POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)

Hoy, 15 de noviembre, la Iglesia Católica celebra la festividad de SAN ALBERTO MAGNO (1206-1280), fraile dominico, profesor de Santo Tomás de Aquino y Obispo de Ratisbona en 1260.

Fue canonizado en 1931 por el Papa Pío XI.

¿Y por qué les cuento esto?

Verán ustedes.

Tuve en mi ovetense Facultad de Ciencias un catedrático de Química Orgánica, el Dr. José Manuel Pertierra, muy original en sus explicaciones, que en cierta ocasión preguntó a un alumno en qué piso vivía.

Al responderle que en «un sexto», volvió a preguntarle: ¿Y cuántas escaleras hay para llegar a él?

El pobre rapaz no supo contestar y don José, poniendo cara de exigente, le espetó: «¿Ve?

¡Usted no es observador y el que no observa nunca será un buen químico!

Las Ciencias Experimentales tienen en la OBSERVACIÓN su primer paso en la andadura científica; y a ese le seguirá la EXPERIMENTACIÓN; es decir, la reproducción del fenómeno natural observado realizada con control de aquellos factores que influyan en él.

Un científico es inicialmente un «observador-experimentador»; después su inteligencia e intuición le llevarán a la construcción de interpretaciones lógicas de lo estudiado (modelos).

Y aquí es donde entra en juego el ejemplo de San Alberto.

Hombre de leyes, filósofo, teólogo y científico.

Tiempos aquellos cuando la Alquimia, «madre de la Química», era más brujería que ciencia.

San Alberto orientó su pensamiento científico, adelantándose a Galileo y a Newton, bajo esos dos lemas con que titulamos nuestro comentario de hoy: «YO LO OBSERVÉ. YO HICE EL EXPERIMENTO»; expresiones personales que coronan muchos de sus escritos «naturalistas».

Los Químicos veneramos a San Alberto Magno como nuestro santo patrono. La Facultad de Química de Oviedo, mi Facultad, es, como enseña San Alberto, ejemplo de Observación, de Experimentación y, en definitiva, de INVESTIGACIÓN en bien de la sociedad.

¡¡Feliz fiesta!!