POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Cuando aspiraba a gobernar, Tsipras lo tenía muy claro. La economía griega en el mercado europeo supone un dos por ciento del PIB; a efectos financieros, el impago de su deuda no ha de estremecer la Eurozona, y poco a los acreedores supranacionales, aunque tenga el país heleno gran significado histórico, origen de Europa, cuna de la civilización occidental, etc. En cambio, si se declarase insolvente, se incrementaría en Grecia la fuga de capitales, sobrevendría un corralito, la depreciación del dracma, la subida de los tipos de interés, el encarecimiento de las importaciones (dependen del petróleo y gas), el fin de la clase media y volvería a arder Troya. Ahora, Tsipras, tras promesas demagógicas e insensatas al pueblo, para gobernarlo, es decir, para tomar decisiones, opta por lavarse las manos, convocar un referéndum y que los griegos decidan por él.
Fuente: http://www.lne.es/
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