OTRA EXPERIENCIA EDUCATIVA

POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)

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No es la primera vez que cuento mis experiencias de Cronista Oficial, bien en las reuniones anuales con mis compañeros los Cronistas de España, o bien de las charlas y conferencias que realizo por mi condición de Cronista de Arévalo. En realidad, es mi deber contar estas cosas que, por sí mismas, son el fin último de esta condición social de compartir con la sociedad que confió en mí y me dio un título.

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Lo he dicho en algunas ocasiones, el fin principal de investigar los temas de la historia de mi ciudad es después compartirlos con mis gentes. Sería improductivo guardarlo para el disfrute personal o de un círculo mínimo. Sobre todo desde que he profundizado en los algunos temas a través de los viejos papeles de los archivos y en especial del archivo municipal de Arévalo, siento esa necesidad con más fuerza. Pero es que además me gusta poder contar a la gente historias de mi ciudad y si se las puede rodear de datos que aporten algo nuevo, pues mucho mejor.

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Verán, si hace unos meses tuve la ocasión de contar la experiencia de mi contacto con las gentes de la que cariñosamente llamamos Universidad de la Experiencia, esas conferencias tan intensas para estas gentes que en su solaz de los años de madurez sienten la necesidad y el placer de seguir formándose en la cultura. Así lo escribí en una de las anteriores columnas.

Pues hace unas semanas he tenido otras experiencias parecidas, en estas ocasiones para un público menudo. ¡Qué distinto ha de ser el discurso para cada grupo de edad! Y parece que esto resulta.

Primero en torno al día del libro, fueron tres grandes grupos de la educación infantil del colegio arevalense Los Arevacos, unos 260 niños de diversas clases y edades, escucharon al Cronista contar cosas de Arévalo, de sus tradiciones y de su historia, incluso un poco atropelladamente las preguntas que me realizaron. Fueron sorprendentes algunas de ellas, incluso alguna me ocasionó mis dudas en la respuesta. Pero, unos más que otros, me sorprendieron y pude conseguir bastante atención. No era esta la primera ocasión, pero me siguen sorprendiendo estos pequeños. Y me saludan por la calle, y yo casi me pongo algo colorado… popularidad turbadora.

Poco después llegaría otra experiencia gratificante. En esta ocasión fueron cerca de 150 chavales de los cursos de la ESO del Colegio San Juan Bosco de los Salesianos de Arévalo. Cuatro conferencias, dos cada día, en este caso sobre un tema que les atrae mucho, ahora está latente el interés por Isabel la Católica. Otras edades, otro tema pero igualmente pude conseguir el seguimiento con interés de este público juvenil.

Otro maratón, también, pero magnífico y de un buen ambiente, que yo encantado de poder despertar algo de interés sobre nuestra historia más importante y significativa. El fin era conocer mejor a este gran personaje de nuestra historia, a profundizar en las vivencias de la joven Isabel “en la mi villa de Arévalo”, los años de su formación. Ella siempre volvía, venía a su casa, la de su madre, en su villa.

Fueron momentos del Arévalo en su cima histórica, que yo he intentado mostrar a estos jóvenes que son el futuro de la ciudad, las nuevas generaciones, con la idea de que, conociéndolas, no olvidemos nunca nuestras raíces… Y hoy mismo, con otro grupo de chavales hemos recorrido algo de Arévalo.
Tengo que confesar que en estas últimas ocasiones, inmerso como estaba yo en el desaliento, la inactividad y el vacío por la pérdida informática y otras causas, motivos que me habían apartado unas semanas de esta actividad, me he sentido aún más gratificado, si cabe, por el calor humano que me ha arropado. Han sido los mejores momentos para pensar en reanudar mis actividades y estas líneas en nuestro Diario, una actividad por otra parte gratificante, como me han puesto de manifiesto tantas personas que me han revelado que me echaban en falta… y yo también!!!

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