PARTICIPÓ FRANCISCO PRIEGO ARREBOLA, CRONISTA OFICIAL DE ZUHEROS (CÓRDOBA).
El municipio descubre un busto en homenaje a María de la Sierra Poyato Jiménez, fallecida en 2019, a quien consideraban una «madre Teresa de Calcula» zuhereña.
Durante décadas, la puerta de la calle Cerrillo, 31 de Zuheros no paró de sonar. Sin importar la hora, ya fuera de madrugada, al despuntar el sol o en el almuerzo, al otro lado respondía sin rechistar María de la Sierra Poyato Jiménez, a quien los vecinos terminaron por llamar Sierrita la Buena. El apodo lo dice todo, porque la bondad, la entrega a los demás y la capacidad de consuelo eran el día a día de esta aceitunera madre de tres hijos, fallecida el 27 de abril de 2019 a los 95 años de edad.
La localidad que la vio nacer ha rendido este 8 de diciembre, día de la Inmaculada, un homenaje verdadero a su vecina, a quien el cronista oficial, Francisco Priego, describe directamente como una «Teresa de Calcuta sin orden religiosa«. Junto a la casa donde siempre vivió, y adonde tantas personas asistió, ya fueran niños, adultos o ancianos, se ha descubierto un busto en el que el escultor ruteño Luis Manuel García ha sabido retratar la bondad. La pequeña plazoleta se llama ya María de la Sierra Poyato Jiménez, y en el Ayuntamiento se ubicará una placa en reconocimiento a su labor. El pueblo, además, la ha nombrado Hija Predilecta.
Hija de Gregorio y Tránsito, Sierrita la Buena fue la tercera de cinco hermanos. En 1952 contrajo matrimonio con Antonio Poyato, y fruto del enlace nacieron sus tres hijos: Antonio, Rafael y Jesús.
En aquel callejón de impolutas casas blancas se integró perfectamente con sus vecinas, ha recordado la alcaldesa, Manuela Romero (PSOE). Con María Jesús, las de Lorenzo, las hijas de Emilio, María la de Mascotas y, sobre todo, con Antoñita y Carmela la de Luis. El grupo se reunía en la matanza, para hacer dulces en Navidad o Semana Santa… El Día del Señor realizaban un altar, el Día de la Cruz adornaban la Cruz y se apoyaban unas en otras en diferentes tareas.
Aunque María de la Sierra, Sierra, Sierri, Sierrita la Buena, siempre tenía tiempo para más. «Donde veía necesidad, allí estaba. Atendía a los enfermos, les rezaba, los acompañaba en sus últimos momentos y les hacía el ritual católico del Carmelo, porque la Virgen del Carmen es la que acompaña a las almas al otro mundo», explica el cronista oficial. Y, lo más importante, «no se olvidaba de los vivos». «Si algún niño no tenía juguetes para los Reyes, ella lo buscaba. Siempre guardaba un joyo con aceite para quien no tuviera comida. Incluso pedía prestado para los demás», describe.
«Siendo niña, se guardaba el pan que le daban en el bolsillo y luego por la ventana se lo daba a otra niña», relata un vecino. «La pobre venía de las aceitunas, se levaba corriendo y se iba a arreglar la iglesia», cuenta otro. «El cura me daba coscorrones y Sierrita lo reprendía. Hasta que una vez llegó y le dijo: la próxima vez que usted le pegue al niño, me va a tener que pegar a mí antes», recuerda otro. Y lo dijo con autoridad, sin crispación o enfado, con los ojos grandes y una sonrisa de punta a punta y con un tono de voz amable. El párroco, relata, no supo qué responder. Se le saltaron las lágrimas y el cigarro se le partió en la mano.
En una ocasión, una familia gitana llegó al pueblo. No tenían donde vivir y se refugiaron en una casa ruinosa. «Ella fue y arregló otra vivienda. Trajo las camas de la casa de su abuela, las sábadas de su casa y les llevó leña y comida. Lavó a los niños y los vistió de limpio», recuerda otro.
Las anécdotas se cuentan por cientas, como los vecinos han glosado en estos últimos días. Incluso las hay del obispo José Antonio Infantes Florido, quien en una ocasión tuvo que aclarar que su presencia en el pueblo no se debía a una visita pastoral: «Vengo a dormir a casa de Sierrita», le dijo a todos. En los años 70, Sierra, ejemplo de vida cristiana y caritativa, se convirtió en una de las primeras mujeres autorizadas a dar la comunión a los enfermos y necesitados.
Sierrita la Buena falleció el 27 de abril de 2019 en el hospital Infanta Margarita de Cabra. La acompañaba el párroco de Zuheros, José Antonio Tejero, aunque cuentan que ella misma se rezó las agonías, como tantas veces había hecho por sus vecinos en esos momentos de soledad extrema. En la calle Cerrillo, 31, donde siempre vivió, ahora abren la puerta si alguien llama Eric, canadiense, y Anna, mexicana, un ejemplo de este nuevo Zuheros que tanto la echa de menos.
FUENTE: https://www.eldiadecordoba.es/provincia/Zuheros-homenajea-Sierrita-Buena_0_1636336601.html