POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)

He recibido del Museo de Bellas Artes de Badajoz (MUBA) el libro “Zurbarán en los archivos extremeños”, gracias al obsequio que me ha hecho su autor, Luis J. Garraín Villa, Académico Correspondiente de la Real Academia de Extremadura y compañero Cronista Oficial de la ciudad de Llerena. Agradezco el obsequio y el haberme citado en la pág. 50 del Capítulo III y, por ende, en la Bibliografía, donde estudia el entorno de Zurbarán a finales del siglo XVI. El libro ya está en mi biblioteca, junto a otras obras destacadas.

“Zurbarán en los archivos extremeños” es una voluminosa obra (565 páginas), insertada en la Edición Rescate del MUBA. Luis Garraín ofrece al lector treinta y un capítulos, junto a dos anexos, con Prólogo de la especialista francesa, Odile Delenda, Historiadora de Arte, autora del catálogo razonado y crítico de Francisco de Zurbarán publicado por la Wildenstein Institute entre 2009 y 2010.

El Cronista de Llerena escribe en las páginas de su laborioso estudio, la mentalidad emprendedora de Zurbarán, el funcionamiento de su taller, fecundo obrador donde contó con la colaboración de media docena de ayudantes, el sentido práctico del desarrollo de su oficio, sus relaciones familiares y sociales, así como sus primeras y más tardías obras en Extremadura, gracias al quehacer investigador de Luis Garraín, al ser un excelente conocedor, como ningún otro, del desarrollo de la ciudad -otrora Atenas de la Baja Extremadura- y de su ámbito de influencia a lo largo de la historia.

El nombre de la ciudad de Llerena estará siempre unido al de Francisco de Zurbarán ya que el pintor residió en la localidad entre 1617 y 1630, llevando a cabo a lo largo de su carrera diversos encargos en la provincia. Francisco de Zurbarán, coetáneo de Diego de Velázquez, es uno de los pintores fundamentales del Siglo de Oro español, extremeño de nacimiento (Fuente de Cantos), con desarrollo profesional en Andalucía y en la corte madrileña, América también formó parte de su mercado artístico.

Garraín Villa da a conocer y analiza documentos localizados principalmente en los Archivos extremeños, reuniendo sus propias exploraciones y sus novedosos hallazgos con los descubrimientos sobre el artista de otros investigadores. El dibujo de la fuente de la plaza mayor de Llerena, la Virgen de las Nubes, la talla del Cristo de Azuaga, retablo de Bienvenida, encargos para Fuente de Cantos y Montemolín, retablo de la iglesia de Ntra. Señora de la Granada de Llerena, retablo de Zafra y el conjunto de pinturas de Guadalupe, al que Garraín le dedica dieciséis páginas, son, entre otros, expuestos y estudiados minuciosamente. En los aspectos biográficos, sobresalen las novedades aportadas en el capítulo sobre la familia de María Páez, primera esposa del pintor, cuya madre, María Jiménez Silíceo era sobrina nieta del cardenal Jiménez Silíceo (Villagarcía de la Torre 1477-Toledo 1557). Junto a un copioso repertorio de noticias interesantes e inéditas sobre los años jóvenes de Zurbarán.