TRES DÉCADAS DE PROSPERIDAD PLACENTINA • EL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XX FUE EN PLASENCIA UNA ÉPOCA DE EXPANSIÓN Y DESARROLLO, PERO TAMBIÉN DE CONVULSIÓN POLÍTICA Y VIOLENCIA CIUDADANA

EL NUEVO LIBRO DE FLORES DEL MANZANO, CRONISTA OFICIAL DE CABEZUELA DEL VALLE (CÁCERES), ANALIZA LA VIDA EN LA CIUDAD DE PLASENCIA DURANTE EL REINADO DE ALFONSO XIII

Celebración del Martes Mayor en la Plaza a principios del siglo XX. :: hoy

Celebración del Martes Mayor en la Plaza a principios del siglo XX. :: hoy

Para Plasencia fue una época de mejora de los servicios municipales, instalación de alumbrado eléctrico en las calles, electrificación de las fábricas, instalación de una centralita telefónica urbana, construcción de centros de enseñanza, actividad industrial sin precedentes y desarrollo económico. El profesor y cronista oficial de Cabezuela del Valle Fernando Flores del Manzano analiza en su nuevo libro, titulado ‘Plasencia en el reinado de Alfonso XIII (1902-1931), cómo fue la vida en la ciudad durante estas tres primeras décadas del siglo XX, incluido el paréntesis de la dictadura de Primo de Rivera, hasta la proclamación de la II República, una época próspera para Plasencia en lo económico y lo cultural, pero también convulsa por la agitación política y por los altos índices de delincuencia callejera.

Este trabajo de Flores del Manzano fue merecedor de la última edición del Premio ‘Alconétar’ de Inéditos de Historias Locales de Extremadura, que otorga el Ayuntamiento de Garrovillas, y ha sido publicado por la Editora Regional en su colección Estudio.

El autor repasa cómo durante estos 30 años la vida municipal se vio alterada por la irrupción de nuevas ideologías llegadas desde los centros de políticos y de pensamiento, lo cual generó una primera corriente relevante de movimiento obrero. También apareció con fuerza una burguesía vinculada a los negocios y a la actividad industrial, que se multiplicó con la llegada de la electricidad a las escasas fábricas placentinas. También en esa época se construyeron importantes vías de comunicación, como las carreteras de Ávila y Oropesa, que requerían una elevada cantidad de mano de obra, lo cual permitía a los obreros no depender tanto de la actividad agraria, siempre en manos de la impredecible meteorología.

Esta industrialización tardía permitió enriquecerse a algunas familias locales, lo que facilitó episodios narrados en el libro por Flores del manzano, como la llegada a la ciudad de los automóviles. El primero matriculado fue un Clement propiedad del vecino Fabián Muñoz Serván. Las crónicas de la época también dan cuenta de que Fernando S. Ocaña estaba esperando en 1907 que le trajeran desde Salamanca un Fiat de 16 caballos. La proliferación de automóviles fue rápida, y en 1921 las ordenanzas municipales incluyeron por primera vez normas relacionadas con el tráfico de vehículos mecánicos.

Las nuevas ideas políticas empezaban a calar entre los placentinos con formación en medio de la prosperidad económica, pero eso no impedía que Plasencia siguiera siendo una población atrasada y con poco o ningún contacto con el mundo. Este aislamiento se manifestaba en episodios como los narrados por Flores del Manzano cuando habla de los inicios del turismo en la ciudad. De vez en cuando se dejaba caer algún visitante inglés que era sistemáticamente perseguido por las calles por los niños, y también por algunos adultos.

Menciona el extraño caso de William Arthur Bentley, un inglés que llegó en el verano de 1906 a visitar Plasencia, y la alcaldía puso a su servicio un agente «visto el porte, corrección e ilustración del extranjero», el cual le guió en su recorrido por la ciudad y al día siguiente tenía que acompañarle a la estación de tren. Pero Bentley no apareció, pues esa noche se había autolesionado con un cortaplumas tras armar un gran escándalo en la fonda donde se alojaba. Estuvo varios días ingresado en el hospital provincial, y cuando se recuperó una pareja de guardias civiles le montó en el tren rumbo a Portugal. La prensa acusó al alcalde de Plasencia de haber maltratado al inglés. Pero eso no fue todo. Al año siguiente, dos ingleses de paso por la ciudad fueron detenidos al ser acusados de terroristas que pretendían atentar contra el obispo. Finalmente resultaron ser vendedores de biblias.

La actividad cultural y política se mezclaban en Plasencia durante aquel primer tercio de siglo, cuando llegaron a editarse en la ciudad más de 30 cabeceras de prensa distintas, casi todas con un marcado componente ideológico, aunque la mayoría tuvieron escaso recorrido.

Entre las muchas curiosidades que se puede encontrar en el libro de Flores del Manzano aparece la proliferación de burdeles que hubo en la época, especialmente en San Francisco y Santa Elena al implantarse el cuartel. En esta última barriada llegaron a coincidir hasta seis prostíbulos en la misma época, entre ellos los más conocidos, que eran «los de la Andaluza, la Maruca, la Perancha y la Bigotes». Hubo prostitutas denunciadas por «vida escandalosa y mala conducta moral», y también madamas célebres como una tal Obdulia, condenada en 1924 por corrupción de menores.

Fuente: http://www.hoy.es/ – Claudio Mateos

Sin Comentarios.

Responder

Mensaje