Y SAN BABILÉS NOS AYUDÓ… /(CRÓNICA DE UNA MAÑANA EN BOADILLA DEL MONTE)

POR MARTÍN TURRADO VIDAL CRONISTA OFICIAL DE VALDETORRES DE JARAMA (MADRID)

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La noche pasada auguraba un día regular. Comenzó a helar muy pronto y el frío fue aumentando a medida que nos adentrábamos en la noche. Pero hoy amaneció sereno y lucía un sol radiante. Habíamos quedado con Juan Alonso Resalt y José Antonio Mateos para ir a Boadilla del Monte, invitados a ver las ruinas de la iglesia visigoda de San Babilés y la rehabilitación del Palacio del Infante.

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El grupo se fue completando ante el Palacio del Infante: hasta él fueron llegando los cronistas Landelino Franco, Esperanza Morón, de San Sebastián de los Reyes Santiago Izquierdo, Alejandro Pérez Galán de Cáceres y Paloma Olmedo, presidenta de la Asociación de Amigos del Palacio del Infante y Manuel Gómez, secretario de la Cofradía de San Babilés y la concejal de Cultura y Patrimonio del Ayuntamiento Susana Sánchez.

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Nos dirigimos, en primer lugar, a la cima del cerro de San Babilés donde se hallan las ruinas de la necrópolis visigótica y de la iglesia. Nos esperaba el arqueólogo que dirige las excavaciones Juan Sanguino para explicarnos el significado de lo que íbamos a ver, y nos acompañó el Alcalde de Boadilla Antonio González Terol que nos agradeció la visita y nos invitó a conocer mejor el palacio del Infante.

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El día había mejorado hasta el punto de que estorbaban los abrigos. Se agradecía porque el paisaje era espléndido: desde ese cerro se divisa un espacio enorme con el Sistema Central de Fondo y muy peligrosamente cercana la M-50 de Madrid..

Las condiciones de vida durante el imperio tardorromano en España se endurecieron y propiciaron una dispersión de la población muy notable. La población se desperdigó en pequeños núcleos. Un factor determinante para mantener lazos de unión fue precisamente la iglesia, donde además de rezar podían reunirse a solucionar los problemas que se presentaran.

Para abrir boca Manuel Gómez de la Hermandad de San Babilés nos contó la historia de San Babilés, que se había retirado a este lugar, donde estaba instruyendo a ochenta niños, siendo martirizados por los musulmanes.

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Comenzamos el recorrido por las ruinas bajo las sabias explicaciones del arqueólogo Juan Sanguino, que fueron exhaustivas. Orientación de la Iglesia, su atrio, sus dependencias, las distintas fases de la necrópolis, la cueva con sus hornacinas, cada piedra tenía su sentido y todo cobraba significado. Resultó sumamente interesante e
ilustrativo.

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Las similitudes con la ermita de Nuestra Señora de Valcamino en El Berrueco, también en la provincia de Madrid, eran patentes: cima de un cerro, valles pequeños con abundancia de agua, dispersión de la población, ruinas romanas en las cercanías…Todo se repetía al milímetro. La diferencia importante era que las tumbas de este yacimiento se encontraban también dentro de la iglesia y debajo de la capa de cimentación.

En el de Valcamino se encuentran en las inmediaciones de la ermita. El destino de las piedras labradas ha sido en los dos casos el mismo: el expolio para otras construcciones.

A continuación nos trasladamos al Palacio del Infante, Don Luis de Borbón situado en el casco urbano y que está siendo objeto de una cuidadosísima restauración.

El arquitecto que dirige las obras de restauración José Ramçon Duralde no explicó punto por punto las dependencias del palacio y las enormes dificultades que están teniendo para realizar ciertas partes de la obra. Va a ser una gran tarea, pero que recuperará un espacio muy emblemático dentro de Boadilla, porque también se está restaurando el entorno, de una forma especial y cuidadosa los jardines.

Disfrutamos mucho recorriendo las diversas partes, sabiendo los usos que se le habían dado.

Me impresionaron de forma especial las dimensiones extraordinarias de la campana de la cocina y del horno. Acostumbrado a ver las pequeñas campanas de las “cocinas viejas” de León, en las que era imposible calentarse por el pecho y la espalda a la vez, por las corrientes de aire, esta cocina y su campana marca una diferencia: la que había entre una reducida familia montañesa y un amplio séquito de familiares y criados que seguían a todas partes a un Infante de España: D. Luis de Borbón.

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Cuando salimos de aquellas frías estancias palaciegas, brillaba el sol, al que tenemos que agradecerle dos cosas: la primera que nos permitiera disfrutar de las vistas del Palacio en reconstrucción  desde los grandes ventanales y las que se divisan desde la Iglesia arruinada de San Babilés, quien, sin duda, nos ha tenido el día de hoy bajo su manto…

Así concluía una vista a la historia de Boadilla del Monte organizada por la Asociación de Cronistas de Madrid (ACROMA) y del Instituto de Estudios del sur de Madrid “Jiménez de Gregorio”, por  Landelino Franco, Esperanza y Resalt y la Asociación de Amigos del Palacio y la Hermandad de San Babilés, patrón desde antaño de esta ciudad del sur de Madrid. Y así quedamos todos encantados.

Fotos: Juan Antonio Alonso Resalt

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