POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
“Spectre”, la última de James Bond, empieza bien y a los diez minutos se desequilibra y desmorona; no estremece, fatiga y aburre, incluso en las escenas de pistolón, persecución y pelas en coche, avioneta, helicóptero, tren y barco (faltaron cohete y patinete), y todo porque el MI5 persigue a una siniestra organización, siempre una siniestra organización que, entre otros objetivos, pretende volar un estadio de fútbol, cuando bien sabemos que las bombas en estadios, estaciones y discotecas son debilidad de la yihad. Es más, salí del cine y me vi con la noticia de los atentados de París, mientras 007 estaba en Babia, acostado con Léa Seydoux en una casa rural en Truébano. La yihad es la organización siniestra, o acaso diestra, extremadamente diestra; la yihad, sus muyahidines y la guerra endiablada para que volvamos a la Edad Media. Un Bond para el arrastre.
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