LOS FALSOS HISTÓRICOS O EL TURISMO A TODA COSTA

POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL (ÁVILA)

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Cuando empezamos a recuperarnos del que alguien ha llamado “trauma pos Edades”, la ciudad está comenzando a recuperar su pulso normal, el que se puede esperar de estas fechas de noviembre en las que, además, han llegado los primeros días invernales. Ya saben que en este clima nuestro pasamos del verano al invierno y de la noche a la mañana, con la primera nevadita de la temporada que nos regaló un efímero, pero precioso, manto blanco. Y eso que este año, por eso de Las Edades del Hombre, parece como si la climatología se hubiera aliado con el evento y nos ha regalado un otoño fuera de lo normal, extraordinariamente suave y de afables temperaturas.

Pues en esa reacción, por las promociones de la Junta de Castilla y León, nuestro Ayuntamiento y el poder de la televisión, ahora todas las miradas están puestas en Isabel. En la serie, seguida por muchísima gente, que estos días ha conseguido un importante premio, y en los lugares isabelinos, que tienen ahora mismo un importante tirón para el turismo cultural, de interior o histórico, es decir, el nuestro.

Junto a Madrigal, la cuna de nuestra reina castellana, y Medina, su lecho de muerte, Arévalo, nadie lo duda es el otro vértice de ese triángulo isabelino: nacimiento, crianza y ciudad testamentaria, ciudades isabelinas por excelencia, que luego tiene otros muchos lugares, ciudades, villas y pueblos que han conocido importantes acontecimientos y el paso de aquella reina tan viajera, aún con los medios de aquel momento histórico.

Pero al hilo de esta cuestión, tengo que decir una vez más, con la rotundidad que permite la certeza, los datos históricos y las investigaciones, que no todo vale para crear un atractivo turístico. A veces, si no lo hay, es porque la insensatez de nuestros antecesores no lo dieron el valor que tenía, y así nos luce el pelo. Medina y Arévalo conocieron la destrucción de sus palacios reales. Madrigal no, aunque adobadas, conserva la casa natal gracias a las manos amorosas de las Madres Agustinas, sin excesivas lesiones.

Pero eso no es obstáculo para decir alto y claro que cuando los sitios de Isabel no se conservan, no tenemos ningún derecho a inventar, imaginar y vender la burra, a cualquier precio, aunque sea engañando o no diciendo toda la verdad. Sin ánimo de ser negativo, no se puede sostener que el estupendo claustro conventual de Madrigal fuera el del palacio de Juan II o casa natal. Como no se puede sostener que el “Palacio Testamentario” de Medina sea el lugar de la muerte de Isabel, que aquel fue derribado tiempo antes de construir ese edificio. Ni tampoco que el castillo arevalense fuera residencia de los Reyes de Castilla cuando en realidad lo fueron las “Casas Reales de Palacio” que existieron en la Plaza de El Real de mi ciudad. Que el castillo que vemos corresponde a la modernización artillera de aquella fortaleza medieval, planeada por los Reyes Católicos, iniciada el año de la muerte de Isabel y continuado por Fernando hasta su finalización en 1517. Aunque sea un extraordinario símbolo de aquella villa de realengo.

Podemos y debemos mostrar nuestras poblaciones, su rico patrimonio mucho del cual pisó aquella infanta y reina. Mostrar tantos valores de la historia, del arte y del patrimonio monumental, sin falsear la historia…

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