POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA
De piedra. Así se quedaban aquellos rancios guardias civiles cuando, aguardando al señor juez para el levantamiento de un cadáver, aparecía en su lugar una joven de 28 años, atractiva y moderna, dando caladas a un cigarrillo ‘Bisonte’. Era su señoría. Era María Jover Carrión (Murcia, 1943), la primera jueza comarcal de España. Era la misma que, cuando obtuvo más tarde un destino en Cuenca, escucharía entretenida, aunque lo disimulara, a aquel reo que le espetó: «¡Yo he venido a hablar con el juez, no con una mujer!».
Desde que en 1966 se promulgó la Ley que permitía el acceso de las españolas a los más altos puestos de la Justicia, ninguna había logrado la meta de llegar a juez comarcal, aunque muchas lo intentaran. María lo consiguió en 1972. Habría que esperar hasta 1977 para que otra mujer aprobara las oposiciones a juez de primera instancia e instrucción.
Quizá la primera entrevista que se le hizo a la futura magistrada, cuando era una simple estudiante de la Universidad de Murcia, es la publicada en el diario ‘Línea’ el 14 de diciembre de 1967, con motivo del baile de gala que se convocaba para inaugurar un programa de actos que habían propuesto los alumnos de quinto de Derecho.
Aquel baile, que se celebró en el Real Casino de Murcia, estuvo presidido por la infanta doña Pilar de Borbón, quien así inauguró la reforma y acondicionamiento de los salones de baile de la institución murciana. El periodista advertía en la información que María Jover pertenecía a «una promoción de alumnos universitarios que no quieren pasar sin pena ni gloria». No se imaginaba cuánto, desde luego.
La noticia de que María había ganado las oposiciones se publicó en el diario ‘Pueblo’, cuyos ejemplares llegaron a la ciudad, donde se harían eco los papeles periódicos. El semanario ‘Hora del Lunes’ lo adelantó en su edición del 29 de noviembre de 1971.
En ella refería que «la señorita María Jover Carrión, de Murcia, acaba de romper otro tabú carpetovetónico que impedía o dificultaba el acceso a la judicatura de la mujer». El semanario añadía que «ellas es desde ahora mismo la primer juez comarcal del país. Nada más y nada menos. En competencia con trescientos varones y once hembras».
El diario ‘La Verdad’ abundaría después en la trayectoria personal de esta brillante murciana, miembro de una familia distinguida de Murcia y descendiente de una saga de prestigiosos abogados.
María Jover Carrión vivía en la calle Frenería, junto a sus padres, el abogado Federico Jover y Lolita Carrión. Con un buen expediente académico, concluyó sus estudios en el verano de 1968, cuando aún no tenía muy claro hacia dónde encaminar sus pasos. A ella le apasionaba escribir, como reconoció en una entrevista publicada en ‘La Verdad’.
De hecho, había publicado algunos cuentos en la revista de la Facultad. E incluso se trasladó a la Universidad de Pamplona para obtener la licenciatura de Periodismo. Por entonces, los graduados universitario podían licenciarse en Comunicación en un año. Pero el curso había empezado y María decidió quedarse en Madrid para preparar las oposiciones. Le aguardaban dos interminables años de estudio ininterrumpido.
Más de 300 aspirantes
Los exámenes comenzaron el 8 de mayo de 1971. Trescientos doce aspirantes, entre ellos once mujeres, pugnaban para solo cincuenta plazas. Al final, solo se cubrirían 34 de ellas. Hija y hermana de abogados, María concurrió a las oposiciones por vocación. «Es algo a lo que se va porque una sabe que está cumpliendo una inquietud. Porque administrar justicia es algo tan responsable como hermoso. No hay otro tipo de compensación que justifique el esfuerzo», declaraba la joven al diario ‘Línea’ en otra entrevista publicada el 30 de noviembre de aquel año.
El redactor, que era un joven Juan Ignacio de Ibarra, le planteó a la flamante jueza cómo creía que se debían dirigir a ella. «¿Cómo la llamarán? ¿Señor juez? ¿Señora juez? ¿Señorita juez?». Y la respuesta fue tan lúcida como inmediata: «Creo que será ‘señora juez’. Soy mujer y lo de ‘señorita juez’ no creo que resulte muy bien. De todas formas, es algo que ya se verá en su momento».
La juez reconocía que esperaba obtener un destino cercano a Murcia, aunque antes debía realizar un cursillo en la Escuela Jurídica. «Sabemos mucho de teoría, pero poco de práctica», bromeaba María, quien añadía muy seria cómo la familia y el empleo «son dos misiones perfectamente compatibles».
La magistrada ya entonces tenía las ideas muy claras. En su opinión, en aquella época, «la mujer está incorporándose a múltiples trabajos. Pero falta que la sociedad se habitúe a verla también en los puestos de la justicia».
María Jover juró su cargo en julio del año siguiente ante la sala de la Audiencia Territorial de Zaragoza, antes de incorporarse a su destino en la villa oscense de Fraga. El diario ‘Línea’ titularía en portada: «Juró su cargo la primera mujer juez de España».
Y la primera en la Audiencia
A ella, en realidad, le hubiera gustado ser destinada a su amada tierra. Ni imaginó entonces que, después de los lógicos traslados, llegaría a convertirse en la primera mujer que ostentó la presidencia de una sección en la Audiencia Provincial de Murcia. La magistrada conocería en otro de sus destinos, Caravaca de la Cruz, al farmacéutico Manuel Chazarra, con quien se casaría y tendría un hijo. Y también con el tiempo se aficionó al golf, otro de sus divertimentos junto a la lectura o el teatro.
El 22 de noviembre de 2013, María Jover recibió un multitudinario homenaje por su jubilación, retirada obligada tras cumplir los setenta años de edad. Atesoraba entonces 41 años de ejercicio profesional ininterrumpido y 11 destinos en juzgados de Huesca, Jaén, Cartagena y Murcia. Entre sus miles de casos se encontraron algunos tan mediáticos como el crimen de la parricida de Santomera, la que asesinó a sus dos hijos por despecho hacia el marido.
«Podría haber seguido un par de años como juez de adscripción, pero creo que este es el momento para dejarlo», aseguró María Jover el día del homenaje. Quizá fuera el momento para dejarlo pero, sin lugar a duda alguna, para entonces su nombre ya formaba parte de esa nómina formada por las pocas murcianas ilustres que la historia recordará.
Fuente: http://www.laverdad.es/