Santander capital. Un niño, Perico, se salvó de la masacre y al ver derruida su casa pensó que debiera de ir a Madrid, donde supuestamente estarían sus padres, para darles la noticia. Y ahí está el «peregrinaje-aventura» de Perico, un perrito Trespatas; Mariuca… y unos cuantos personajes más.
Y un día, en un puerto pesquero cántabro, conoce a un viejo marinero, curtido de sal y de mar, que lo lleva consigo a la pesca de algún bonito que «se acerque a la costa». Perico se emocionaba con las aventuras de Martín Pescador, que así se llamada el marinero, en tierras del Caribe cuando enamoraba a las nativas cantándoles aquello de:
¡Ay, tus lunares!
Los punticos suspensivos
de mis pesares…!
Martín era viejo y apenas podía resistir los «tirones» del bonito enganchado en el anzuelo. La solución era «enverbascar» el agua derramando hojas y semillas de gordolobo (Verbascum thapsus) una planta tóxica que «atontona » a los peces y facilita su captura.
Eso estaba prohibido, pero Martín tenía que ganar unos dineros y Perico -«un niño-hombrín»- sabía ser celoso guardador del secreto. Bueno, se lo contaba a Trespatas, pero como los perros no hablan castellano…
El bonito (para los asturianos el «bonito» es el nuestro, el del Cantábrico), pescado azul de carne magra y de sabor muy marcado, admite todo tipo de preparaciones y salsas: en cazuela (marmitako), en guiso con arbeyinos pisto, en fritura con salsa de tomate, en fritura con pisto, en salpicón, al horno (especialmente la ventresca o ventrisca), en asado a la plancha…
Así, en asado a la plancha, es como más me gusta. Lo preparo de este modo:
Elaboro un «chimichurri» a base de ajo muy picado, una guindilla de cayena, un vasito de aceite y un vaso de sidra natural. Macera todo junto durante unas dos horas.
Caliento la plancha o una sartén de buen tamaño y la engraso ligeramente con tocino de jamón ibérico o con un poco de aceite de oliva. Dispongo sobre ella una rodaja gruesa de bonito (peso aproximado 350-400 g) y la baño con un «asperges me, Domine» del chimichurri; tras unos minutos le doy la vuelta para que dore por la otra cara y nuevo «bautismo» de chimichurri.
La pieza ha de quedar dorada al exterior y muy jugosa en el interior. En el momento de servir espolvoreo un «pelín» de sal, un poco de perejil picado y unas láminas finas de ajo frito.
¿Y para beber? Vino, sidra, cava… ¡Nunca agua, que no conviene al caso!