POR JUAN FRANCISCO RIVERO DOMÍNGUEZ, CRONISTA OFICIAL DE LAS BROZAS, CÁCERES.
Hoy hace 20 años de la tragedia que vivimos en directo en todo el Planeta. El ataque de unos terroristas en dos aviones civiles a las Torres Gemelas de Nueva York. Y las torres se vinieron abajo en una singular guerra causando 2.996 muertos, algunos de ellos tirándose por las ventanas a 300 metros de altura. Toda una tragedia mundial.
Y me recordó mi estancia en octubre de 1992 en las Torres Gemelas. Participaba en el Congreso Mundial de los Periodistas de Turismo, lo que me llevó a que el histórico 12 de octubre de 1992, el día en el que se cumplía el V Centenario del Descubrimiento del Nuevo Mundo por Cristóbal Colón, yo me encontraba desayunando con, cuatro personas más tres españoles y un griego, con el entonces alcalde de San Agustín (en La Florida), el pueblo más antiguo de los Estados Unidos, fundado en 1565. Estas tierras fueron descubiertas por Juan Ponce de León, quien estuvo a las órdenes de mi paisano brocense Nicolás de Ovando, gobernador de la Española, aunque el pueblo de San Agustín fue fundado por Pedro Menéndez de Avilés.
En este viaje a los Estados Unidos, un servidor desayunó con el entonces desconocido Donald Trump en la ciudad de Atlantic City, en uno de sus hoteles, así como recorrió en La Florida Daytona Beach, el lugar donde se celebran las famosas carreras de coches, o el complejo de Walt Disney, cuyo creador mantuvo siempre oculta su procedencia nativa, aunque algún director de hotel dijo que era español, pues tuvo en sus manos su pasaporte en el Hotel Cuzco de Madrid.
También pasamos un grupo por Nueva York, alojándome en un hotel de la zona de Broadway, ya que desde la ventana de mi habitación veía enfrente el lugar donde durante años se representaba el musical “Los Miserables”.
Una jornada tocó ir a comer al restaurante que había en la planta superior de una Torre Gemela. El ascensor, en el que cupimos muchos de nosotros, no tardó nada en llegar desde la planta baja. Recuerdo que el ascensorista nos dijo a qué velocidad ascendía, pero no me acuerdo si el enorme restaurante estaba en la planta 107. Como uno es amante de la fotografía poseo unos carretes de diapositivas de aquel momento, con unas preciosas vistas desde lo más alto hasta el puente de Brooklyn, algo ya inédito, y que me imagino el terror que debieron sufrir aquellos pobres ciudadanos neoyorkinos que vieron cómo eran incapaces de salvarse. Escribo esto en Málaga y las fotos están en Madrid.
He vuelto hace unos años al mismo sitio donde estaban las Torres Gemelas, y un lugar de culto de los neoyorkinos, donde en el mismo lugar hay unas fuentes de agua cuadradas y alrededor de ellos los nombre de los cerca de 3.000 ciudadanos que perecieron al ser derribadas por los terroristas. Hoy estaban allí muchos familiares de los fallecidos.
En cierta ocasión saludé, a la salida del Auditorio de Madrid, al famoso psiquiatra español, nacionalizado estadounidense, Luis Rojas Marcos, que vivió en directo la tragedia de las Torres Gemelas, pues aquel año era el director del Sistema Psiquiátrico Hospitalario de Nueva York. Contó su experiencia de su bajada de una de las torres cuando ya había impactado en una de ellas un avión; sin duda, una gran experiencia para toda la vida.