POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ).
Fueron días de cartillas de racionamiento, de hambre y miseria. En el bolsillo a lo sumo una perra chica. Con suerte una perra gorda y tener una peseta decían que era un lujo. La vida pasaba acuciada por las carencias que cercenaban la celebración de los días de la Feria y Fiestas Patronales. Fueron tiempos de aguzar en silencio el ingenio y la imaginación. Un trago de vino y un baile servían para reinventar la vida.
En aquellos días el gobierno municipal y la autoridad que lo regía proclamaban ante la llegada de los días de la Feria que “a pesar de la escasez del presente año se ha resuelto ordenar comience la Feria en los días fijados para su celebración, lo que por este medio se hace público”. Corría el año 1948, el plan Marshall había llegado a Europa y la Orquesta Monty que fundara el bueno de Diego Gutiérrez llevaba tres años de actuaciones. En la Revista de Feria de aquel año, José Moreno Leffler (antes Casa Repiso) anunciaba su Relojería, situada en la hoy calle de Cánovas, cuyas reparaciones anunciaba estar garantizadas; haciendo una llamada en su marketing publicitario sobre la disponibilidad que tenía en muelles reales para gramófonos.
El invento y prodigio de aquellos aparatos posibilitaba escuchar las coplas y canciones de la época: Raquel Meller, Imperio Argentina, Estrellita Castro, Concha Piquer y Juanita Reina. Coplas de los maestros Quintero, León y Quiroga; de Ochaíta, Valerio y el maestro Solano. Qué bien sonaban las zarzuelas, las coplas, el flamenco, los pasodobles el jazz y los boleros en aquellas placas de pizarra hasta que apareció el invento del vinilo. Muchas de aquellas coplas que sonaban en el gramófono las tocaban las orquestas que venían a la Feria de Montijo.
Aquel año el ‘Quinteto Plexi-Glass’ sinfónico y de jazz, bajo la dirección de doña Rafaela Guisado ofrecía en el casino Sociedad de Artesanos ‘El Progreso’, matinée, concierto, vermut y baile. Todo ordenado acorde al transcurrir del día: mañana, tarde, tarde-noche y noche. En la Caseta Bar Alegría la orquesta ‘Los Titanes del jazz’, con agrado y simpatía recibían las peticiones del público, además de un gran surtido de bebidas (heladas y al natural), así como apetitosas raciones. Después, en la Piscina Cavi la Orquesta Bote con dos afamadas animadoras procedentes de las mejores salas de Madrid amenizaban grandes bailes. La Atlántida, otra orquesta del momento, estuvo tocando en el Cuello Duro. La Orquesta Cerezo llegaba prevista de un moderno equipo de micrófonos.
La Orquesta Casino de Badajoz con todos sus titulares y dos señoritas vocalistas estrellas de la canción moderna, procedentes de las mejores salas de Madrid, animaron una apoteósica verbena en la Plaza de España, el último día de la feria de 1957. Fueron años en los que el merchandising de las Fiestas Patronales llamaba así la atención: “La piscina, teatros, cines, casinos, bailes y circos anuncian sugestivos programas para estos días”. Para muestra la animada Caseta Bar La Alegría que, en la feria, en su pista de baile, la dinámica Orquesta Oasis, con su pareja cantante y animadora, ofrecía mambos, chacha y su ‘Vaca lechera’. Fueron días en los que el negro zumbón llegaba bailando alegre baión. Días en los que las canciones lanzaban piropos: “Mira que eres linda que preciosa eres, verdad que en mi vida no he visto muñeca más linda que tú”. Noches en las que los relojes detenían el tiempo haciéndolas perpetuas, para que nunca ella se fuera, ni amaneciera. Días de mambos, salsas, merengues, valses, tangos y pasodobles, entre ellos ‘Suspiros de España’, ‘El Relicario’, ‘El Clavel’ y ‘El Beso’. Y días para recordar la dulzura de las voces de Inés Espinosa ‘Soraya’, Chony Luz, y la griega Nina Jancovich Papadoulos, vocalistas de la Orquesta Monty. Porque hoy, ahora, el tiempo ha vuelto para evocar las ausencias.
(Artículo publicado en Crónicas de un Pueblo el 4/IX/2017)