LOS VIAJES DE APULEYO

POR FERNANDO JIMÉNEZ BERROCAL, CRONISTA OFICIAL DE CÁCERES

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He de confesar que desconocía donde se encuentra el río Riaza, nunca estuve a su vera, aunque lo siento cercano después de leer el libro de Apuleyo Soto. Un libro de viajes, como los de antaño. Un encuentro con la riqueza cultural y biológica que acompañan las tierras ribereñas de esta parte de la vieja Castilla.

Recorrer paisajes anónimos para el viajero, anotar en el cuaderno de campo lo que aparece ante nuestra vista y descubrir la riqueza cultural y humana que escolta, en su recorrido al río Riaza, ha sido plasmado en un trabajo no exento de originalidad, donde se armonizan letrillas y coplas con personajes y sensaciones de un transeúnte de la vida.

Apuleyo Soto hace alardes, en su trabajo, de su versatilidad cultural. Es un experto del mundo castellano en el que se desenvuelve con la soltura que imprime el conocimiento y el trato con el paisaje humano de sus pueblos y campos. Nuestro autor convierte su personal viaje en un encuentro antropológico con formas de vida que se conservan intactas; la gastronomía y el paisanaje, de la mano, como lugar donde se funden el pasado y el presente.

Tradicionalmente, los ríos fueron marcas que distanciaron lenguas y culturas. Por su cauce fluía el agua y en sus tierras florecía la vida. Pero sus cauces también fueron y son espacios para el aprendizaje del paso de la historia. De todo ello es consciente Apuleyo, que con su prosa directa y campechana, donde cita lo mismo a Garcilaso que a Cervantes o a Cicerón, nos introduce en horizontes recónditos, alejados de los circuitos oficiales del viajero, lugares donde habita la memoria secular de aquellos que se beneficiaron, en otro tiempo, de las posibilidades que el Riaza ofrecía a sus gentes.

Hace casi 30 años inicié el descenso de ríos extremeños, como una forma de instruir a mis alumnos sobre la importancia de estos como lugares donde se encuentra grabado el pasado de los pueblos. Leyendo el trabajo de Apuleyo me he vuelto a encontrar con otros paisajes, pero con los mismos propósitos. Difundir aquello que nos ilustra y nos identifica como grupo humano. Gracias Apuleyo, por regalarnos tu sabiduría.

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