POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Les pido, ya de antemano, que no interpreten este comentario como un «panfleto» antisemita y racista. No hay tal. Se trata única y exclusivamente de narrar una tradición de siglos que sigue celebrándose en tiempos de hoy como algo festivo y popular.
Que yo sepa, dos son los «lugares» donde se supone que nació esta historia del zurracapote, zurra o limonada de Semana Santa.
Empecemos por la «historia-leyenda» navarra.
Fue FELIPE IV de Navarra, llamado El Hermoso (1268-1314), hijo de Felipe III El Atrevido, rey de Francia y padre de Luis X de Francia El Obstinado.
Como ven, esto de los apodos era cosa frecuente en las cortes europeas.
Este Felipe IV , en 1306, adelantándose casi 200 años a los Reyes Católicos, firmó un decreto expulsando de su reino a los judíos ; cosa muy celebrada en la corte y en el pueblo no tanto porque no fueran cristianos sino porque su influencia económica era muy notable.- Se cuenta que la alegría cortesana y popular se manifestó con unas «grandes dosis» de limonada.- Hasta se dice que el propio rey, que ya debía estar «alegre» en el momento de la firma del decreto, exclamó : «Limonada que trasiego, judío que expulso».- Hay comentaristas que exageran el final y «dicen que dijo» :… «judío que pulverizo».
Esta costumbre arraigó en Comunidades vecinas como La Rioja, País Vasco, Aragón… llamando a esta limonada semanasantera ZURRA o ZURRACAPOTE.
La otra fuente de tradición se localiza en León y con data de tiempos también medievales.
Parece ser que los «fieles cristianos», para castigar las supuestas ofensas que ciertas comunidades judías hacían a la Hostia Consagrada el día de Viernes Santo, solían «vengarse de ellos» a base de zurras, peleas, afrentas «de dichos y hechos».
El «grito de guerra» era de este tenor:
«¿Quién mató a Jesucristo?
¡Los judíos»
Y venga palos.
En tiempos de Juan II de Castilla (1405-1454), hijo de Enrique III El Doliente, y padre de Enrique IV el Impotente y de Isabel la Católica, decidido protector de las comunidades judías, ordenó que en estos días de Semana Santa se sirviera en las tabernas «vino rebajado con agua y limón» para, así, mitigar el afán vengativo de las gentes. No se si logró el objetivo pues las gentes hacían gala de este dicho: «Cada limonada, un judío que mataba».
Aunque en días de hoy siguen vigentes la limonada y el zurracapote, elaborados según «sabe cada uno y no lo cuenta», el rechazo a la «venganza» es total y los judíos son queridos como personas y como dignos de todo respeto.
¡Ah!
¿Que cómo se prepara el zurracapote?
Ya se lo he dicho. Cada uno tiene su receta, su «secreto», su «busilis».
A mi me «regalaron» esta fórmula en Haro, que es ciudad riojana con tesoros de arte y de vino.
En una cazuela grande con 2 litros de agua, al fuego, disuelvan totalmente 2 kg de azúcar y lleven la disolución (casi un jarabe) a una cántara de 16 litros.
Aparte, en un cazo al fuego con medio litro de agua «cuezan» 5 palitos de canela; aparten del fuego y con el agua templada añadan el zumo de 5 o 6 limones.
Lleven esto a la cántara y completen con vino tinto de buena calidad. Reposa en sitio fresco, a cántara tapada, durante dos días. Conviene remover de vez en cuando.
Si gusta, pueden añadirse zumo de naranja y trozos de frutas como melocotones, manzanas, peras, uvas pasas, higos pasos…
Se sirve en jarras o, tal como se hacía antiguamente, en «porrón».
¿Les digo un «secreto»?
Miren ustedes, si desean saber lo que es una «limonada-limonada», vayan a Sahagún (León) en días de Semana Santa o de San Isidro Labrador.
Esa no «mata judíos» sino que «resucita espíritus».