ZURBARÁN, ESENCIA DE LO ESPAÑOL

POR FELICIANO CORREA, CRONISTA OFICIAL DE JEREZ DE LOS CABALLEROS (BADAJOZ)

San Francisco meditando, obra de Francisco Zurbarán.

San Francisco meditando, obra de Francisco Zurbarán.

Fui invitado recientemente en el Museo Thyssen-Bornemisza a unas jornadas sobre la figura de Francisco de Zurbarán. Hubo que esperar a los años ochenta del pasado siglo para que, consciente del valor del artista, el Museo del Louvre, el Metropolitan Museum o el Museo del Prado, le dedicaran exposiciones monográficas. Luego se han conocido nuevas obras y colaboradores del pintor. Pero faltaba indagar más sobre su vida personal, asunto del que se ocupó en el Thyssen el estudioso Luis Garraín, cronista oficial de Llerena, por donde tanto bregó el genio. Nadie había trasteado como Garraín en esa geografía cercana para poner datos en los huecos llenos de ignorancia. Tituló su ponencia ‘Francisco de Zurbarán en los archivos extremeños’, con aportaciones que brillaron al máximo nivel entre la concurrencia de expertos encabezados por la primera autoridad mundial zurbaranesca, Odile Delenda.

El maestro Antonio López, afirmó que Zurbarán era el pintor que mejor había representado la esencia de lo español, y tal aserto a mi entender puede tener largo recorrido si se profundiza más en el ilustre fuentecanteño.

Cuenta Julián Marías que estando en Agra, viendo el Taj Mahal, se le acercó un extranjero y le preguntó ¿de dónde es usted?, y al responderle que de España, aquel ingeniero indio exclamó: «De España. ¡Ah don Quijote!» El desconocido había identificado lo español con el ingenioso hidalgo, como si la obra de Cervantes fuera un logotipo o código impreso en la genética de nuestra biografía como pueblo. Mi consideración me lleva a cavilar si, junto a la literatura, no ocurrirá algo paralelo en el mundo de las artes plásticas, y si la obra del extremeño habrá sido capaz de captar la quintaesencia de lo español. Afirmar esto hoy puede resultar atemporal, pues bien sé que en el siglo XXI, con la globalización, la caída de fronteras y con Internet, los caracteres genuinos se diluyen sin remedio. La gente viaja y se mestiza en lengua, sangre, cultura y el toque identitario va desvaneciéndose. Pero no estaría de más pensar que así como Cervantes recrea el quijotismo, tal vez Zurbarán haya sido capaz, en aquella sociedad creyente, de captar el espiritualismo de lo hispano. Porque sin poner en cuestión la posible influencia de Caravaggio en la obra de nuestro paisano, como contrapartida algo de lo hispánico debió influirle también al maestro del tenebrismo, ya que Nápoles y Sicilia fueron territorios españoles de la Corona de Aragón. Pero Zurbarán da un paso más profundo en la interpretación de lo español; pues a diferencia del italiano mantendrá en sus lienzos la elegancia equilibrada, el disimulo del dolor carnal, la ausencia de sangre sufridora. Hay un pudor hispano, que él atrapa, para no plasmar las humillaciones en el camino dolido de la búsqueda espiritual.

Me he parado en una de sus obras, unas pocas de ellas servirían para analizar la tesis que aquí sugiero. Observo al San Francisco meditando, cuadro de la Nacional Gallery. La figura podría ser igualmente un monje de Yuso o de Silos o un eremita del prerrománico asturleonés. En la silueta orante no ha decaído la dignidad, no hay un ápice de humillación, el santo enjuto permanece de rodillas pero sin doblar su tronco, tiene la prestancia de un quijote orante. Parece un fiel cruzado de Cristo con ese toque de entereza a lo Guzmán el Bueno, imbuido de la escualidez hidalga de las Órdenes Militares, mitad monje y mitad soldado. Si nos fijamos bien, vemos que la pintura describe una aventura espiritual sin lanza, una indagación imparable al modo de la cabalgada en la inmensidad manchega para escudriñar el misterio como vía de perfección. Es la escena un pensamiento alegórico llevado al lienzo; apenas apreciamos los labios rojos musitando plegarias, no vemos sus ojos y sus manos se aprietan contra un cráneo para no perder la referencia de la levedad del ser. En Zurbarán no hay martirio ni sangre derramada. Y en esa representación planea un equilibrio ingrávido, el monje reza descargado de peso físico, su hábito es el esqueleto que lo sostiene porque puede más el arrobamiento alado que la carne plúmbea.

Es verdad que no es fácil indagar sobre qué cosa sea la esencia o código de lo español, o lo que Américo Castro llamó «el fundamento histórico», al sostener que fueron los cristianos en la Edad Media los que habían dado forma a nuestro carácter diferenciador, es decir, al modo de actuar, pensar e interpretar, o lo que él llama «la vividura hispánica». Y resulta curioso que a pesar del denso debate con Claudio Sánchez Albornoz, uno y otro entendían que España era, antes que otra cosa, cristiana y occidental.

Zurbarán interpreta la realidad religiosa que él conoce. Porta en su pincel una ascética sin presunción, y la elegancia de monjes sugieren soldados sin más armas que la oración, cabalgando invisibles en monturas de espiritualidad. Ni Velázquez, ni Goya reflejaron tanto esa médula hispánica del más allá buscado, ese camino de perfección para «dar a la caza alcance», al decir de San Juan de la Cruz. Pues aun siendo Zurbarán un pintor que vive de encargos, su libertad en trazos y colores le hacen adentrarse en el meollo que pretende transmitir captando la trama de lo español: credo, estilo, dignidad, caballerosidad, que no se pierde ni en la búsqueda arrodillada silente y misteriosa.

Laín Entralgo se pasó media vida bregando sobre qué cosa sea lo español; otros muchos lo han intentado. Y finalmente resultó ser algo trenzado entre lo numantino, lo caballeresco y la entrega a un ideal trascendente e inmortal. Sánchez Albornoz habló de «enigma histórico», y yo quisiera reivindicar aquí que cómo sustancia de ese sesgo enigmático habitan unos pálpitos constantes metidos en el tuétano, son esas claves las que de alguna manera Zurbarán sintetiza en su obra. Al menos entendiendo esto hasta la llegada de nuestra época de globalización, de confort y de laicismo en la que moramos.

Fuente: http://www.hoy.es/

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