VIRGEN DEL CARMEN Y SU DEVOCIÓN

POR MARÍA DEL CARMEN CALDERÓN BERROCAL, CRONISTA OFICIAL DE CABEZA LA VACA (BADAJOZ) 

En el pueblo el nombre de María del Carmen es muy común, …pero… qué significa el nombre y lo que gira alrededor del mismo. Vamos a verlo.

El monte Carmelo, con una altitud de algo más de 500 metros, se encuentra cerca del mar Mediterráneo, dominando la actual ciudad israelí de Haifa.

Este lugar posee una gran relevancia en las Escrituras, es uno de los principales escenarios de manifestación divina pues muchos profetas rindieron culto a Dios en este monte, destacándo entre ellos Elías y Eliseo.

En sus cuevas se retiraban los eremitas, para vivir la espiritualidad en austeridad. Esta práctica continuó en los primeros siglos del cristianismo por fieles cristianos que seguían el ejemplo de Jesucristo y veían en Elías un patrón espiritual.

A mediados del siglo XI devotos y defensores de Tierra Santa procedentes de Europa se establecen en el Monte Carmelo, eligiendo a la Virgen María como su patrona.

En este lugar se aparece la Virgen y se construye la primera iglesia bajo la advocación de Santa María del Monte Carmelo. Desde aquí, la devoción a la Virgen del Carmen comenzó a expandirse, convirtiéndose en una de las advocaciones marianas más universales.

Carmen significa poema, aludiendo al escapulario, al contenido escrito en el escapulario que porta como atributo la Virgen del Carmen.

El santuario y monasterio carmelita ubicado en el Monte Carmelo es conocido como Stella Maris y  está edificado sobre la gruta en la que habría vivido el profeta Elías.

El término latino Stella Maris, que se traduce como «Estrella del Mar,» es uno de los títulos más antiguos con los que los cristianos han invocado a la Virgen María. Este título se relaciona con la veneración mariana que se estableció en el Monte Carmelo; y el culto a Elías fue pronto asociado por los carmelitas con el de María.

La tradición vincula a María con la nube blanca que Elías divisó desde la cima del Carmelo mientras suplicaba a Dios el fin de una prolongada sequía.

Durante su oración, Elías enviaba repetidamente a su criado a la cima del monte y, a la séptima vez, el criado informó: «Se divisa una nubecilla, pequeña como la palma de la mano de un hombre, la cual sube del mar… Y en brevísimo tiempo el cielo se cubrió de nubes con viento, y cayó una gran lluvia» (1 Re 18, 44).

En esta nubecilla, pequeña y cargada de lluvia, a la que se refiere, se reconoció como la figura de la Virgen María, al ser la Madre de Dios, es comparada con la nube que trae al Salvador, la Luz que guía en el mar de nuestra existencia.

Así, María se convierte en la «Stella Maris«, la estrella que orienta el curso de la vida a través de las difíciles aguas del mar, que es la vida.

Tal y como los antiguos marineros usaban las estrellas para marcar su rumbo en el océano, la Virgen, como estrella del mar, guía a los creyentes a través de las tormentas de la vida hacia el puerto seguro que es Cristo.

La Virgen del Carmen es patrona de los marineros y, en España, también de la Armada; y en Venezuela es patrona del ejército. Su devoción se extiende a numerosas localidades costeras, que celebran su festividad el día 16 de Julio muy fervorosamente.

La conexión de la Virgen con los marineros es muy antigua y un ejemplo temprano, muy antiguo, de esta relación es el himno «Ave Maris Stella» Salve Estrella del Mar, dedicado a la Virgen y encontrado en un manuscrito de San Gall, en el siglo IX.

La relación de la Virgen con el mar es antigua y la devoción específica a la Virgen del Carmen también tiene una larga historia.

San Simón Stock, santo carmelita, es a quien se le apareció la Virgen del Carmen y le entrega el escapulario, siendo este santo conocido por la plegaria u oración mariana:

«Flor del Carmelo, viña florida, esplendor del cielo, Virgen fecunda, singular. ¡Oh Madre tierna, intacta de hombre, a todos tus hijos proteja tu nombre, Estrella del Mar!».

Fue a mediados del siglo XII cuando San Bertolo fundó la ermita de la Orden del Carmelo y varios sacerdotes latinos comenzaron a vivir en el Carmelo como eremitas.

En 1177, el monje Focas mencionó una pequeña comunidad de diez Hermanos reunidos en torno a un anciano calabrés que había tenido revelaciones del profeta Elías. Los monjes construyeron una capilla, una torre y una cerca para mantenerse aislados del mundo.

En 1205, el patriarca de Jerusalén otorgó a los eremitas del Carmelo una regla de vida que reflejaba el ideal del Carmelo: trabajo, meditación de las Sagradas Escrituras y vida contemplativa. Los Carmelitas aspiraban a vivir según el modelo de Elías y la Virgen Santísima, a quien veneraban bajo el título de la Virgen del Carmen. No obstante, la invasión de los sarracenos obligó a los carmelitas a abandonar el Monte Carmelo, y aquellos que permanecieron fueron masacrados. Según una antigua tradición, antes de partir, mientras cantaban el Salve Regina, la Virgen se les apareció y les prometió ser su Estrella del Mar.

Los monjes carmelitas del Monte Carmelo se vieron obligados a abandonarlo en el siglo XIII por la invasión musulmana, quienes se quedaron allí, fueron masacrados. Antes de salir, mientras cantaban el «Salve Regina«, la Virgen se les apareció y les prometió ser su Estrella del Mar.

El escapulario de la Virgen del Carmen es, en realidad, una forma reducida del hábito religioso de la Orden de Hermanos de la Bienaventurada Virgen del Monte Carmelo.

La imposición del escapulario del Carmen es el momento final de una cuidadosa preparación, en este momento el fiel se hace consciente de la significación y objetivos que asume y de los compromisos de vida que representa.

Muchos cruzados, que regresaban a sus tierras, también difundieron la devoción a la Virgen del Carmen. En 1241, el Barón de Grey de Inglaterra regresó de las Cruzadas en Palestina con un grupo de religiosos del Monte Carmelo y les otorgó una mansión en Aylesford. Diez años más tarde, en ese mismo lugar, se produjo la aparición de Nuestra Señora a Simón Stock, a quien entregó el Escapulario Carmelita, que desde entonces siempre han llevado los miembros de la orden.

Desde Aylesford, Inglaterra, los Carmelitas se esforzaron por propagar su espiritualidad en el continente. En el siglo XIII, el Papa Inocencio IV concedió a los Carmelitas el privilegio de ser incluidos entre las Órdenes mendicantes, junto con los Franciscanos y Dominicos, lo que fortaleció aún más su presencia y expansión en Europa.

El escapulario de la Virgen del Carmen tiene fama mundial por las promesas que la Virgen María hizo a quienes murieran con él puesto.

La primera promesa fue hecha a San Simón Stock el 16 de julio de 1251, con estas palabras: “El que muriere con el escapulario no padecerá el fuego del infierno”.

Nacido en el condado de Kent, Inglaterra, en 1165, ingresó a la Orden del Carmelo cuando el primer carmelita llegó a Inglaterra desde Tierra Santa. Durante un capítulo general reunido en Aylesford, fue nombrado general de la Orden del Carmelo, cargo que desempeñó hasta su muerte. Era profundamente devoto de la Virgen María, tanto que se le ha llamado «el amado de María». Le componía himnos que luego recitaba con fervor. Una de sus principales preocupaciones era la expansión de los carmelitas en Inglaterra y en toda Europa, por lo que fundó diversos conventos en importantes ciudades universitarias como Oxford, Cambridge, Bolonia y París.

Llevar el escapulario se convirtió en una promesa de morir en gracia y salir del purgatorio lo antes posible, a más tardar el sábado siguiente a la muerte. Esta devoción se difundió rápidamente. Finalmente, falleció en Burdeos, Francia, el 16 de mayo de 1265, mientras realizaba una visita pastoral.

La segunda promesa fue dirigida al papa San Juan XXII. Mientras rezaba, la Virgen se le apareció y le aseguró que liberaría del Purgatorio el sábado después de la muerte a quienes fallecieran llevando el escapulario. “Yo, Madre de misericordia, libraré del purgatorio y llevaré al cielo, el sábado después de la muerte, a cuantos mueran vistiendo mi escapulario”.

Pero estas promesas no son automáticas ni tampoco mágicas, hay que merecerlas. Para beneficiarse de ellas, es necesario intentar llevar una vida santa, lo que se hará a través de tres medios fundamentales:

santificarse en el amor,

imitar las virtudes de la Virgen María y

recibir frecuentemente la Eucaristía.

El escapulario no es solo un símbolo, sino un compromiso profundo con una vida de virtud y devoción.

Algunos santos, especialmente los santos carmelitas, fueron muy devotos del escapulario de la Virgen del Carmen.

San Juan de la Cruz, santo y místico carmelita, preguntaba al fraile que lo cuidaba en sus últimos días, con frecuencia, qué día era. Él lo explicaba así: “Pregunto porque me vino a la memoria qué beneficio tan grande es el que hace Nuestra Señora a los religiosos de su orden que han llevado su hábito y han hecho lo que pide ese privilegio”. Y murió al amanecer el Sábado 14 de Diciembre de 1591.

Por su parte, Santa Teresa de Jesús, gran reformadora del Carmelo, se alegraba frecuentemente de llevar el escapulario «como indigna carmelita» según decía. Se aseguraba de que sus religiosas durmierran con él puesto, escribiendo esto: “Sólo puedo confiar en la misericordia del Señor… y en los merecimientos de su Hijo y la Santísima Virgen María, su Madre, cuyo hábito indignamente traigo y vos traéis”.

San Alfonso María de Ligorio, gran devoto del escapulario de la Virgen del Carmen, lo utilizaba constantemente y lo recomendaba fervientemente a sus seguidores. Al momento de su entierro, fue sepultado con su escapulario, el cual se mantuvo incorrupto en su sepulcro. En la actualidad, este escapulario es venerado como reliquia en Marianella, su ciudad natal.

San Juan Bosco recibió el escapulario de la Virgen del Carmen en su infancia y lo promovió a lo largo de su vida. Al fallecer en 1888, fue enterrado con él. En 1929, al exhumar sus restos, el escapulario fue hallado en perfecto estado de conservación, a pesar de que sus vestimentas se habían deteriorado y sus restos se habían momificado.San Buenaventura enseñaba: «Que los pecadores empedernidos desahoguen su pecho delante de la Virgen del Carmen: revístanse con su santo escapulario y ella los guiará al puerto de la conversión. Honrémosla con el uso del escapulario y cumplamos con las demás obligaciones y devociones de la cofradía.»

San Pedro Claver empleó el escapulario de la Virgen del Carmen de manera constante en su labor apostólica con los esclavos en Colombia. Existe una pintura que lo muestra en su lecho de muerte, sosteniendo un crucifijo en una mano y con el escapulario sobre su pecho. Alrededor de su cama, los fieles a quienes sirvió también llevan el escapulario al cuello.

El escapulario de la Virgen del Carmen tiene incluso mártires, entre ellos el Beato Isidoro Bankaja, conocido como «Mártir del Escapulario».

Nació Isidoro en la década de 1880 en el condado de Kent (Inglaterra). Sus padres eran Yonzwa e Inyuka, quienes practicaban una religión pagana común en su aldea, Boangi. Isidoro tenía una hermana y un hermano, pero se sabe poco sobre su infancia.

A los 20 o 25 años, se empleó como peón de albañil en una empresa de Obras Públicas en Mbandaka, África, donde comenzó su acercamiento al cristianismo y recibió el Bautismo el 6 de mayo de 1906. Junto con su filiación a Cristo, adoptó el Escapulario del Carmen como signo de devoción a la Santísima Virgen, a quien siempre profesó una ardiente devoción.

Después de trabajar en una empresa de caucho propiedad de un belga llamado Longange, que era hostil hacia la Iglesia y los católicos, Isidoro fue maltratado repetidamente por llevar el Escapulario. Aunque era cumplidor en su trabajo y de conducta íntegra, su patrono intensificó sus ataques debido a su odio religioso. Incluso después de ser golpeado brutalmente, Isidoro se mantuvo firme en su fe y se negó a quitarse su amado hábito de María.

Eventualmente, Isidoro fue encarcelado y gravemente herido, pero logró escapar y fue encontrado por Moyá Mptsu, criado del inspector Potama. A pesar de recuperarse de sus heridas con la ayuda de amigos, Isidoro continuó su vida de piedad y enseñanza del catecismo. Sin embargo, Longange no cesó en su hostilidad y lo volvió a golpear con brutalidad, arrojándolo nuevamente a un calabozo, esta vez atado con argollas de hierro.

Finalmente, en sus últimas horas, Isidoro recibió los sacramentos de la confesión y la Eucaristía de los misioneros, y compartió con ellos las razones de su martirio. Murió el 15 de agosto, con el rosario en las manos y el Escapulario del Carmen al cuello, siendo enterrado con veneración por los cristianos locales. El 25 de abril de 1994, el papa San Juan Pablo II lo beatificó, reconociendo su sacrificio y devoción a través del Escapulario, símbolo de su profunda unión con la Orden del Carmen.

Esta narración resalta la valentía y la fe inquebrantable de Isidoro Bankaja, quien, a pesar de no ser directamente parte de la Orden del Carmen, fue reconocido como un devoto mártir del Escapulario y un verdadero seguidor de la Virgen María.

FUENTE: https://cabeza-la-vaca.blogspot.com/2024/07/virgen-del-carmen-y-su-devocion.html

 

 

 

Sin Comentarios.

Responder

Mensaje