LA HABANERA: CUARTEL, BURDEL Y PUERTO

POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA

Danza habanera. / Foto cedida por M. Aráez

Danza habanera. / Foto cedida por M. Aráez

Entre un ir y venir de la habanera de Cuba a España y de nuevo de regreso a la isla antillana, fue tomada como un género de canción con clara influencia española, ya que en Cuba no cultivó mucho este tipo de música, mientras que en España alcanzó una gran difusión a través de las zarzuelas que en sus libretos solían contener este tipo de piezas que pronto se hicieron populares, máxime si tenemos en cuenta la importancia que el conflicto de los sucesos del momento: la Guerra de Cuba.

En este repertorio de piezas líricas encontramos siempre a la habanera esbozando la insinuación y el erotismo en muchas de sus letras: «Soy guajirita, nací en Melena, en el potrero de Cunigüey; tengo quince años, me llamo Elena y soy tan dulce como el mamey».

Nació como género bailable siendo preferida en las habitaciones de las ‘chinas cuarteleras’, sirvientas de los soldados que luchaban con el indio y por la reestructuración del ejército nacional. Se bailaba con pareja abrazada y los cuerpos se rozaban tanto más o menos fuera la confianza que hubiera, convirtiendo aquellos cuartos en verdaderos sitios de lenocinio y a aquellas mujeres en rameras.

Los ‘barrios chinos’ han dado nombre a las zonas donde vivían y trabajaban las prostitutas. Puede servir para entender el origen y significado de la palabra ‘china’ que aparece en la letra de la habanera ‘La Paloma’: «¡Ay chinita que sí!/ ¡Ay chinita que dame tu amor!/ ¡Ay! que vente conmigo chinita/ a donde vivo yo».

En el último tercio del siglo XIX, era habitual en los días de pago de los soldados realizar en los ‘cuartos de chinas’ bailes en los que participaban grupos cantando habaneras. Los militares y sus amigos se entretenían y jugueteaban con el chinaje. Otro ejemplo está presente en la letra de una habanera anónima copiada del repertorio de la Sociedad Carnavalesca ‘La Africana’, publicada en 1876: «Domingo de Carnaval,/ me vestí de mascarita,/ y me fui con mi chinita/ en el Prado a pasear./ Vente conmigo chinita,/ vente conmigo a bailá,/ ¡ay! Los dos bailaremos el tango,/ a mi me gusta el bailá./ Arrímese un poquito,/ ¡arrímese usted por Dios!/ Ay por Dios, no se arrime usted tanto,/ que puede venir el señó./ Como está Panchita./ Como está llorá./ Como tan branca y enamolá».

Al poco tiempo se incorporaron las habaneras a los lugares cercanos a los puertos donde era numerosa la marinería y existían casas dedicadas al comercio del sexo, cantándose y bailándose entre vasos de alcohol y música de guitarras, acordeones y pianos de taberna y cafetín.

Hay noticias de haberse ejecutado por primera vez una habanera en el teatro de Torrevieja, en agosto de 1860, por la Banda de Música Municipal, dirigida por Antonio López, fue la titulada ‘La toma de Tetuán’, partitura que sustrajo distraídamente el director de la compañía de declamación de la ciudad de Cieza Serafín Tomás Marín, teniendo que intervenir para su recuperación agentes de la Guardia Civil.

Se celebraran con cierta asiduidad bailes populares en la plaza de la Constitución o en el paseo de Vista Alegre que describía el ‘Diario de Orihuela’ en 1886: «A las veladas de feria han sustituido los bailes. El primero ha sido en medio del paseo de Vista-Alegre. La concurrencia fue inmensa y las hijas de Murcia y Orihuela lucieron bien sus encantos y hasta la ligereza de sus pies, dando vueltas por el arenado suelo. El segundo baile ha sido en el Casino, sitio más a propósito para esta clase de diversiones, pues los rigodones, valses y polkas no dicen bien en una playa, lugar que reclama a voces guitarras más bien que instrumentos de viento, cantos populares mejor que melodías estudiadas, y bailes de malagueñas más a propósito que vueltas de parejas enlazadas, desprendiendo con el sudor las sales que en el cuerpo han tomado en el baño pocas horas antes», músicas siempre evocadoras de la belleza de la mujer, de sus formas, divinidades, encantos, atractivos e insinuaciones.

De esta época es la letra de la habanera escrita por Juan Ortega García, nacido en Torrevieja en 1850, en el teatro de Torrevieja. Se representaba la zarzuelita ‘Toros de punta’, revista pícara del toro, los toreros y sus amores, el público solicitó a la tiple la repetición de los fragmentos más obscenos, pero cansada de repetir siempre la misma letra, y conociendo la inventiva de Juan Ortega, le pidió que aplicara a la misma música algunos textos diferentes, a fin de encandilar al público. A tal efecto, para la representación de la noche siguiente, escribió Juan hasta seis cantares distintos uno de los cuales decía así: «Ay mamita las palomitas/ cuando van al palomar,/ unas pasan por delante/ y otras pasan por detrás./ Tengo yo un palomo/ que es muy arrogante,/ que sólo, que sólo,/ entra por delante./ Siendo noche,/ una doncella/ salió huyendo de su cuarto,/ y un fraile se iba tras ella./ Que te pillo, que te mato./ Ella vio el cuchillo y se desmayó,/ y entonces el pillo./ (Coro) ¡Que…!/ Que se lo metió».

En la prensa de mediados del siglo XX publicó numerosos artículos ante el clamor de la gestación el I Certamen de Habaneras; en uno leemos: «En la habanera aflora la imagen de la caída de nuestra antiguo imperio colonial lleno de osadas ilusiones, junto a unos ojos grandes de criolla ‘enamorada’: páginas amarillentas de la ‘Ilustración Española y Americana’ con abundantes grabados de la actualidad remota; la última moda de las elegantes, cubiertas de grandes sombreros y revestidas de trajes de glasé, cuellos de gola, mangas de pernil, talle inverosímil y faldas largas de tres telas, por entre cuyos pliegues apenas asomaba temerosa la punta de un zapato de charol». Y, es que las habaneras en esta tierra siempre han obtenido un rotundo éxito.

Fuente: http://www.laverdad.es/

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