POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Los adornos de Navidad iban desvaneciéndose, los símbolos cristianos tendían a metamorfosearse por otros menos cargados de simbolismo religioso, con cruces incruentas, angelitos sin alas, vírgenes sospechosas y estrellas de Colloto, más que de Oriente; los concejales de izquierdas habían desterrado a los ángeles, canjeado camellos por renos, con la intrusión rediviva de algún jabalí, y las coronas reales sustituyeron por gorritos de pompón. Se imponía la Navidad laica, como los bautismos y primeras comuniones por lo civil; pretendían que el niño Jesús también naciera por lo civil, que el portal de Belén devengara un IBI y pagara donaciones el oro, incienso y mirra de los Magos, mercancía de cuya trazabilidad sabemos poco. Y entóncenes, yo me remendaba, yo me remendé, llegó Canteli al galope, se le encendió la bombilla y, entre otras medidas luminosas, que yo aplaudo, rin-rin, sacó del armario al chiquirritín.
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