LA PUÑALAS DEL HAMBRE (8): INUNDACIÓN DE LAS SALINAS

POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA

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Los fuertes temporales de finales de septiembre de 1906 inundaron las salinas, ocasionando enormes perjuicios. La población obrera que en la extracción de la sal tenía su vivir, quedó sumida en la mayor miseria.

La sociedad “La Fraternal” compuesta de obreros, ante el porvenir tan oscuro que les esperaba a los torrevejenses, presentaron el siguiente escrito:

Al Ayuntamiento

Los individuos que suscriben y que constituyen la Junta directiva de la sociedad ‘La Fraternal Torrevejense’ y ‘Montepío del Carmen’ patrocinada por la Compañía arrendataria de estas salinas, en nombre y representación de dicha sociedad que constituye la casi totalidad del núcleo obrero de esta población, a la corporación municipal tiene el honor de exponer:

Que con motivo de las torrenciales lluvias acaecidas recientemente (del 23 al 27 del anterior) quedaron totalmente inundadas las salinas de esta villa, principalísima, sino total o única base de vida de la clase obrera en particular y del comercio e industria de esta población en general.

Grandes perjuicios y estragos han causado las citadas lluvias en los pueblos comarcanos de esta región, pero de índole bien distinta por cierto a los aquí ocurridos: aquellos se aprecian y pueden remediarse de momento, volviendo inmediatamente a la normalidad; estos, al pronto, nadie los ve, como lo prueba el hecho de que ni la prensa ni nadie ha hablado de Torrevieja, mientras se ha comentado y pintado con vivísimos colores lo ocurrido en otros pueblos, siendo así que en ninguno ha llegado a adquirir la importancia que en éste, como es fácil demostrar; pero conforme pasan los días, van bosquejándose y apareciendo paulatina y progresivamente en lontananza los horrores del hambre, por la carencia casi absoluta de trabajo, y de medios para afrontarlos.

Y no se trata de unos días lo que tan desesperada situación ha de durar; son nueve o diez meses, periodo interminable en tal estado, el mínimum de tiempo que ha de transcurrir, sin que los 1.200 obreros que existen en esta población puedan ganar un jornal con el que poder dar pan a sus hijos.

Sobrecoge el ánimo y espanta pensar un momento lo que tal estado de cosas puede traer consigo moral y físicamente considerado; ¡para qué comentarlo! Todos conocen el fruto que dan la desesperación y el hambre.

Ante tales reflexiones y peligros, esta directiva no puede dejar de hacer lo que entiende un deber sagrado para que sus representados y compañeros de Sociedad pidiendo el amparo y protección de las dignísimas autoridades locales cerca de los poderes públicos para procurar algún medio de evitar conflicto tan inminente.

De la importancia de los perjuicios aquí ocasionados por las precipitadas lluvias, dan idea exacta las cifras siguientes:

En los cuatro o cinco meses que hubiese podido continuar la prematuramente interrumpida elaboración de sal, han dejado de extraerse de 150 a 160.000 toneladas que representan jornales por valor de unas 500.000 pesetas, y dicho se está que no habiéndose extraído aquella cantidad de sal, tampoco puede exportarse, y perdido por tanto el importe de los jornales de embarque que pueden calcularse en unas 125.000 pesetas, que hacen un total de 625.000 pesetas que dejan de percibir los obreros y distribuirse entre el comercio e industrias locales.

El medio, en términos generales, que apetece el honrado obrero de Torrevieja, es el que se le de trabajo, y esto no sería difícil si el Estado resolviera la construcción de obras tan importantes y de gran utilidad pública como son el puerto, recientemente solicitado y que se halla en tramitación; las de defensa de estas salinas que evitasen en lo posible las inundaciones como la que nos ocupa; la carretera a Guardamar, también en estudio, y otra porción de mejoras de carácter general o local, que con su ejecución se conseguiría el doble objeto de librar de momento a todo un pueblo, o mejor dicho, a una comarca, de la desolación y el hambre, a la par que proporcionaría para el porvenir mayor desarrollo s sus naturales fuentes de riqueza, cuyos beneficios repercutirían necesariamente en el Estado, la Provincia y Municipio.

En virtud de todo lo expuesto, suplican al Ayuntamiento se digne tomar en consideración este escrito, elevándolo previo informe y demás que juzgue conveniente por el conjunto que proceda al ministerio correspondiente a los oportunos efectos.

Torrevieja, 6 de octubre de 1906.

Por la Sociedad, la directiva, Manuel Payá, Vicente Ros, Ramón Torres, Manuel Viudes, Joaquín Gómez, José Inglada, Manuel Hernández, J. Maspons, secretario”

El escrito que hicieron los obreros de Torrevieja por conducto de su Ayuntamiento mereció el apoyo de las autoridades y diputados del distrito para defender los intereses que se encomendaban.

Una comisión del Ayuntamiento con la representación de los obreros estuvo en Alicante y se vio con el gobernador y el dieron a saber la situación del pueblo, transmitiéndole al Gobierno la petición de trabajo.

Por los centros oficiales existían en aquellos años expedientes y proyectos para obras que dormían en los despachos sin haber una mano que los hiciera salir adelante. Entre otros estaban el de la construcción del puerto y la carretera de Guardamar, mejoras que se venían reclamando día tras día sin resultado.

La puesta en marcha de estas obras podía suponer la ocupación de los obreros que no tenían trabajo, resolviéndose el conflicto y consiguiendo una gran mejora de interés general para la población. Pero aquí no ocurrió nada de esto: la situación de hambre a obligo a pedir obras.

Mientras el representante en las Cortes de este distrito, Trinitario Ruiz Valarino, debía llevar la voz de lo que pedía Torrevieja, aunque no se hizo la villa se quedo huérfana de toda protección.

Bastante tiempo tendría que pasar hasta que en las Cortes se discutiera unos presupuestos del Estado en los que estuvieran incluidos el desarrollo y puesta en marcha de los proyectos benefactores para Torrevieja, mientras la población siguió viviendo en unas críticas circunstancias.

El 7 de febrero de 1907, César Carreras, escritor murciano y medico de Torrevieja, escribió el artículo “Pan y trabajo” explicando con pormenores la situación en Torrevieja:

“En la plaza de la iglesia, ateridos por el frío incisivo de una tarde gris, entre la neblina de una lluvia menudita y helada, más de setecientos obreros esperan frente a la casa del Ayuntamiento una limosna de pan.

En sus cuerpos mal cubiertos por el abrigo insuficiente, en sus rostros demacrados y pálidos se adivinan los estragos del hambre. Sus miradas tienen la estupefacción, la indiferencia de los paroxismos del sufrimiento. Los cerebros atenazados por los padeceres de de horribles problemas de miseria, no piensan ya. Y cuando los pequeñuelos gimotean colgados de las faldas harapientas de sus madres, éstas ni siquiera les escuchan, y con la vista clavada en la puerta de la Casa del pueblo, parecen cadáveres galvanizados que miraran sin ver.

En el mar ni la vela de un barco; ni un vapor a la carga. Los que había, huyendo del temporal de levante se perdieron ayer en el horizonte, llevándose con ellos la esperanza de un jornal imperiosamente necesario.

Y en la enorme masa de obreros sin trabajo, ni un grito, ni una amenaza, ni una blasfemia. Ni una queja siquiera.

Pan y trabajo. No piden más. No se han quejado nunca. No son obreros del motín y la huelga. Las exageradas ideas de un socialismo falso, no han envenenado sus almas. Saben que son pobres, que deben trabajar y que siembre ha habido pobres y ricos.

Y a los ricos acuden. A los que pueden. Es justo que se les socorra, y confiados en los que pueden hacerles, esperan algo que llevar a sus casas para sus hijos, y una promesa de trabajo para mañana…

Fíjese quien deba en estos pobres obreros, y hagan los Gobiernos lo posible por aliviar la triste situación de Torrevieja. Las Salinas inundadas no trabajaran hasta el mes de Abril. La carga de vapores no da el contingente de jornales que necesita un pueblo de tantos proletarios. Y este pueblo no se subleva, no escandaliza, no se amotina, ni quema casillas de consumos, ni rompe cristales al grito de abajo los burgueses, ni crea conflictos a las autoridades. Y con la promesa nunca cumplida de las obras del puerto, espera, espera siempre…

Hoy las autoridades, el Ayuntamiento reunido en sesión permanente, las personas pudientes de la población, socorrerán con pan a los pobres trabajadores. ¿Y mañana?

El Gobierno debe hacer lo posible por la terrible crisis p habrá que pensar que se preocupa más de los obreros que alborotan, insultan, incendian y apedrean, que de los jornaleros sufridos y pacientes, que piden con lágrimas en los ojos un pan para sus hijos, en un pueblo tranquilo y resignado donde no existe siquiera una taberna…

Abandonarlos porque sufren y callan sería una cobardía.”

A los pocos días de verse publicado este escrito, las autoridades de Torrevieja facilitaron trabajo a numerosos obreros en las salinas y en la carga y descarga de vapores, conjurándose el conflicto pendiente. La guardia civil, que estaba concentrada, regresó a sus respectivos puestos.

Fuente: Semanario VISTA ALEGRE. Torrevieja, 16 de noviembre de 2013

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