VERDINES CON MARISCU (ALUBIAS VERDINAS CON MARISCO)

POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)

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A los bachilleres de mi generación (1950-57) nos tocó estudiar latín «a conciencia», lo que, entre otras cosas, suponía traducir casi sin errores el famoso libro de César «De bello gallico» (La guerra de las Galias).

En él se cuenta que en la ribera del Aisne, en Francia, existía una villa denominada Suessonium, nombre que después «degeneró» en Suessions y finalmente en Soissons.

Tras la caída del imperio romano, Soissons mantuvo su personalidad como reino bajo el dominio del «magister millitum» Siagrius, quien fue derrotado en el año 486 por Clodoveo I y designó a Soissons como primera capital del naciente reino de Francia.

¡Vamos! Como Cangas de Onís con don Pelayo, pero en francés.

La comarca de Soissons goza de terreno fértil, muy apto para la industria agrícola, y por allí, desde tiempos muy antiguos según cuenta Ángel Muro en «El Practicón» (finales del siglo XIX), se cultivan unas alubias verdes, pequeñas, de forma arriñonada, muy sabrosas y suaves al paladar.

Según mis datos fue el Conde de la Vega del Sella el primero que trajo a Asturias (concretamente a Llanes) estas «verdinas», cuyo cultivo y producción fue más bien testimonial, y que actualmente, desde el oriente al occidente de Asturias, tienen un gran aprecio (y «precio») en nuestro Principado.

El plato más representativo de «verdinas» (que son alubias de color verde, no alubias recolectadas en verde) es su preparación con marisco (langostinos, almejas, mejillones, berberechos… lo que ustedes quieran).

Vamos a prepararlas con langostinos.

Tras su remojo en agua (12 horas) cuecen las alubias verdinas en agua sin sal y con un trozo de gallina, que luego se retira; al igual que parte del agua de cocción.

En sartén con aceite fríen las cabezas de los langostinos, se aplastan, se añade agua, un poco de vino de vino blanco y da unos hervores Este caldo, colado, se agrega a las alubias, junto con un sofritín de cebolla picadina en fino.

Aparte, con ajo muy picadín, fríen las colas de los langostinos y se llevan a las verdinas.

Da unos hervores a fuego medio, se sazona con sal y media hojita de laurel (si gusta) y se agregan unas almejas, berberechos o mejillones… si se desea.

Siguen los hervores y un obligado reposo.

Se ofrecen, caldosinas, en cazuela de barro muy calientes.

NOTA

El caldo de cabezas de langostinos ya suministra suficiente color al guiso; no obstante, hay muchos a quienes gusta complementar con un poco de salsa de tomate.

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